Desde sus orígenes, el rock ha estado intrínsecamente relacionado con la rebeldía. Los movimientos pélvicos de Elvis Presley, los pies de Jerry Lee Lewis deslizándose sobre las teclas de un piano, Sex Pistols cantándole descaradamente a la monarquía inglesa y hasta muchachitos de Liverpool vestidos de traje y con idénticos cortes de pelo: todo eso -y mucho más- fue, en su momento, rebelde. También lo fue, claro está, predicar bajo la máxima de sexo, drogas y rock and roll.
por Belén Fourment
Pero además, las guitarras eléctricas han sido un arma para protestar contra las guerras. Woodstock, más allá de ser un festival multitudinario de música y el punto cumbre del movimiento hippie, fue también una proclama contra el conflicto de Vietnam y el exceso de violencia que golpeaba al mundo.
Al comienzo de este milenio, con el planeta todavía azotado por ataques bélicos y crisis financieras, el género se enfrenta a la proclama de que ya ha muerto, repetida por artistas y escuchas. Sin embargo, no todos creen en eso. Claramente no lo hace Neil Young, que sigue apostando a sus canciones como mecanismos de protesta y acaba de publicar The Monsanto Years (Reprise Records, 2015), un álbum conceptual -en cierto modo, contemplando esencialmente las letras- que arremete contra la empresa multinacional Monsanto, proveedora de distintos productos químicos aplicables a la agricultura y cuestionados por su impacto ambiental.
Con más de 30 álbumes publicados como solista y con un doble ingreso al Salón de la Fama del Rock and Roll (como miembro de Buffalo Springfield y en solitario), Young tiene claro que su voz es escuchada por miles de personas alrededor del mundo -no en vano es considerado uno de los compositores referentes en el siglo XX. Entonces, cada tanto y sobre todo en sus años más maduros, aprovecha para intercalar en su discografía un puñado de canciones que reflejen su pensamiento en torno a algún tema relevante.
Lo hizo en 2003 con Greendale, que relata una historia ficticia que entremezcla la crisis ambiental y otros conflictos propios de la globalización. Se arriesgó más en 2006 con Living with War, dedicado a la política exterior del gobierno de George W. Bush y a su manejo respecto a la guerra de Irak. Y repitió tres años después con Fork in the road, que tiene como tema central a su auto Lincoln 1959, a partir del cual trató de construir un coche eléctrico.
Eso, concentrando la atención en los últimos tiempos. Sus intenciones artísticas ya se habían marcado desde antes: Life, de 1987, que marcó el final de su conflictiva relación con la discográfica Gef-fen, ya incluye referencias a las guerras y al papel que ocupa Estados Unidos en la política mundial. Su sucesor, This notes for you (1988), el primero que lanzó en su vuelta a Reprise, critica a la industria musical y cómo el rock ha quedado sumergido en ella.
Y con The Monsanto Years Young vuelve a la carga. Definido por él mismo como un disco "político ecologista", conserva el sonido folk que ha caracterizado la discografía del canadiense, con melodías calmas que tienen algunos pasajes de estruendosas baterías y distorsión ("People want to hear about love", un buen ejemplo), y mantiene durante nueve canciones -o 50 minutos- una armonía agradable. La atención, claro, se centra en la lírica.
En ese sentido, el mensaje final que deja es, en algún sentido, optimista. Con casi 70 años de edad y una melena canosa todavía larga que también se traduce como rebeldía, el canadiense usa a Monsanto como excusa para reclamar por el mundo ideal, con mensajes cargados de ironía y preocupación, pero también de esperanza.
Aunque esconda cierta luminosidad de cara al futuro, el cantautor, con su voz rasposa, no perdona. De hecho, ataca también a la cadena de café Starbucks, que trabaja junto a la multinacional, en "A rock star bucks a coffee shop", con un verso contundente: "Quiero una taza de café, pero no un OGM (organismo genéticamente modificado)/ Me gusta empezar mi día sin ayudar a Monsanto".
Mientras que Starbucks guardó silencio tras la salida del disco, Monsanto emitió un comunicado en el que señalan que si bien muchos en la empresa admiran a Young, lamentan que sus letras estén cargadas de errores.
Young ha hecho oídos sordos a estas réplicas, al igual que a los dichos de Donald Trump (el empresario lo acusó de "hipócrita" por pedirle dinero y después denunciar que en su campaña política usó una canción suya sin permiso). Así los silencios, sigue adelante con la gira llamada "Rebel Content Tour", en la que presenta este álbum que grabó junto a los hijos del longevo Willie Nelson, Lukas y Micah, y a su banda Promise of the Real. Todos ellos se embanderaron en esta misma causa, que más allá de denunciar lo que entienden está mal, revitaliza al rock en su afán de ser rebelde.
Más allá de ese espíritu de protesta, The Monsanto Years es un disco escuchable y agradable, y hasta divertido cuando se repara en la pronunciación de Young cada vez que dice "Monsanto". Tiene sus deslices pop pero básicamente es un álbum rockero, que está muy lejos de acercarse a los mejores del canadiense, como el aclamado Harvest (Reprise, 1972), aunque se defiende bien.
Veterano pero vigente -desde su voz a su habilidad para componer-, Young volvió a demostrar, discusiones políticas e ideológicas aparte, que no tiene medias tintas para decir lo que piensa. Así, le devuelve la ilusión a los viejos fanáticos de rock, y alimenta el presente musical de los nuevos rockeros. Que alguno debe haber por ahí.
Tres momentos de una carrera larguísima
Harvest - 1970.
Es difícil elegir un gran disco de Young en la década de 1970: están todos buenos. En la lista hay que poner a Everybody Knows this is Nowhere, After the Gold Rush, On the Beach, Tonights the Night, Zuma (y sería solo hasta 1975). Digamos que Harvest fue un momento en donde todo conjugó en un éxito comercial que lo promovió a estrella solista. A eso ayudó una canción como Heart of Gold, una balada lastimera pero llena de vida.
Ragged Glory - 1990.
A menudo, se suele olvidar la capacidad de ruido que logra generar Young, principalmente cuando está junto a sus amigotes de Crazy Horse. La guitarra distorsionada crea el piso sonoro para unas canciones que funcionarían igual de bien en un ambiente más limpio. Es un disco guitarrero que siguió al más poéticamente peleador Freedom. Todo un clásico.
Living with War - 2006.
Un potente cancionero de protesta que se suma a la lista de discos políticos de Young. La lista de quejas van todas al por entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, que estaba metido en la guerra de Irak, sufriendo las consecuencias sociales y políticas del paso del huracán Katrina, entre otros males. Todo eso fue un perfecto caldo de cultivo para un disco como éste.
Fuente:
Belén Fourment, Neil Young: El viejo lobo tiene un nuevo enemigo, 07/07/15, El País de Uruguay.
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