La naturaleza y el arte casi
siempre se complementan, y muchas grandes obras, sobre todo joyas
arquitectónicas, no sólo comparten el espacio con un espectacular entorno
natural, sino que se complementan, de forma que paisaje y arte se enriquecen
mutuamente.
Pero no siempre es así, y las características geográficas y
meteorológicas pueden resultar fatales para una obra. Eso es precisamente lo
que han comprobado un grupo de investigadores en el Valle de los Caídos
(Madrid): que los materiales que se usaron para la construcción del conjunto
escultórico fueron inapropiados y que su deterioro es inevitable, porque además
el descomunal tamaño de las estructuras hace muy difícil una labor de
restauración.
Ésa es la conclusión principal de un estudio que han liderado
investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (perteneciente al
Consejo Superior de Investigaciones Científicas), que han comprobado que el
conjunto escultórico concebido por el artista Juan de Ávalos para el Valle de
los Caídos no es macizo.
Materiales inapropiados y hasta incompatibles
Las esculturas están recubiertas por placas de calizas
negras procedentes de las canteras zaragozanas de Calatorao y están unidas por
morteros con materiales incompatibles, totalmente inadecuados para su conservación,
han observado los investigadores.
El grupo escultórico del Valle de los Caídos está compuesto
por nueve estatuas de unos 20
metros de altura.
Según el Museo Nacional de Ciencias Naturales, para la
realización de las esculturas se usó caliza negra procedente de Calatorao, una
roca que ya fue utilizada en escultura y arquitectura por los árabes españoles
desde el siglo V.
Se trata, ha señalado el Museo, de una piedra muy versátil
para la talla y cuyo labrado proporciona contrastes de roca de color gris sin
pulir con otras de brillo negro excelente por la elevada pureza de sus fases de
calcitas de conchas fósiles (blancas) junto con kerógeno de origen marino
(carbón) que le proporciona un pulido brillante de color negro intenso.
La piedra usada en las esculturas del Valle de los Caídos es
perfecta para interiores
Los investigadores han observado que esa caliza es la mejor
opción para ser usada en interiores, ya que el sol decolora el negro u oxida la
materia orgánica en poco tiempo, y también es muy buena para pavimentos y
mampostería, pero sin embargo no resiste la acción de los sulfatos en ambientes
húmedos ni la acción del hielo en fisuras, como ocurre en el lugar donde están
ubicadas.
Así, las esculturas sufren fisuras que causan
desprendimientos que pueden ser muy peligrosos para los visitantes y empleados
del recinto, según los investigadores, que han señalado que esto es
"especialmente grave" porque el Valle de los Caídos es el tercer
monumento madrileño más visitado por los turistas.
El equipo investigador ha sido dirigido por el geólogo
Javier García-Guinea y en él han participado investigadores del Museo Nacional
de Ciencias Naturales, del Centro de Investigaciones Energéticas,
Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) y de las Universidades de Zaragoza y
Alicante.
Las conclusiones se han publicado en las revistas
científico-técnicas Environmental Earth Sciences y Materiales de Construcción.
Lluvia, agua, hielo y calor dañan de forma inexorable las
esculturas
El deterioro del conjunto escultórico se debe a que las
esculturas están abiertas a las aguas de lluvia, que penetran en los núcleos de
hormigón, y una de las formas más frecuentes de ataque químico al hormigón es
la acción de los sulfatos.
Pero también existe una alteración física debido a los
ciclos de congelación y deshielo que sufren las esculturas en ese lugar; la
congelación y el posterior deshielo originan esfuerzos internos en el hormigón
debido a la expansión térmica y a la congelación del agua contenida en los
poros capilares del hormigón, lo que provoca fisuras reiteradas y pérdida de
masa.
Javier García Guinea, del Museo Nacional de Ciencias
Naturales, ha explicado -señala el Museo- que una teórica restauración de las
esculturas debería eliminar los materiales incompatibles, lo que implicaría
extraer los bloques de calizas, sanear el núcleo de hormigón afectado y
recolocar los bloques otra vez.
Pero el sellado de las fisuras de las esculturas con
polímeros orgánicos mantendría en el interior grandes cantidades de sulfatos,
cuya posterior degradación bajo la luz solar ultravioleta facilitaría nuevas
entradas de aguas de lluvia y nuevas destrucciones de las esculturas en
fragmentos más grandes.
"Ávalos tallaba maravillosas estatuas pequeñas en bloques
de caliza de Calatorao, pero no sabía construir edificios de veinte metros con
formas de estatuas, ahí faltaba mucha ciencia de materiales de
construcción", ha concluido García Guinea.
Fuente:
Naturaleza y Arte: no siempre compatibles, 06/11/12, EFEverde. Consultado 14/11/12.
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