jueves, 27 de febrero de 2014

Demasiados errores

Los problemas de la radicación de la planta de Monsanto en Malvinas Argentinas preceden a las protestas; se originan en los errores de la empresa y de los estados municipal, provincial y nacional.

Si por estos días alguien quisiera repasar la cadena de errores que ha convertido al caso Monsanto en una brasa caliente, concluiría que nunca un mal árbol produce buenos frutos. O que, en otros términos, rara vez termina bien lo que ha comenzado decididamente mal.

Como sea, la cuestión es que nadie hoy en Malvinas Argentinas, en la Provincia o en la Nación parece dispuesto a hacerse cargo de los costos de lo que debió ser celebrado como una radicación de capitales y creación de trabajo y se convirtió en una imperdonable equivocación.

A estas horas, el municipio de Malvinas y el Gobierno provincial juegan a endosarse las responsabilidades de una decisión que no beneficiaría a nadie, como es no autorizar la ya iniciada construcción de la planta, mientras la Nación esconde sus cartas y la empresa apuesta a que un nuevo estudio de impacto ambiental acomode lo que nació como un mal parto.

Como siempre, se paga el precio de la improvisación y de haber cortado camino suponiendo que el permiso político alcanzaba para salvar cualquier dificultad legal. Todos los involucrados se equivocaron, aun cuando ninguno lo admita.

El anuncio de la radicación de la empresa en Malvinas Argentinas fue asumido por el Gobierno municipal como un logro de gestión que daría impulso a la ciudad, y por el provincial como un triunfo del modelo cordobés, mientras el nacional contaba los puntos que implicaría la instalación de una multinacional importante, en momentos de escasez de inversiones externas.

Todos obviaron el marco legal previo y, por cierto, que se debe consultar a la gente. En especial si se pretende erigir una planta industrial casi en medio de una zona urbana. Pero el más imperdonable de los errores fue no haber esperado el tardío estudio de impacto ambiental, rechazado por la Provincia cuando ya el costo político se hacía insoportable y los trabajos de fundación del establecimiento habían comenzado.

El apuro sirvió a los que se arrogan representaciones difusas para instaurar una protesta hoy contrarrestada por quienes se manifiestan a favor, fabricando un perfecto callejón sin salida.

Ahora la empresa plantea introducir a un nuevo jugador, la Universidad Nacional de Córdoba, en la búsqueda de legitimidad para el segundo estudio de impacto ambiental. En especial, habrá que disipar dudas sobre el núcleo duro de la cuestión, que es el tratamiento de residuos y efluentes, para que luego tomen la decisión final los vecinos de Malvinas Argentinas y las autoridades que deben autorizar la radicación.

La gran incógnita es hoy saber cuál es el margen político para hacer lucir bien lo que empezó mal. Un freno definitivo al proyecto sin más fundamento que la presión de quienes se oponen implicará costos mayores para la provincia y el país. De nuevo, habría que preguntarse cómo fue que llegamos hasta aquí.

Fuente:
Demasiados errores, 27/02/14, La Voz del Interior. Consultado 27/02/14.

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