Diversos gobiernos y empresas están dando un fuerte impulso
al desarrollo de estos yacimientos a pesar de que requieren una ocupación más
extensa e intensa del territorio, la utilización de grandes cantidades de agua
y químicos de alta toxicidad.
por comisión ambiental de COB-La Brecha Comahue
El desarrollo del capitalismo necesita, en el afán de
producir cada vez más (y que cada vez menos aprovechan), obtener mayores
fuentes de energía. Al mismo tiempo, los yacimientos de hidrocarburos
tradicionales, una de las principales fuente de energía del siglo pasado, se
están agotando. Y el aumento de precios que eso genera, más el mejoramiento de
algunos recursos técnicos, hace viable la explotación no convencional.
Diversos gobiernos y empresas están dando un fuerte impulso
al desarrollo de estos yacimientos a pesar de que requieren una ocupación más
extensa e intensa del territorio, la utilización de grandes cantidades de agua
y químicos de alta toxicidad, y que las tecnologías empleadas para su
extracción redoblan el impacto generado por las explotaciones tradicionales.
Argentina es, según un informe por la Administración de
Información de Energía de Estados Unidos, el tercer país con mayor potencial
geológico para este tipo de hidrocarburos, después de China y Estados Unidos.
La expropiación parcial de YPF profundiza el camino hacia la explotación de
estos recursos. Por eso, la compañía cuya mayoría accionaria corresponde ahora
al estado Nacional sale a buscar socios privados para desarrollar este tipo de
emprendimientos, lo que certifica que la lógica empresarial seguirá estando
regida por la maximización de la producción, sin tener en cuenta otras
variables como las poblaciones locales o seguridad ambiental.
¿De qué estamos hablando?
La denominación de “hidrocarburos no convencionales” (gas y
petróleo) se debe a que dichos minerales se encuentran en rocas compactas y a
una profundidad que supera a las formaciones que reservan los “convencionales”.
La técnica para la extracción es diferente a la explotación
convencional. La perforación es vertical hasta una profundidad que supera los 5000 metros y luego
horizontal por otros 2000
metros , atravesando napas y diversas formaciones.
Son extraídos a través de la “hidrofractura” o “fracking”.
La hidrofractura es un sismo subterráneo producido por medio de explosiones. Se
utiliza una gigantesca cantidad de agua junto a una mezcla de productos
químicos que contiene “inhibidores de corrosión”, “gelificantes”, “complementos
biácidos”, “demulsificantes espesantes” para generar la presión necesaria que
rompe la roca que contiene los minerales.
Cada excavación necesita, en promedio, 30 millones de litros
de agua, lo que es igual a la cantidad que consume por día una población de
80.000 personas. Un pozo se puede hidrofracturar hasta 18 veces: es decir que
puede requerir 540 millones de litros de agua. Los minerales se chupan por los
tubos y con suerte, un porcentaje de los químicos y elementos radioactivos,
vuelven a la superficie, mientras que la mayoría son absorbidos por las napas
subterráneas. Los desechos tóxicos se vierten en piletas de almacenamiento a
cielo abierto donde se disipan en el aire y se convierten en gases altamente
nocivos para el ambiente.
En la provincia de Neuquén, la empresa petrolera Apache
comenzó con la técnica de hidrofractura en la comunidad mapuche Gelay Ko. El
gobierno neuquino otorgó la concesión a la compañía norteamericana sin el
consentimiento de la comunidad originaria. De la misma manera hizo lo suyo YPF.
Las dos empresas operan en la formación geológica denominada “Vaca Muerta”,
territorio donde viven 17 comunidades mapuche.
¿Para qué?
Uno de los principales motivos para que el gobierno nacional
fomente el desarrollo de no convencionales es el objetivo de volver a lograr el
autoabastecimiento de hidrocarburos (objetivo este que se perdió debido a la
política implementada por Repsol). Sin embargo, en ningún momento el discurso
oficial explica en qué se consumen los hidrocarburos generados.
Se sabe, por ejemplo que un convenio firmado entre Repsol
YPF y la compañía minera Vale, permitirá a esta utilizar importantes cantidades
del gas obtenido en Neuquén en la extracción de potasio en el yacimiento
Potasio Rio Colorado. Producción esa que se exportará en su totalidad a los
campos de transgénicos que están destruyendo el Amazonas.
Entonces ¿Para qué más producción? ¿En qué se consume lo que
se produce? ¿Quién debe definir cuánto se produce y para qué? ¿Quién debe
controlar el cumplimiento de las normas ambientales? ¿Quién establece los
parámetros ambientales?
Más información:
www.opsur.org.ar
Contacto: labrecha.comahue@gmail.com
Fuente:
comisión ambiental de COB-La Brecha Comahue, Hidrofractura: el nuevo rostro de la voracidad, 24/12/12, Agencia de Noticias Red en Acción.
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