miércoles, 19 de diciembre de 2012

Escuelas rurales padecen las fumigaciones

Paraje Los Algarrobitos. La Escuela Luis Vaca, cerca de Cañada de Luque, está rodeada de campos que se fumigan. Foto: La Voz.

Un colectivo de docentes de pequeños pueblos del interior denuncia que no se respeta la ley provincial que fija una distancia mínima para aplicar agroquímicos. Vincula esta práctica con problemas de salud. Diferentes realidades provinciales.

Colonia Caroya, Río Tercero, Río Cuarto, Villa María, Santa Rosa de Calamuchita, Villa Dolores. Un grupo de maestros del colectivo Docentes de Escuelas Fumigadas viene denunciando la falta de controles en Córdoba cuando se aplican productos químicos en cercanía de escuelas rurales (Infografía).

El problema no afecta a todos los establecimientos, pero sí a muchos de los ubicados en zonas de intensa actividad agrícola, con campos cultivados a metros de las aulas. El grupo de docentes plantea que, en ciertos casos, no se respetan las distancias mínimas, ni la obligación de dar aviso, ni la comunicación sobre productos y clase tóxica que se aplica, según fija que fija la ley provincial 9.164. Y relacionan esa falta de controles a la aparición de enfermedades entre pobladores rurales.

La norma prohíbe la fumigación aérea de agroquímicos más peligrosos (Clases Ia, Ib y II) en un radio de 1.500 metros del límite de áreas urbanas. La restricción es de 500 metros para los productos menos riesgosos (Clases III y IV).

También se prohíbe la aplicación terrestre de los químicos del primer grupo dentro de un radio de 500 metros de zonas urbanas. Las escuelas rurales pueden considerarse un sector ­urbano a pesar de estar pegadas a campos.

Alrededor de 700 mil niños de escuelas rurales de todo el país se encontrarían expuestos a esta práctica, dicen desde esta agrupación, que impulsa la Campaña “Escuelas Fumigadas ¡Nunca más!”. Medardo Ávila, uno de los coordinadores de la iniciativa, dice que la campaña busca revertir una grave problemática sanitaria a la que se encuentran expuestas alrededor de 1.500 instituciones educativas a nivel provincial.

También advierten que en muchos pueblos se siguen utilizando a los niños como banderi­lleros (marcan por donde debe pasar el avión fumigador), con lo cual se exponen a posibles envenenamientos agudos, además de problemas crónicos.

En un escrito, citaron como ejemplo el diagnóstico de 17 casos de cáncer entre 2000 y 2009 en Cañada de Luque, una comunidad de menos de mil habitantes. También, aseguraron que se repiten los casos de niños de escuelas rurales con alergias, problemas respiratorios y de piel. En este paraje los campos están pegados a las escuelas de la zona y hay pruebas de que se fumigan según pudo verificar La Voz del Interior (ver Aulas pegadas a los campos ). La situación es diversa en otros puntos del interior provincial.

Por región. En el este. En la escuela rural José de San Martín, de Colonia Luis Sauze, a 22 kilómetros de San Francisco, alumnos y docentes plantean quejas por ­partida doble: las fumigaciones de los campos que la rodean y el casi constante humo por quemas de un basural cercano. Laura Rossetti, la directora, contó que no tienen protección cuando se fumiga en los campos vecinos, separados por un tejido. “Cuando escuchamos las avionetas no dejamos salir a los chicos al patio. Cerramos puertas y ventanas, pero cuando salimos se nota que hay algo en el aire”, comentó. También dijo que nadie les avisa cuando se realizan fumigaciones.

A ese problema suman el del humo de un relleno sanitario 
de basura, situado a tres kilómetros.

En Traslasierra. 15 kilómetros al sur de Villa Dolores se encuentra Conlara, pequeño pueblo rodeado de plantaciones, sobre todo de maíz. “Fumigan más cerca de las viviendas que lo permitido” señala Francisco Cerrutti, vecino del lugar. “Los campos no están tan pegados a la escuela, pero sí de las cisternas abiertas que contienen agua para todo el pueblo, la escuela y varias casas rurales”, citó.

Cerrutti es apicultor y afirma sentirse afectado en su actividad. Denunció las fumigaciones en la comisaría de San Javier y abrió una causa en los tribunales de Villa Dolores. “En la escuela no hemos tenido hasta ahora quejas de alumnos ni de padres” señaló Patricia Sosa Campana, docente coordinadora del colegio.

