miércoles, 14 de agosto de 2013

Noroeste cordobés cada vez menos vegetal y más degradado


Una tesis doctoral de estudios ambientales muestra la crítica situación causada por el gran desmonte de los bosques nativos.

Se trata de una tesis de doctorado de Andrés Horacio Britos, y forma parte de una línea de investigación del Instituto Superior de Estudios Ambientales.

El trabajo de Britos se concentró en el departamento Ischilín, especialmente en la subcuenca de las Salinas Grandes, que abarca dos tercios de este Departamento.

Se estudió la reducción de la cobertura invernal fruto del desmonte y también del sobre pastoreo. En paralelo, se da cuenta de el efecto conjunto de la sequía con los disturbios producidos por el hombre por sobre el ecosistema de la zona.

Para avalar estas conclusiones se utilizaron mapas satelitales de la región. Se midió el “índice verde” consiguiendo una imagen invernal por año de la zona y se compilaron unas 27 “fotografías” que van desde el año 1984 al 2010. Para ello, se tomaron las imágenes del satélite Landsat, cuyo sensor muestra lo que sucede en la vegetación en un área de 900 m2, suficiente para ver el estado de la zona.

“Nuestra evaluación se centra en la vegetación invernal -precisó Britos-, a través de un indicador derivado de teledetección que combina las longitudes de la radiación solar en la zona del verde e infrarrojo, con lo que conseguimos un indicador, una foto anual, principalmente de la vegetación fotosintéticamente activa en el invierno. Esto representa especialmente las especies arbustivas y árboles del bosque nativo que son los que mantienen la fotosíntesis activa durante el invierno”, detalló el científico.

La investigación develó que más del 25 % de la superficie de la cuenca está perdiendo la cobertura verde invernal, debido a los desmontes indiscriminados.

Un 12 % de la tierra ya se estima ha traspasado umbrales de “cambio irreversibles”, por lo que la recuperación de estos ambientes se halla muy comprometida, confirmando así que el ambiente se está desertificando. Esta situación se ve agravada por las sequías de los últimos cinco años en la zona.

El trabajo explicó que los suelos más pobres en nutrientes y con menos regímenes de lluvias que sufren desmontes y pastoreo frecuente, pierden la capacidad de recuperación de la vegetación cuando aparecen las lluvias.

“Los suelos se degradan irreversiblemente posteriormente al disturbio de desmonte y rolados frecuentes por más de 20 años. Esto lo observamos claramente en las zonas de los bordes elevados de las salinas, donde los suelos son mas pobres”, asegura Britos.

Los incendios también fueron tomados en cuenta a la hora de analizar la pérdida de vegetación. Se detectó, así, que los fuegos inciden en la degradación del bosque, favoreciendo la cobertura arbustiva y que demoran al menos 15 años en recuperar su cobertura invernal.

La pérdida de la flora autóctona se vincula también con los sistemas productivos. La actividad que más contribuye son las estancias ganaderas de grandes superficies y especializadas en ganadería bovina; mientras que las economías campesinas, con mayor concentración demográfica y utilización de menos superficie, utilizan los bosques para leñas y pastoreo de cabras.

Un trabajo paralelo realizado por Andrés Britos, analiza el fenómeno de la sequía en la zona, aporta a la desertificación integral de la región y se suma a la pérdida de vegetación producida por la actividad del hombre.

Algunos de los análisis efectuados muestran que en las últimas tres temporadas en Ischilín, la sequía afectó 111.436 hectáreas en 2009-2010; 170.054 en 2010-2011; y 89.943 en el siguiente período. Peor fue la falta de agua en la región de Tulumba, con 278.954 hectáreas afectadas entre 2009 y 2010; 243.034 el siguiente año; mientras que 154.682 hectáreas de tierra se afectaron en 2011-2012.

De acuerdo a la pérdida de productividad de la vegetación, a raíz de la sequía quedaron en situación “extrema” unas 62524 hectáreas en Cruz del Eje; 142675 en Ischilín; 214.293 hectáreas en Tulumba; y 114253 en Río Seco, entre otras zonas.

En total, la sequía está afectando a alrededor de 1.700.000 hectáreas en el norte de la provincia de Córdoba.

Un caso paradigmático y esclarecedor de lo que sucede en la región, es la bajante de la Laguna Mar Chiquita. En este análisis, se muestran dos imágenes del humedal tomadas por el satélite Modis correspondientes a Octubre de 2007, que fue una época de pocas lluvias, y Octubre de 2012, que fue un mes húmedo. Las fotos también indican la poca humedad del suelo por la falta de lluvias.

Las especies leñosas son determinantes en la zona del Bosque chaqueño, ya que tienen la capacidad de bombear agua y nutrientes de las napas más profundas del suelo, con lo cual su aporte se vuelve estratégico para la estabilidad en las cadenas tróficas.

En cambio, la vegetación que queda luego de los desmontes posee raíces superficiales y no tienen capacidad de llegar a buscar aguas a las napas; dependen, más bien, de las lluvias ocasionales.

“El ambiente se empobrece y se reduce aún más la cobertura vegetal, dramáticamente más comprometida con la sequía”, señala el científico. Como es sabido, la sequía agrava la pérdida de cobertura de la vegetación.

Las pocas reservas de humedad que puede haber en suelo por las lluvias esporádicas son rápidamente agotadas y evaporadas en la superficie, desnuda debido a los desmontes.

“Especialmente en los ambientes áridos, las áreas desmontadas sufren más las inclemencias de la sequía debido a la pérdida de la cobertura leñosa del bosque nativo, con lo cual se acrecienta el efecto de degradación de suelos y vegetación”, aclara Britos.

“Todo estos elementos contribuyen a la progresiva reducción de la vegetación, el aumento de la erosión de los suelos y la salinización”, resume Britos.

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