domingo, 10 de enero de 2016

Problemas enormes en Sierras Chicas


A casi un año de la inundación trágica, siguen pendientes las soluciones de fondo. Ni siquiera está en funcionamiento un buen sistema de alerta temprana. Temores, debates y soluciones.

Son chicas porque no pasan los 1.500 metros de altura, en el Cerro El Cuadrado, el del famoso camino. Pero ya no son chicas en población: en los últimos 19 años incrementaron un 55 por ciento la cantidad de habitantes.


Tampoco es chico el impacto que sufrieron por las actividades económicas (extractivas, agrícolas, inmobiliarias): en un par de décadas se perdió el 85 por ciento de su bosque natural. Y grandes fueron los estragos que dejó la inundación de febrero del año pasado y que cada vez que llueve, aunque la tormenta sí sea más chica, reaparece el pánico: ese temor a perderlo todo. Otra vez.

Grandes desafíos presenta Sierras Chicas: superar los 50 años de improvisación, que admitió el gobernador Juan Schiaretti, para tener un crecimiento planificado y sustentable; y tener por fin un sistema seguro contra inundaciones, que permita prevenir tragedias.

Cinco días antes
El meteorólogo Manuel Guzmán asegura que la Provincia no tiene un sistema de alerta temprana.

“Tenemos que olvidarnos del temor. El problema es que nunca hemos actuado antes. El área de Defensa Civil tiene que intervenir antes, durante y después de la tormenta. Pero, no. Acá en Sudamérica y en muchos países del mundo trabajan sólo en el durante y en el después. Van con las chapas, los colchones y el ataúd para el que se murió. Antes no hay nadie. Es preferible activar una falsa alarma que lamentar la perdida de una vida”.

El que habla es Manuel Alberto Guzmán, uno de los pocos meteorólogos especialistas en tiempo severo de la provincia, quien asegura que se pueden predecir fenómenos extremos con cinco días de antelación y que lo que se está haciendo actualmente en la zona no es un sistema de alerta temprana, sino de alarmas y de emergencia, no de prevención.

“No se puede dar libertad de acción a cada localidad. Desde el Gobierno de la Provincia tienen que partir las directivas y los procedimientos. Yo como director de Defensa Civil no me puedo lavar las manos. Antes de decirle a cada intendente lo que va a pasar, debo asegurarme qué va a hacer y además debo controlar cómo lo hace”, enfatiza.

El problema, antes que de recursos, es de conocimientos, cree el metereólogo, quien presupuestó cuánto costaría a la Provincia tener un equipo capaz de prevenir tormentas severas los 365 días del año, las 24 horas: 180 mil pesos mensuales. “Tenemos todo. Podemos partir con lo que hay. Falta voluntad política nomás”, denuncia.

El miedo que el agua dejó
Recuerdos angustiantes que trepan hasta la garganta, la anudan, la retuercen. Ahogan. Reviven emociones negativas y las vuelven presentes, y futuras. Mientras, desde el interior, brota un profundo deseo de torcer el rumbo del fenómeno. Frenarlo. Alejarlo. Desactivarlo.  

El impacto de vivir una situación límite es muy variado, pero siempre deja secuelas. Y si las condiciones que dieron origen al desastre persisten, el temor prevalece entre los sentimientos.

“Miedos, insomnio, irritabilidad y paranoia son síntomas esperables después de una situación grave, a la que se agrega que no se hicieron todas las obras necesarias, lo que convierte en un riesgo latente la posibilidad de otra inundación si persisten las tormentas fuertes”.  La definición es del presidente del Colegio de Psicólogos, Jorge Cáceres, quien trabajó con habitantes de Sierras Chicas luego del temporal.

“Se trabajó en el momento, pero la característica es que la sintomatología fuerte aparece luego”, explica. Y detalla que, en un primer momento, la gente está abocada a la emergencia y es más tarde, cuando reaparecen las condiciones de peligro, que afloran los síntomas. “Era esperable que la gente tuviera miedo cuando vuelvan las lluvias, debió haberse hecho un trabajo continuo, pero no había equipos en la cantidad necesaria”, detalla.

“El camino es pedir que se hagan las obras que se prometieron, que los vecinos se organicen no sólo para afrontar el reclamo sino también para no sentirse solos y transitar el síntoma desde otro lugar, subjetivamente más fortalecidos, para que esas emociones tengan una vía de escape sana”, considera Jorge Cáceres.  Y pone la lupa en estos grupos que, evalúa, deben estar bien coordinados: “Si los grupos, como los de Whatsapp, no están bien coordinados, pueden potenciar el estado de paranoia”.

Juan Carlos Mathiu es uno de los 80 jefes de hogar de las familias que perdieron todo en febrero del año pasado. Mathiu espera una casa en barrio Loza, que en la última inundación también se vio anegada, aunque la Provincia asegura que hará las obras para evitar este riesgo y que no las entregará hasta que estén listas.

