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| La mitad de la escombrera Cerro Amarillo está del lado argentino | 
Instaló una escombrera en 52,8 hectáreas de San Juan. Estuvo cuatro años sin ser detectada. Destruyó lagos, secó vegas y podría contaminar el río San Juan. Exigen que intervenga el Congreso.
por
Juan Parrilla
Una minera chilena instalada a pocos kilómetros de la frontera con Argentina creó una escombrera de material potencialmente contaminante en territorio sanjuanino, en el que arrojó unas 55 millones de toneladas de residuos peligrosos entre 2007 y 2012. Son casi más de 52 hectáreas, que un estudio privado concluyó que ya arrasó con algunas lagunas, secó vegas y va camino a contaminar un curso de agua que alimenta al río San Juan. El gobierno provincial firmó un acuerdo para que la zona sea aislada, pero el botadero no será removido y la compañía chilena sólo será responsable por la calidad de la obra durante 10 años. Exigen la intervención del Congreso nacional, ya que involucra el movimiento transfronterizo de desechos tóxicos.
La
historia empezó en 2004, cuando el gobierno chileno autorizó a la
firma Antofagasta Minerals la instalación de la escombrera Cerro
Amarillo, al norte del yacimiento Los Pelambres, la séptima mina de
cobre más grande del mundo. El botadero se usó, por lo menos, entre
fines de 2007 y 2012. Allí arrojaron todos los deshechos de la mina:
desde neumáticos hasta rocas sin valor comercial por el bajo o nulo
contenido de los minerales buscados, pero capaces de provocar drenaje
ácido, una forma de contaminación.
La
escombrera mide 105 hectáreas, lejos de las 88 que le habían
autorizado, y tiene unos 70 metros de altura. Recién en 2011 salió
a la luz que la mitad -algo así como 70 canchas de River Plate-
está ubicado del lado argentino de la frontera, en terrenos de otra
minera, el proyecto El Pachón, ubicado en el departamento sanjuanino
de Calingasta, actualmente en manos de la minera suiza Glencore.
Las
primeras quejas fueron informales. Los propietarios de El Pachón le
pidieron a sus colegas chilenos que retiren la escombrera, pero del
otro lado hicieron oídos sordos. Glencore se encontró con un peso
pesado de la megaminería: Antofagasta Minerals, controlada por el
Grupo Luksic -uno de los más poderosos de Chile- y un consorcio
japonés, que se reparten la empresa en un 60 y 40 por ciento,
respectivamente.
En
2014, Glencore presentó una demanda civil, en la que reclamó la
"mudanza" del botadero a Chile, la remediación ambiental y
el pago de un "canon" en concepto de alquiler. Les
respondieron que el reclamo era "oportunista".
El
fundamento legal de la defensa de Antofagasta Minerals es que el
propio gobierno chileno autorizó el botadero en base a una serie de
mapas publicados por el Instituto Geográfico Militar de Chile a
mediados de la década del 80, que ubicaban la zona de la escombrera
al otro lado de Los Andes, y que la frontera fue modificada en 2012.
Pero ese año lo único que ocurrió es que se agregaron hitos en la
frontera. O sea que se reforzaron los límites, pero no se cambiaron.
Es una zona que pertenece a Argentina y sobre la que nunca hubo
diferencias entre los dos países.
Ante
la falta de avances judiciales, Glencore presentó en marzo del año
pasado una denuncia penal contra los últimos tres gerentes generales
de la firma: Ignacio Cruz Zabala, Alberto Cerdá Mery y Robert Andrew
Mayne-Nicholls. ¿Los supuestos delitos? Usurpación, usurpación de
aguas, contrabando y violación a le ley de residuos peligrosos. La
Fiscalía consideró que había que llamarlos a indagatoria, pero el
juez Leopoldo Rago Gallo no avanzó.
 
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| Vista de la escombrera hacie el noroeste, del lado argentino | 
Ayuda
estatal y renuncia 
Poco
antes de que Glencore presentara la denuncia penal, el 8 de abril de
2015, el abogado contratado por Los Pelambres, Andrés Jana, le envió
dos cartas a la ministra de Minería chilena, Aurora Williams, que
antes de asumir trabajaba como gerente de Antofagasta Terminal
Internacional, una firma controlada por el Grupo Luksic. Las dos
misivas tenían pedidos a los que no debería haber accedido.
Primero,
le pidió un certificado que reconozca que Minera Los Pelambres actuó
de buena fe. El documento fue emitido dos semanas después con
membrete oficial del Ministerio de Minería y la firma del jefe de
Gabinete de la cartera, Adolfo Galindo. Se trató de un trámite
irregular por varias cuestiones, entre ellas, que el Gobierno no
tiene atribuciones para garantizar la buena fe de una empresa y que
la Cancillería ya había definido el conflicto como "un tema
entre empresas particulares".
En
segundo lugar, le solicitó los resultados de un peritaje técnico
que se realizó en las aguas de alrededor de la escombrera. Ese
estudio probaba, supuestamente, que no había contaminación en la
zona, lo que reforzaba el argumento de Antofagasta Minerals de que
trasladar la escombrera, además de costar unos 200 millones de
dólares, provocaría más contaminación. El problema es que las
muestras habían sido analizadas por la consultora SGS, contratada
por Los Pelambres. Y fue la propia minera la que le entregó los
resultados al Gobierno. Aún así, el jefe de Gabinete se los dio al
abogado Jana con el timbre oficial y su firma. Fue una maniobra para
hacer aparentar al estudio como un peritaje estatal.
Todo
terminó con un sumario interno y la salida del jefe de Gabinete
ministerial. Al poco tiempo volvió como asesor de la ministra y
finalmente fue sancionado en diciembre a pagar una multa equivalente
al 10 % de su sueldo. La sacó barata.
Contaminación
Lejos
de los análisis elaborados por SGS, en mayo del año pasado se
conoció otro estudio que confirmó que la escombrera contaminó el
suelo argentino y que los análisis de Antofagasta Minerals habían
sido hechos en una laguna alejada, ubicada a 2 kilómetros de la
escombrera, que si bien no presentaba agua ácida, sí tenía agua
alcalina.
Este
nuevo trabajo que confirmó el daño ambiental lo elaboró la
consultora URS AECOM por pedido de Glencore. Concluyó que
desaparecieron algunas lagunas que fueron cubiertas con escombros,
que otras van camino a extinguirse, que el volumen de agua en la zona
cayó, que las vegas se están secando, que la escombrera produjo una
alteración en el normal escurrimiento de las aguas hacia abajo, y
que si no se hace nada, se va a terminar contaminando el río
Carnicería, que alimenta al río San Juan.
Los
investigadores también localizaron 470 neumáticos gigantes del lado
argentino, que con el tiempo experimentarán una peligrosa
descomposición parcial que liberará tóxicos muy peligrosos. El
informe aclaró que la escombrera ni siquiera cumple con su propio
plan de manejo de residuos, que exige, entre otras cosas, la
colocación de material aislante bajo las gomas, en concreto,
"polietileno de 0,03 milímetros de espesor entre dos capas de
arena y una superior de gravilla".
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| Las imágenes satelitales revelaron la existencia de los neumáticos, cuyo volumen fue constatado por una visita de los investigadores de Glencore | 
Lo
más grave tiene que ver con la capacidad del material estéril para
generar drenaje ácido. Mientras el Estudio de Impacto Ambiental de
Cerro Amarillo -hecho antes de que se autorizara la escombrera-
aseguró que no iba a haber impacto ambiental, la investigación
arrojó que "casi todo el material depositado tiene un potencial
neto de acidez y va a producir aguas ácidas".
En
efecto, cuando se midió el volumen de acidez de la laguna LC4,
ubicada a menos de 200 metros del botadero, del lado argentino, se
encontró "un pH de 4,4, lo cual corresponde a aguas ácidas,
muy probablemente debido a drenajes provenientes de la escombrera".
También se notó que "presenta altos valores de conductividad,
y altas concentraciones de sulfato, nitrato y cobre, entre otros
parámetros, al igual que la laguna LC5, actualmente semicubierta por
la escombrera". Y que en la zona hay "contaminación por
nitrato como nutriente limitante".
Esto
muestra que el agua es de baja calidad, cuando la propia minera
sostuvo en su Estudio de Impacto Ambiental que en la zona hay
"sistemas con agua de buena calidad" con "una biomasa
considerable de flora acuática y macroinvertebrados".
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| Laguna LC5, semicubierta por material de la escombrera Cerro Amarillo | 
URS
AECOM también descubrió "vegas muertas, en una franja paralela
a la escombrera, probablemente generada por las aguas ácidas
provenientes de la escombrera".