En el sur. Luciana Thoreau es docente de la Escuela San Martín, ubicada al pie del cerro Suco, a 30 kilómetros de Sampacho, en el departamento Río Cuarto. “Nuestra escuela, por suerte, tiene una hectárea y no nos llegan los agroquímicos que usan en los campos. Se nota porque los yuyos crecen”, comentó. Según la docente, los dueños de los campos vecinos son padres de alumnos por lo que toman todos los recaudos. “El problema más serio lo tienen las escuelas rurales ubicadas cerca de grandes campos, que encargan la fumigación a empresas de afuera”, explicó.

En el centro. En la escuela rural Juan Bautista Alberdi, del paraje Los Potreros (entre Río Tercero y Villa Ascasubi) no hay reclamos por fumigaciones, a pesar de los campos cultivados a su alrededor. Según la do­cente Mariela Farías, allí los productores vecinos fumigan solamente en horario nocturno o en días sin actividad escolar.

“Frecuentemente lo hacen a las 5 de la mañana, cuando no hay viento”, dijo. La docente mencionó que no se plantearon quejas respecto a fumigaciones mal aplicadas en otras escuelas de la zona.

En el centro-este. En la Escuela Domingo Faustino Sarmiento, ubicada en campos Los Prados, cerca de Villa María, dicen no sufrir el problema de fumigaciones cercanas. La razón central: está ubicada en plena cuenca láctea, rodeado por ocho tambos, donde no se aplican agroquímicos.

En otras escuelas rurales del sudeste, la zona agrícola más próspera de Córdoba, suelen plantearse inquietudes por aplicaciones en campos vecinos a colegios rurales.

En las sierras. La inspectora de zona de escuelas primarias de Calamuchita Norte, sostuvo que no hay reclamos de escuelas rurales víctimas de aplicaciones de agroquímicos. En la zona serrana no abundan los campos cultivados que requieren fumigaciones.

De todos modos, en la comunidad de Villa Ciudad Parque, pequeño pueblo cercano a Villa General Belgrano, hay algunas quejas: se viene reclamando hace tiempo por las pulverizaciones en campos pegados a las viviendas y a la única escuela del pueblo.

Más máquinas, pero menos gente

Según el último censo, en Córdoba sólo el 7,9 % de la población habita en zonas rurales. Son unas 255 mil personas.

Hace 20 años eran casi el doble. Las escuelas están cada vez más vacías.

El uso de mayor tecnología en tareas agropecuarias fue generando menos demanda de mano de obra rural. Además, la agricultura, sobre todo sojera, avanzó sobre la ganadería y la actividad tambera en Córdoba, que requieren más personal.

Por otro lado, como en todo el país, en las dos últimas décadas avanzó el proceso de concentración de la tierra: hay menos productores, con mayores extensiones. Eso implica menos gente en el campo. Sólo en los departamentos más empobrecidos del noroeste provincial la población se queda.

Esos fenómenos productivos y laborales, más otros culturales, generaron un despoblamiento rural que se percibe en la menor matrícula de las escuelas de campo.

En las décadas de 1950 y 1960 llegaban a tener entre 60 y 100 alumnos. Ahora apenas sobrepasan la decena en estos tiempos. Varias subsisten para dar clases apenas a dos o tres alumnos.

“Los campesinos no tienen dónde trabajar. Se fueron los alambradores, se fueron los que sabían manejar la hacienda, se fueron los enlazadores, los que trabajaban en la yerra. Se fueron al pueblo y allí están, la mayoría con planes del gobierno”, dice Sergio Santa Cruz, director de la escuela rural Luis Vaca, en el norte cordobés.

Su colega de Campo Columbo, Isabel Rongo, agrega: “Se van muchas familias porque se quedan sin trabajo. Han cerrado escuelas rurales, por quedarse sin alumnos”.

Omar Toledo, docente en la zona rural de Cañada de Luque, es categórico: “Este modelo tecnológico no da trabajo. Hay que volver a la producción que hacía que el campesino quedara en el campo”.