Es mucha gente
Un éxodo: en el departamento Colón, del cual son parte las localidades de Mediolaza, Río Ceballos, Unquillo y Villa Allende, la población creció un 55 por ciento respecto del 1991 donde eran 125.402 habitantes, y para el 2010 ya eran 225.151.

Un 55 por ciento más en 19 años. Si punteamos ciudad por ciudad, es todavía más gráfica la explosión demográfica. Mendiolaza en 1991 tenía apenas 1.536 habitantes y para el 2010 la población había crecido a 10.317 habitantes. Villa Allende en 1991 tenía 16.025 habitantes, y para el 2010 contaba con 29.374. En Unquillo el crecimiento fue de 11.693 a 18.483. Y en Río Ceballos se pasó de 12.802 a 20.242 habitantes.

En Mendiolaza, durante 2015 fueron aprobados 276 nuevos planes de obras de viviendas privadas. En Río Ceballos, se presentaron 262 planos, aprobadas por la Municipalidad.

El agua no escurre
“Hoy, el 85 % de los bosques naturales de Sierras Chicas se ha perdido a manos del avance de la minería, de las actividades agrícola ganaderas, de otro tipo de bosques, de los incendios y de las urbanizaciones”, asegura el licenciado en geografía Joaquín Deon, investigador y miembro de la coordinadora Ambiental y de Derechos Humanos Sierras Chicas, quien lejos de pensar que no hubo planificación, asegura que sí la hubo, “pero ligada a las actividades productivas” y no a la preservación del bosque natural.

Con esa modificación en el uso del suelo, la capacidad de absorción del agua de lluvia se reduce y propicia las inundaciones. “El bosque retiene agua, le quita velocidad, pero al disminuir la cantidad de vegetación o quitarse –y reemplazarse por suelo impermeabilizado– la escorrentía se vuelve mucho más veloz. Así como cae, escurre, con un grado de absorción casi mínimo”, detalla.

La década hablada
Desde 2007 la Provincia tiene un órgano que propone soluciones que nadie ejecuta.

Mucho se proyectó desde el Instituto de Planificación Metropolitana de la Provincia (Iplam) y casi nada se hizo para bajar a la práctica estas sugerencias en obras y medidas concretas que podrían haber mitigado el impacto del aluvión en Sierras Chicas de febrero de 2015. En un año, la situación cambió poco.

Este organismo se creó en 2007, desde entonces se alertó sobre el desmedido crecimiento del Gran Córdoba y sus consecuencias, se sugirieron obras y hasta se impulsaron leyes para ordenar el territorio. Casi todo es letra muerta.

Esta semana, el gobernador Juan Schiaretti anunció que este instituto estará a cargo del diseño de un Plan Director para Sierras Chicas, al tiempo que existe una ley de uso de suelo para el área metropolitana de Córdoba sancionada en diciembre de 2010 y redactada con ayuda del Iplam.

La norma define áreas urbanizables, industriales, agrícolas y de protección ambiental alrededor de la ciudad de Córdoba y que incluye a los municipios de Río Ceballos, Unquillo, Salsipuedes, Villa Allende, Saldán y Mendiolaza.

Pese a la vigencia de esta normativa, el propio gobernador reconoció que en los últimos 50 años Sierras Chicas se expandió en un marco de improvisación y desde el entorno de Schiaretti admitieron en diálogo con Día a Día que desde que existe el Iplam “nunca se ha podido avanzar o compatibilizar con los diferentes municipios, por diferentes causas, para coordinar tareas”.

Plan director, poco detalle
Día a Día intentó comunicarse con el arquitecto  Guillermo Irós, titular del organismo, pero desde el gobierno indicaron que por ahora no hablará con la prensa hasta tanto no se termine el proyecto del nuevo Plan Director para Sierras Chicas, que está focalizado en:
Evitar la desforestación
Verificar si en el lecho de los ríos tienen que ir vados o puentes ya que si estos últimos no tienen la altura necesaria, terminan siendo diques que cuando se rompen producen inundaciones.
Delimitar cual es la línea de ribera del río a partir de la cual no puede haber edificaciones, porque seguramente muchas viviendas se construyeron no respetando esa línea y se debe establecer un programa para que esa familia pueda estar en un lugar seguro.
Hacer las obras necesarias, cuenca arriba, en función del mapa hídrico que se está terminando de elaborar, para minimizar los efectos de lluvias.
Grandes desafíos para las Sierras Chicas.

Textos: Laura Giubergia, Paula Hernández, Juan Pablo Martínez, Denise Vivas. Imágenes y videos: Nicolás Bravo, archivo. Edición de video: Laura Giubergia, Juan Pablo Martínez, Denise Vivas. Edición web: Juan Pablo Martínez. Coordinación: Ary Garbovetzky.

Fuente:
Problemas enormes en Sierras Chicas, 09/01/16, Día a Día Córdoba. Consultado 10/01/16.

No hay comentarios:

Publicar un comentario