viernes, 11 de marzo de 2016

Fukushima. La sombra del accidente nuclear cinco años después

por Raquel Montón

Cinco años después del accidente nuclear en la central nuclear de Fukushima Daiichi el peligro nuclear continúa. El accidente del 11 de marzo de 2011 supuso la fusión de tres reactores de agua en ebullición modelo Mark 1 diseñados por General Electric y que provocaron un desastre nuclear sin precedentes en la historia de la energía nuclear. A pesar del enorme esfuerzo realizado por los trabajadores, se siguen liberando importantes cantidades de contaminación.

La catástrofe nuclear ha tenido enormes consecuencias para la población de Japón. Muchas personas fueron evacuadas y desplazadas o sencillamente se marcharon, en la actualidad 115.000 ya no están censadas en Fukushima y 63.000 personas, cinco años después del inicio del accidente, siguen viviendo en un alojamiento “temporal”.

El año pasado el Gobierno del Primer ministro Abe aprobó un plan para el retorno de los evacuados y este plan puede poner en riesgo el derecho humano a la salud, tal y como ya ha advertido el Relator Especial de las Naciones Unidas al Consejo de Derechos Humanos.

Este plan consiste en levantar las órdenes de evacuación y posteriormente eliminar las ayudas que los evacuados están recibiendo como pagos compensatorios, y que Tokyo Electric Power (TEPCO), la compañía propietaria de Fukushima Daiichi, está obligada a darles. Para poder retirar las órdenes de evacuación el gobierno está desarrollando un plan de limpieza en la zona, pero este plan además de ser claramente insuficiente no está alcanzando los propios objetivos que se había fijado. El gobierno de Abe está decidido a obligar a la gente de la región a volver a sus antiguos hogares.

Un ejemplo es el caso del distrito de Iitate, un área de 200 Km2 que se encuentra al noroeste de la planta nuclear de Fukushima Daiichi, que fue contaminado a pesar de estar fuera de la zona de 20 kilómetros. Iitate es un recordatorio constante para la gente de Japón que un accidente nuclear grave no se limita a una pequeña área alrededor del emplazamiento de los reactores.

Cinco años después los niveles de radiación en Iitate siguen siendo demasiado altos para el retorno seguro de los ciudadanos, tras realizar mediciones radiológicas se ha puesto de manifiesto que los niveles de radiación en estas zonas “descontaminadas ya por el Gobierno” están por encima de los niveles previstos que por otra parte son más elevados que los recomendados a nivel internacional.

La descontaminación consiste en la retirada de la primera capa de tierra del suelo y su almacenamiento en bolsas con una capacidad para una tonelada de tierra. Este proceso sólo se realiza en los caminos y carreteras  y en los 20 metros que rodean las casas. Por el momento son más de 9 millones de bolsas repartidas en más de 114.000 lugares. A pesar de que la contaminación radiactiva no desaparece, sólo se traslada, tampoco las zonas descontaminadas quedan limpias ya que las zonas adyacentes las vuelven a recontaminar. Pero tras la finalización de este proceso fallido de descontaminación las personas se verán abocadas a volver quieran o no, al perder el derecho a las ayudas.

Esta es una parte de la compleja situación derivada del accidente de la central nuclear de Fukushima Daiichi. Por otra parte el accidente ocasionó la mayor cantidad de contaminación radiactiva en el medio marino de la historia, sólo el 20 % de la contaminación radiactiva fue dispersada en tierra. El 80 % de las liberaciones masivas de radiactividad a la atmósfera, se depositaron sobre una amplia área del Océano Pacífico Norte. A esta contaminación se añaden las emisiones no controladas de agua contaminada por la radiactividad que se han estado vertiendo en el mar todos los días durante los últimos cinco años. La crisis del agua en Fukushima Daiichi comenzó en las primeras horas del accidente por la desesperada necesidad de mantener una cierta función de refrigeración para los cientos de toneladas del combustible del núcleo del reactor en las unidades 1, 2 y 3 y las cuatro piscinas de combustible gastado. El operador de la planta, TEPCO, optó por inyectar cientos de toneladas de agua de mar en un intento desesperado para prevenir la múltiple fusión de los núcleos de los reactores. En los cinco años que han pasado desde 2011, más de un millón de toneladas de agua ha sido bombeada en los núcleos de los reactores de la planta de Fukushima Daiichi. Como consecuencia, el accidente nuclear de Fukushima ha creado una crisis de agua radiactiva única en su escala y complejidad y sin perspectivas de una solución segura y eficaz en los próximos años.

Además de la contaminación radiactiva de la planta en sí, el territorio japonés, en particular los bosques y montañas de Fukushima, son una fuente de radiactividad al Océano Pacífico a través de ríos y arroyos. Debido a que la vida media de uno de los principales radionucleidos liberados, cesio-137, es de 30 años, el flujo de radiactividad de la tierra al mar continuará durante un período de por lo menos 300 años.

Pero en Japón además de Fukushima Daiichi hay otros reactores nucleares. Había 54 en el momento del accidente y ahora quedan 43, de estos sólo dos están en funcionamiento desde finales del año pasado, porque los otros dos que también se habían reiniciado a finales de febrero, fueron puestos fuera de servicio ayer por un tribunal japonés, ante la denuncia ciudadana. Cientos de miles de personas han sido desplazadas de forma permanente en Fukushima y su capacidad para determinar su propia seguridad personal y proteger a sus familias les ha sido arrebatada para siempre, no es de extrañar que piensen que la energía nuclear no es segura.

Raquel Montón es responsable de la Campaña de Energía Nuclear de Greenpeace

Fuente:
Raquel Montón, Fukushima. La sombra del accidente nuclear cinco años después, 11/03/16, EFEverde. Consultado 11/03/16.

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