por Gabriel Levinas
Los Qom de la
Primavera son una de tantas comunidades aborígenes de nuestro
país que padecen, en pleno siglo XXI, una marginación desconocida para quienes
vivimos en la Capital.
Hasta el acceso al agua y la salud tienen restringido o
negado. Félix Díaz “qarashe” (cacique) se levantó del olvido y la humillación y
llegó hasta las puertas de la
Casa de Gobierno para pedir por los derechos de su gente.
Cristina, inexplicablemente y a un costo político que se va revelando como cada
vez mas alto, se negó de forma sistemática a recibirlos y escuchar su voz.
Primero le molestó esa carpa de indigentes en la Avenida de Mayo que mostró
las contradicciones en materia de derechos humanos al mundo entero durante la
preparación del rally Dakar. Más tarde mandó a la Cámpora , con Larroque a la
cabeza, a hacer el trabajo sucio de enviarlos de prepo en un ómnibus a Formosa
con la esperanza de que desaparecieran de la vista. No contó con Félix Díaz, lo
subestimó. No supo que se enfrentaba con un adversario con la fuerza que da la
convicción a quien no tiene nada que perder y la grandeza espiritual de un
líder único. Sin beligerancia y sin retroceder, Félix ha sabido ganarse la
simpatía de argentinos que ni siquiera tenían idea de que en nuestro país había
indios. La empecinada negativa de Cristina logró que Félix se convirtiera en el
representante natural de la dignidad de estos pueblos desposeídos y ha puesto
sobre la agenda nacional el tema de sus tierras.
Son cazadores-recolectores para quienes la tierra forma
parte de su cultura y de su ser. De ella sacan su sustento y en ella viven sus
dioses. El monte es su farmacia, de allí sacan sus hierbas y plantas curativas,
su miel y la dulce algarroba. Un Qom no es un Qom sin la libertad para recorrer
y cuidar ese monte. Un plan social y una casa donde se los hacina, bajo un
caluroso techo de chapa, sólo son la escenografía que oculta un lento
etnocidio.
Félix ha perdido parte de su familia y muchos amigos en esta
lucha. Sólo en el fin de semana, mientras estaba en Roma esperando al papa
Francisco, se murieron dos bebés recién nacidos que incrementaron una lista
interminable e injusta de muertes evitables.
Francisco ya conocía esta situación, pero quiso, con este
gesto, que Cristina no pueda seguir haciéndose la distraída. Veremos si la Presidenta evitará
enfrentar al gobernador de Formosa, Gildo Insfrán -un socio que le vota lo que
quiera en el Congreso mientras él puede seguir haciendo sus fechorías dignas de
un feudal del medioevo-, o actuará en consonancia con su prédica habitual como
cabeza de un gobierno de los derechos humanos.
Fuente:
Gabriel Levinas, Cristina subestimó a Félix Díaz y Francisco lo demostró, 25/06/13, Clarín.
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