sábado, 6 de diciembre de 2014

“Si no actuamos todos juntos, no tenemos futuro”

Los desafíos del cambio climático en América Latina golpean áreas como la producción agrícola o el sector energético. El apoyo de los países industrializados es clave, opina la directora del PNUMA para la región.

por Victoria Dannemann

Los desafíos para América Latina no son pocos ni fáciles. No obstante, las oportunidades que brinda la conferencia del clima en Perú hacen que la directora de la Oficina para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) esté optimista. En entrevista con DW, la bióloga colombiana Margarita Astrálaga detalla las prioridades de la agenda latinoamericana.

DW: ¿Qué importancia tiene para América Latina esta conferencia, con Perú como anfitrión?
Margarita Astrálaga: Tiene una gran importancia, porque somos una región muy vulnerable. Aunque no seamos los mayores contribuyentes al cambio climático, sí somos de los que más lo sufrimos, por lo que para nuestros países es fundamental que se alcance un acuerdo.

¿Cómo se pueden dimensionar estos efectos?
Según estudios hechos por distintos expertos, nuestra región tiene una alta vulnerabilidad. Este es un estado muy dinámico, influenciado por condiciones geofísicas y socioeconómicas. En nuestra región, la pobreza, las condiciones de acceso y la migración, que no son temas que tienen que ver con el cambio climático, son exacerbados por éste, pues afecta precisamente a las personas que viven en las zonas más vulnerables.

¿Cuáles son las zonas más críticas?
Centroamérica es la segunda región del mundo más vulnerable a riesgos climatológicos, después del sureste de Asia, y Honduras encabeza la lista de países más vulnerables, seguido por Myanmar y Haití. Han sido los países más afectados en los últimos 20 años. Entre los diez primeros países, cinco son de nuestra región: Honduras, Haití, Nicaragua, República Dominicana y Guatemala. En Sudamérica también la situación es bastante crítica. Los Andes tropicales son muy sensibles a los cambios de temperaturas. Los glaciares se están derritiendo aceleradamente y análisis indican que esto va a tener impactos gravísimos en la agricultura, con riesgo para la seguridad alimentaria y el abastecimeinto de agua.

¿Qué desafíos enfrenta la producción agrícola?
Es necesario pensar y decidir hacia dónde vamos a mover ciertos cultivos, porque hay zonas que serán más aptas para determinados cultivos que otras, lo que tiene un impacto en la economía. En el caso de Perú, por ejemplo, hemos visto que van a estar afectados los de arvejas, café y papás, porque esta zona de la región norte andina ya no va a ser apta. Algunos países, como los grandes exportadores de café, ya estan avanzando en sus evaluaciones.

Es también un tema energético...
Sí, que nos hace aún más vulnerables. Siempre hemos dicho que la energía hidroeléctrica es renovable, pero sólo si hay agua. Con las sequías hay racionamientos eléctricos, que tienen un costo social y económico importante. La opción de energías renovables es fundamental, pues nos ayuda a mitigar, a ser menos vulnerables y a adapatarnos a la nueva realidad. En un momento vamos a tener que escoger para qué queremos el agua: para la agricultura, el consumo humano o energía hidroeléctrica. Antes de llegar a esa disyuntiva, hay que preparase teniendo otros sistemas de generación eléctrica alternativos.

¿Es posible detener el impacto del cambio climático?
La región ha descubierto que es indispensable adaptarse de la mejor maneja posible y aumentar su resiliencia, lo que estamos impulsando. Además de la transición a energías limpias, un área importante es conservar los ecosistemas y recuperar los que hemos perdido con la expansión demográfica y agrícola, para que nos ayuden a palear los efectos del cambio climático. Hemos construido en planos inundables, en zonas que no hubiéramos debido tocar.

¿Cómo conjugar la producción agrícola con la protección de los bosques como pulmón verde?
Parte del reto es que la agricultura sea más sostenible, menos contaminante y menos arrasadora. Por ejemplo, en cultivos de café orgánico hay experiencias muy interesantes que conjugan el cultivo de café con el bosque, que demuestran que se puede producir sin arrasar con la biodiversidad. Pero eso requiere de innovacion, políticas públicas e involucramiento del sector privado. Si no le apostamos todos juntos, no tenemos futuro.

¿Cómo evalúan la situación de la Amazonía?
Las amenazas para la Amazonía son muy diversas y la deforestación es una de las más grandes. Hemos tenido esfuerzos grandes de reforestación, especialmente en Brasil, pero hay muchas otras amenazas, como la falta de agua, pues el bosque depende directamente de ella. También riesgos como la contaminación por mercurio, por su uso en la minería de oro en la cuenca del Amazonas, con efectos muy graves sobre la biodiversidad y la salud humana. A veces no estamos viendo el paisaje completo, nos concentramos en unas tareas, pero nos olvidamos de las otras, y los problemas ambientales son muy diversos.

¿Son positivos los convenios que buscan el pago por resultados para evitar la deforestación?
Yo creo que tenemos que buscar todas las formas. La FAO estimó que entre el 2000 y el 2005 nuestra región perdió 43.500 kilómetros cuadrados de bosques -lo que equivale al tamaño de Suiza- por año. La mayor parte de esa deforestación ocurrió en el Amazonas. Tenemos que encontrar los incentivos, pero también crear las capacidades y dar otras condiciones de vida en las zonas rurales, donde hay poblaciones muy pobres y vulnerables. Se necesita un desarrollo sostenible inclusivo, una visión holística y acordada entre los países.

¿Debiera América Latina recibir compensaciones de parte de los países industrializados?
Los páises que desarrollaron su industria hace muchos años tienen gran culpa en la realidad que estamos viviendo. La región está avanzando, pero tiene debilidades y necesita apoyo. Temas importantes son la tecnología y la innovación. También es prioritario el intercambio de información y de instrumentos para monitorizar de forma más eficaz el cambio, y se requiere apoyo en el tema normativo. Los países están esperando que se hagan compromisos importantes de fondos para las redes que se han creado y un compromiso global en apoyo de los países que enfrentan problemas críticos.

¿Qué pasa con América Latina, asume también su responsabilidad?
Según datos de la CEPAL, la región representa el 12 % de las emisiones globales. Pero no podemos decir que como históricamente somos los que hemos generado menos, ahora no tenemos que hacer nada. En muchos países se dictan leyes de eficienca energética y se trabaja en la disminución de los subsidios a combustibles fósiles, cobrando más impuestos a los que pueden pagar. Otra prioridad es hacer más eficiente el transporte público. Avanzamos, pero hay que hacer un esfuerzo mayor.

¿Qué ejemplos podemos destacar?
No hay un solo país que no esté haciendo cosas interesantes en un área u otra. La ley de cambio climático de México es un gran avance y otros países tienen estrategias nacionales o trabajan en normativas. También se están revisando las políticas de inversión en infraestructura para que sea resiliente a los efectos del clima. En Centroamérica están unidos en una iniciativa para cambiar todas las bombillas por las de menor consumo y, en una segunda etapa, también electrodomésticos que consumen mucha energía. Barbados es un ejemplo de generación de energía con paneles solares y Chile está haciendo un gran esfuerzo por diversificar su matriz energética a través de renovables.

¿Qué puede esperar América Latina de esta COP20?
Estoy optimista y convencida de que por lo menos nuestra región está muy clara de que necesitamos movernos hacia adelante, y no es sólo la posición de nuestra región. Hemos oído recientemente declaraciones positivas de países que antes estaban muy cerrados a cualquier negociación, lo que parece indicar que vamos a salir de Lima con bastantes avances. Los ciudadanos son cada vez mas conscientes, están viendo los impactos reales del cambio climático y le exigen a sus políticos que tomen acciones.

Fuente:
Victoria Dannemann, “Si no actuamos todos juntos, no tenemos futuro”, 04/12/14, Deutsche Welle. Consultado 09/12/14.

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