viernes, 21 de diciembre de 2012

Los ritmos de la naturaleza - El verano


por Antonio Elio Brailovsky

Como ustedes saben, vivimos en una cultura que trata de hacernos olvidar nuestra pertenencia a la naturaleza. Esto no es casual, sino que ha sido impulsado por los mismos intereses que lucran con el deterioro de nuestro ambiente y tratan de hacernos creer que podemos vivir en una cáscara virtual.

Pero nuestro encuentro con el ambiente se hace a través del propio cuerpo. La percepción sensitiva es el primer paso antes de la reflexión. "Paraje solitario el de un pensamiento ambiental que se alista para emprender una expedición que lo conduzca inevitablemente a la conquista del cuerpo", dice el filósofo colombiano Jaime Pineda. Pineda ha sido arrestado en diciembre de 2012 por quienes ven como más sencillo encarcelar a un profesor universitario que desarticular los escuadrones de la muerte que actuaron durante décadas en su país. De este modo, el necesario proceso de paz de Colombia se ve empañado por presiones contra quienes sólo disienten con las autoridades de turno.

Mantenemos así nuestra insistencia en recuperar la vivencia de los ritmos de la naturaleza que hacen posible nuestra misma existencia.

En esta entrega ustedes reciben:
Un cuadro del español Joaquín Sorolla, pintado en 1908, en que muestra unas niñas corriendo por la playa y que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Asturias.
Un texto de Gabriel García Márquez, de su cuento "El verano feliz de la señora Forbes", publicado en 1986, en el que otros niños descubren un mundo misterioso en las costas de Sicilia.
Para aquellos que no han decidido sus regalos de fin de año, les envío el recordatorio de mi libro de reciente aparición: "Historia Ecológica de la Ciudad de Buenos Aires", un texto científico que tiene ritmo de novela.

Quiero saludarlos en el comienzo del verano. Un gran abrazo a todos.

Antonio Elio Brailovsky

“Durante un año entero habíamos esperado con ansiedad aquel verano libre en la isla de Pantelana, en el extremo meridional de Sicilia, y lo había sido en realidad durante el primer mes, en que nuestros padres estuvieron con nosotros. Todavía recuerdo como un sueño la llanura solar de rocas volcánicas, el mar eterno, la casa pintada de cal viva hasta los sardineles, desde cuyas ventanas se veían en las no­ches sin viento las aspas luminosas de los faros de África. Explorando con mi padre los fondos dormi­dos alrededor de la isla habíamos descubierto una ristra de torpedos amarillos, encallados desde la úl­tima guerra; habíamos rescatado un ánfora griega de casi un metro de altura, con guirnaldas petrificadas, en cuyo fondo yacían los rescoldos de un vino inmemorial y venenoso, y nos habíamos bañado en un remanso humeante, cuyas aguas eran tan densas que casi se podía caminar sobre ellas”.

Gabriel García Márquez: “El verano feliz de la Señora Forbes”, 1986.


Los mails del editor son: kaicron@kaicron.com.ar y rivas@kaicron.com.ar

Fuente:
Antonio Elio Brailovsky, Los ritmos de la naturaleza - El verano, 20/12/12, Defensoría Ecológica.

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