A la
hora de analizar las imágenes satelitales, el informe halló que
entre 2006 y 2014 las lagunas pasaron de ocupar 18,5 a 13,2
hectáreas, y que las vegas cayeron de 13 hectáreas a 4,3 entre 2006
y 2010.
Por
otra parte, se hallaron "errores" e "inconsistencias"
en el Estudio de Impacto Ambiental de la escombrera, cuyo mapa
extrañamente se presentó sin una traza de la frontera, lo que
habría delatado que casi la mitad está ubicada del lado argentino.
Ese
estudio de la minera chilena reconoce que hay drenaje superficial de
aguas hacia el territorio argentino, pero el plan de manejo del agua
elaborado para Los Pelambres fue diseñado para aguas que fluyen
hacia el rajo abierto de la mina, del lado chileno, por lo que está
mal hecho. De hecho, en una visita de campo, los investigadores de
URS AECOM vieron que buena parte de las lagunas chilenas se secaron,
lo que indica que el flujo se dirige al lado argentino.
Por
último, el informe subrayó la falta de actividades de monitoreo en
la zona, o, dicho en criollo, la ausencia absoluta de control, tanto
estatal como privado.
Acuerdo
En
mayo del año pasado, el juez Miguel Ángel Gálvez, titular del
Juzgado Federal 1 de San Juan, ordenó -como medida cautelar- el
aislamiento absoluto de la escombrera hasta tanto decida si debe ser
retirada o no. Pero la minera chilena no acató.
Al
mes siguiente, el 17 de junio, el abogado sanjuanino Diego Seguí le
envió una carta al ministro de Minería provincial, Felipe Saavedra,
exigiéndole que intervenga. Finalmente, el fiscal de Estado
Guillermo De Sanctis se presentó en el expediente 40 días después.
Fue ese funcionario quien el 10 de agosto acordó durante una
audiencia de conciliación con los abogados de la minera el
"aislamiento ambiental y sustentable" de la escombrera. No
pidió ningún tipo de indemnización.
Luego
de una serie de pasos formales, el 28 de abril pasado el gobierno
provincial firmó un acuerdo con Los Pelambres, que en realidad es
una materialización de la medida cautelar, ya que establece más o
menos lo mismo: que la escombrera no será removida, sino aislada;
todo, financiado por Antofagasta Minerals y bajo el control del
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), un
organismo completamente desprestigiado entre los ambientalistas, ya
que es el mismo que debía auditar lo que ocurría en la mina
Veladero, donde en septiembre del año pasado se derramaron millones
de litros de agua cianurada al río Potrerillos, en San Juan. Pero
con un agregado: Los Pelambres sólo será responsable de la calidad
de la obra por 10 años.
Los
ambientalistas cuestionan cuatro aspectos de ese acuerdo:
Uno:
la minera chilena se ahorrará 200 millones de dólares y no pagará
ningún tipo de indemnización.
Dos:
no es la mejor solución. Apenas unos meses antes, en agosto de 2015,
el Diario de Cuyo consultó a cuatro expertos del sector minero que
coincidieron en que "es más conveniente retirar la escombrera
que remediarla para que no tenga efectos contaminantes".
Opinaron cuatro defensores de la actividad, incluido el titular de la
Cámara Minera de San Juan, Jaime Bergé, quien pidió la semana
pasada la derogación de la ley de glaciares.
Tres:
el acuerdo debería pasar por el Congreso. "Un convenio que
tiene por objeto la remedición de un daño ambiental causado dentro
del territorio nacional (San Juan) por un sujeto extranjero
(Antofagasta Minerals) desde otro país (Chile) exige ser tratado por
el Congreso en virtud de la Constitución Nacional. Es una cuestión
federal", explicó a Infobae el abogado Diego Seguí. Y aclaró
que el material arrojado a la escombrera se ajusta a la definición
de desechos peligrosos descripta en el Convenio de Basilea,
ratificado por la ley 23.922.
Cuarto:
es inconstitucional. El artículo 41 de la Carta Magna es muy claro
al respecto, ya que prohíbe "el ingreso al territorio de
residuos actual o potencialmente peligrosos".
Fuente:
Juan Parrilla, Una empresa chilena creó un megabasurero de residuos mineros en suelo argentino, 15/06/16, Infobae. Consultado 17/06/16.








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