Quiero invitarlos al curso sobre Historia Ecológica de Iberoamérica que voy a desarrollar en forma presencial en el Centro Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires.
Este curso analiza las interacciones entre las sociedades humanas y el mundo natural en América Latina y sus consecuencias para ambas partes a lo largo del tiempo. Este puente conceptual es indispensable para comprender situaciones sociales cuyo análisis queda incompleto sin el componente ambiental y, recíprocamente, situaciones ambientales cuya comprensión requiere del conocimiento de su evolución histórica.
La historia ambiental busca un balance entre el análisis de la naturaleza y de la historia. En esta actividad puede apoyarse por una parte en la historia social o en la historia urbana, pero poniendo el acento en los cambios producidos en el medio ambiente.
Comenzamos con el comportamiento ambiental de las culturas originarias de América, y las contrastamos con las visiones europeas de la época sobre la naturaleza. Analizamos el impacto ambiental de la conquista, las condiciones de vida en las ciudades, haciendas y minas coloniales. En el siglo XIX mostramos las diferencias entre los años de guerras civiles y la etapa posterior de europeización. Destacamos la actitud ante la naturaleza de algunas figuras importantes, desde Belgrano hasta Bolívar.
El final del siglo XIX y el XX son los tiempos del conflicto ambiental y el conflicto social. La deforestación causada por los ferrocarriles, las plantaciones norteamericanas en América Central, los reclamos de reparto de tierra y reformas agrarias. Depués veremos el auge de la industria, el crecimiento explosivo de las ciudades sobre valles de inundación o laderas de riesgo, la energía nuclear, los plaguicidas, el impacto ambiental del narcotráfico. Y el descubrimiento de la conciencia ambiental a través de la participación ciudadana.
En esta entrega ustedes reciben:
Los datos para la inscripción en el curso, con aranceles extremadamente bajos.
Un breve apartado de mi libro "Historia Ecológica de Iberoamérica", donde está la investigación que voy a desarrollar en el curso. Se refiere a la conducta ecológica de algunos dictadores latinoamericanos del siglo XX.
El recordatorio del libro mencionado y el contacto con el editor, para los que tengan interés en buscarlo.
La obra de arte que acompaña esta entrega es un demonio hecho por los indígenas Zenú, responsables de una extraordinaria civilización hidráulica. Está en el Museo del Oro de Bogotá.
Un gran abrazo a todos y los espero en la UBA.
Antonio Elio Brailovsky
---------------------------------------------------------------------------------------------
Inscripciones en la Universidad de Buenos Aires
Alumnos cursantes: del 17 al 21 de Marzo
Alumnos nuevos: 25 y 26 de Marzo
De lunes a viernes de 10 a 19 hs. en Av. Corrientes 2038
4ta. Planta / Oficina de Cursos. Departamento de Alumnos
4954-5521 / 5523 / cursosrojas@rec.uba.ar
Sin requisitos de escolaridad previa. Para personas de más de 50 años.
Son 16 clases que voy a desarrollar entre el 11 de abril y el 8 de agosto, en Tucumán 3035, los días viernes de 17 a 19 hs.
---------------------------------------------------------------------------------------------
Las personas interesadas en mi libro "Historia ecológica de Iberoamérica", Editorial Kaicrón y Le Monde Diplomatique, pueden ponerse en contacto con los editores en las siguientes direcciones:
kaicron@kaicron.com.ar
rivas@kaicron.com.ar
---------------------------------------------------------------------------------------------
Los dictadores y la ecología
Un aspecto sugestivo de las diferencias ecológicas entre los tiranos de esta etapa y la anterior puede verse al comparar las actitudes de los dictadores mexicanos Porfirio Díaz y Victoriano Huerta. Ambos gobernaron el mismo país y con muy poco tiempo de diferencia (Porfirio Díaz terminó su gobierno en 1911 y Victoriano Huerta lo inició en 1913). Sin embargo, Díaz tuvo especial cuidado en embellecer y forestar la zona de Chapultepec, creando un importante bosque urbano que sirviera de paseo público, del mismo modo de otras capitales latinoamericanas que imitaron los parques de París. Huerta, en cambio, se dedicó a robarse los ejemplares del arbolado público para volver a plantarlos en su rancho privado[i]. En otras palabras, que los autoritarismos de la etapa europeizante piensan a nuestras sociedades como espacios de transformación al servicio de su clase, mientras que las dictaduras de la etapa que estamos analizando sólo las piensan como oportunidades de saqueo.
Recordemos la enorme importancia de las dictaduras en esta etapa. A finales de la misma, hubo momentos entre las décadas de 1970 y 1980 en los que “las dictaduras superaban a las democracias en proporción de cinco a uno”[ii]. El arquetipo de dictador de esta etapa es el dominicano Rafael Leónidas Trujillo, quien gobernó su país con apoyo norteamericano entre 1930 y 1962. Al igual que los emperadores romanos, Trujillo trató a los bienes públicos como si fueran sus propios bienes privados. En 1939 recibió un informe de un naturalista puertorriqueño sobre el valor económico de los recursos naturales del país. Al ver la valuación de los bosques maderables, Trujillo se hizo industrial maderero, asociándose con personas que ya estaban en el negocio o colocando testaferros al frente de nuevos aserraderos de su propiedad y monopolizando el sector.
Se inició así una carrera de talado y exportación de maderas valiosas, como la caoba. Una vez retiradas las maderas “quedaron los trabajadores de los aserraderos convertidos en campesinos itinerantes al servicio de los terratenientes ganaderos, que les entregaban tierras taladas pero cubiertas de bosque secundario, para que las talaran de nuevo y sembraran frijoles o papas por dos o tres años, a cambio de entregarles los fundos sembrados de pastos cuando la pérdida de la fertilidad del suelo los obligara a moverse a otro lote para comenzar de nuevo”[iii]. Cada movimiento se hacía con el incendio de amplias extensiones durante la estación seca. El reemplazo de pinos por pastizales modificó completamente la hidrología de la región. Los suelos que carecían de la protección del bosque dejaron de retener el agua y se secaron los arroyos.
“En 1967, seis años después de la muerte de Trujillo, se calculó que apenas quedaban 9 millones de hectáreas de bosques en la República Dominicana, en contraste con los 46 millones que había en 1916. Los pinares fueron los bosques que más sufrieron la acción de los aserraderos. En el 1939, Chardón calculó que había en el país 12 millones de hectáreas de pinos. En 1967, cuando el gobierno dominicano por fin clausuró los aserraderos, apenas quedaban 3,5 millones de hectáreas de pino”[iv].
François Duvalier (Papá Doc), dictador vitalicio de Haití, imita a Trujillo en sus negocios con los bosques y lo mismo hace la dinastía de Somoza en Dominicana.
[i] Cit. en: Simonian, Lane: "La defensa de la tierra del jaguar: Una historia de la conservación en México". Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP) Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), México D.F., 1995.
[ii] Adams, Patricia: “Deudas odiosas: un legado de insensatez económica y saqueo ambiental”, Buenos Aires, Planeta Tierra, 1993.
[iii] Moya Pons, Frank: ”Historia y Medio Ambiente en la Isla de Santo Domingo”.
[iv] Moya Pons, Frank: ”Historia y Medio Ambiente en la Isla de Santo Domingo”.
Fuente:
Antonio Elio Brailovsky, Historia Ecológica de Iberoamérica en la Universidad de Buenos Aires, 13/03/14, Defensoría Ecológica. Consultado 15/03/14.
No hay comentarios:
Publicar un comentario