Aulas pegadas a los campos

Un recorrido del diario La Voz del Interior por zonas rurales del departamento Totoral, en cercanías de Cañada de Luque, detectó evidencias de fumigaciones en campos pegados a las escuelas.

por Claudio Minoldo

En el paraje Los Algarrobitos, la escuela Luis Vaca está rodeada de campos con cultivos extensivos. Sergio Santa Cruz, su director, fue paciente oncológico hasta 2007, después de que en 2002 le extirparan un tumor. “En la historia clínica dejaron sentada que era una persona que vivía en zona rural porque ese año se habían sucedido los mayores casos de linfomas allí, sobre todo en pueblos muy chicos”, señaló.

La principal queja es que las aplicaciones de agroquímicos se realizan sin supervisión. No hay una autoridad que verifique si las condiciones de temperatura, viento y humedad son las adecuadas para fumigar. Hace poco, María Isabel Rongo, directora de la escuela Subalférez Guillermo Nasif, del paraje Campo Columbo, constató que estaban fumigando en un campo vecino en horario de clases. “Al otro día estaban haciendo gimnasia los chicos en el patio y tuve que salir a decirles que entraran porque andaba una máquina fumigando. Si ven que está la bandera izada, deberían saber que estamos en clases”, dice.

Cambio de mentalidad
 “El campesino debe instruirse muy bien sobre los alcances de la legislación. Si así fuese, no estaríamos movilizándonos en defensa de la salud y de la vida. Le digo al productor que respete las leyes y no vamos a tener motivos para hacer reclamos”, explicó Omar Toledo, quien forma parte de Docentes de Escuelas Fumigadas. Desde ese grupo impulsan la creación de zonas de resguardo ambiental de 2.500 metros alrededor de las escuelas rurales. Allí se busca promover la agricultura orgánica que no necesita agroquímicos. “Nuestro objetivo es preservar la salud, adelantarse a los hechos, porque el daño ambiental está”, opinó Toledo.

Un problema que se visibiliza

No existe un registro que indique cuántas escuelas rurales están pegadas a los campos de cultivos.

por Edgardo Litvinoff

Este solo indicio refleja el naturalizado desinterés que existió por décadas respecto a los efectos de los agroquímicos en la salud. Desinterés o desconocimiento, según el enunciador.

En rigor, hasta hace 10 años poco se sabía y actuaba respecto de esta problemática.

El boom de la soja, más la actitud de vecinos afectados y ambientalistas, hizo que desde entonces esta percepción comenzara a modificarse.

Ituzaingó Anexo -el barrio del sur de la ciudad de Córdoba- fue uno de los emblemas de este cambio. Y sus madres, las que comenzaron a notar que sus chicos se enfermaban y que algo podían tener que ver las fumigaciones que se realizaban casi en frente de sus casas. El juicio que en agosto condenó a un productor y a un aeroaplicador por contaminación dolosa, fue el cierre de un largo proceso.

Pero el más importante sigue: haber visibilizado y puesto en debate público un problema demasiado real.

Quieren interpelar a Grahovac por fumigaciones cerca de escuelas

Es tras las denuncias por pulverizaciones en cercanía de escuelas rurales. El pedido será presentado en la Legislatura.

El legislador del Frente Cívico Roberto Birri pedirá en la Legislatura la interpelación del ministro de Educación Walter Grahovac tras conocerse casos de fumigaciones en cercanía de escuelas rurales de Córdoba.

“Los docentes y los niños y niñas de las escuelas rurales son también víctimas inocentes de las nuevas tecnologías agropecuarias, pero son más víctimas de la falta de medidas y control de la autoridad Superior, el ministro de Educación", dijo Birri.

Ayer, La Voz del Interior publicó que un grupo de maestros del colectivo Docentes de Escuelas Fumigadas viene denunciando la falta de controles en Córdoba cuando se aplican productos químicos cerca de escuelas rurales.

El problema no afecta a todos los establecimientos, pero sí a muchos de los ubicados en zonas de intensa actividad agrícola, con campos cultivados a metros de las aulas

Fuente:
Escuelas rurales padecen las fumigaciones, 17/12/12, La Voz del Interior.
Más máquinas, pero menos gente, 17/12/12, La Voz del Interior.
Claudio Minoldo, Aulas pegadas a los campos, 17/12/12, La Voz del Interior.
Edgardo Litvinoff, Un problema que se visibiliza, 17/12/12, La Voz del Interior.

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