Una tesis doctoral de estudios ambientales muestra la
crítica situación causada por el gran desmonte de los bosques nativos.
Se trata de una tesis de doctorado de Andrés Horacio Britos,
y forma parte de una línea de investigación del Instituto Superior de Estudios
Ambientales.
El trabajo de Britos se concentró en el departamento
Ischilín, especialmente en la subcuenca de las Salinas Grandes, que abarca dos
tercios de este Departamento.
Se estudió la reducción de la cobertura invernal fruto del
desmonte y también del sobre pastoreo. En paralelo, se da cuenta de el efecto
conjunto de la sequía con los disturbios producidos por el hombre por sobre el
ecosistema de la zona.
Para avalar estas conclusiones se utilizaron mapas
satelitales de la región. Se midió el “índice verde” consiguiendo una imagen
invernal por año de la zona y se compilaron unas 27 “fotografías” que van desde
el año 1984 al 2010. Para ello, se tomaron las imágenes del satélite Landsat,
cuyo sensor muestra lo que sucede en la vegetación en un área de 900 m2 , suficiente para ver
el estado de la zona.
“Nuestra evaluación se centra en la vegetación invernal -precisó Britos-, a través de un indicador derivado de teledetección que combina
las longitudes de la radiación solar en la zona del verde e infrarrojo, con lo
que conseguimos un indicador, una foto anual, principalmente de la vegetación
fotosintéticamente activa en el invierno. Esto representa especialmente las
especies arbustivas y árboles del bosque nativo que son los que mantienen la
fotosíntesis activa durante el invierno”, detalló el científico.
La investigación develó que más del 25 % de la superficie de
la cuenca está perdiendo la cobertura verde invernal, debido a los desmontes
indiscriminados.
Un 12 % de la tierra ya se estima ha traspasado umbrales de
“cambio irreversibles”, por lo que la recuperación de estos ambientes se halla
muy comprometida, confirmando así que el ambiente se está desertificando. Esta
situación se ve agravada por las sequías de los últimos cinco años en la zona.
El trabajo explicó que los suelos más pobres en nutrientes y
con menos regímenes de lluvias que sufren desmontes y pastoreo frecuente,
pierden la capacidad de recuperación de la vegetación cuando aparecen las
lluvias.
“Los suelos se degradan irreversiblemente posteriormente al
disturbio de desmonte y rolados frecuentes por más de 20 años. Esto lo
observamos claramente en las zonas de los bordes elevados de las salinas, donde
los suelos son mas pobres”, asegura Britos.
Los incendios también fueron tomados en cuenta a la hora de
analizar la pérdida de vegetación. Se detectó, así, que los fuegos inciden en
la degradación del bosque, favoreciendo la cobertura arbustiva y que demoran al
menos 15 años en recuperar su cobertura invernal.
La pérdida de la flora autóctona se vincula también con los
sistemas productivos. La actividad que más contribuye son las estancias
ganaderas de grandes superficies y especializadas en ganadería bovina; mientras
que las economías campesinas, con mayor concentración demográfica y utilización
de menos superficie, utilizan los bosques para leñas y pastoreo de cabras.
Un trabajo paralelo realizado por Andrés Britos, analiza el
fenómeno de la sequía en la zona, aporta a la desertificación integral de la
región y se suma a la pérdida de vegetación producida por la actividad del
hombre.
Algunos de los análisis efectuados muestran que en las
últimas tres temporadas en Ischilín, la sequía afectó 111.436 hectáreas
en 2009-2010; 170.054 en 2010-2011; y 89.943 en el siguiente período. Peor fue
la falta de agua en la región de Tulumba, con 278.954 hectáreas afectadas entre 2009 y
2010; 243.034 el siguiente año; mientras que 154.682 hectáreas de tierra se afectaron
en 2011-2012.
De acuerdo a la pérdida de productividad de la vegetación, a
raíz de la sequía quedaron en situación “extrema” unas 62524 hectáreas en Cruz del
Eje; 142675 en Ischilín; 214.293 hectáreas en Tulumba; y 114253 en Río Seco, entre
otras zonas.
En total, la sequía está afectando a alrededor de 1.700.000 hectáreas
en el norte de la provincia de Córdoba.
Un caso paradigmático y esclarecedor de lo que sucede en la
región, es la bajante de la
Laguna Mar Chiquita. En este análisis, se muestran dos
imágenes del humedal tomadas por el satélite Modis correspondientes a Octubre
de 2007, que fue una época de pocas lluvias, y Octubre de 2012, que fue un mes
húmedo. Las fotos también indican la poca humedad del suelo por la falta de
lluvias.
Las especies leñosas son determinantes en la zona del Bosque
chaqueño, ya que tienen la capacidad de bombear agua y nutrientes de las napas
más profundas del suelo, con lo cual su aporte se vuelve estratégico para la
estabilidad en las cadenas tróficas.
En cambio, la vegetación que queda luego de los desmontes
posee raíces superficiales y no tienen capacidad de llegar a buscar aguas a las
napas; dependen, más bien, de las lluvias ocasionales.
“El ambiente se empobrece y se reduce aún más la cobertura
vegetal, dramáticamente más comprometida con la sequía”, señala el
científico. Como es sabido, la sequía agrava la pérdida de cobertura de la
vegetación.
Las pocas reservas de humedad que puede haber en suelo por
las lluvias esporádicas son rápidamente agotadas y evaporadas en la superficie,
desnuda debido a los desmontes.
“Especialmente en los ambientes áridos, las áreas
desmontadas sufren más las inclemencias de la sequía debido a la pérdida de la cobertura
leñosa del bosque nativo, con lo cual se acrecienta el efecto de degradación de
suelos y vegetación”, aclara Britos.
“Todo estos elementos contribuyen a la progresiva reducción
de la vegetación, el aumento de la erosión de los suelos y la salinización”,
resume Britos.
Fuente:
Noroeste cordobés cada vez menos vegetal y más degradado, 13/08/13, cba24n.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario