Informe realizado por la Universidad Nacional
de Córdoba en el "Primer encuentro de médicos de pueblos fumigados".
Desde la UNR
relevaron 10 localidades del sur santafesino expuestas: aumentaron enfermedades
y pérdida de embarazos. En la legislatura provincial aún se aguarda por el
tratamiento de reforma a la Ley
de Fitosanitarios.
Mientras organizaciones civiles acampan frente a la Legislatura provincial
para reclamar que se trate la reforma a ley de Fitosanitarios -que está a punto
de perder estado parlamentario por segunda vez y nuevamente en el Senado- estudios realizados desde la Universidad Nacional de Rosario (UNR) sobre diez
localidades santafesinas que conviven con fumigaciones de agroquímicos señalan
un aumento de enfermedades endócrinas, respiratorias y dermatológicas en sus
habitantes.
El relevamiento alcanza los últimos diez años, cuando el
área de la soja se expandió exponencialmente, a poco de que el país aprobara
cultivo de variedades transgénicas. Sus resultados también apuntaron que en
algunas localidades se duplicó la pérdida de embarazos en lugares donde la
fumigación se realiza a menos de 500 metros del casco urbano. A pesar de que
todavía no pueden atar el fenómeno solamente a la exposición de los pesticidas
agrícolas, los especialistas apuestan a profundizar los registros de salud con
ayuda del gobierno provincial.
Cambio de paisaje
Hace 15 años, la entrada de las semillas de soja modificadas
genéticamente, junto con el irremediable acompañamiento del glifosato como
agente de fumigación para los cultivos, comenzaban a delinear otro paisaje en
el país. Santa Fe, y en especial el sur, tradicional corazón del cultivo de
trigo y la actividad ganadera, emprendió el camino hacia la sojización,
siguiendo lineamientos productivos nacionales e internacionales. La resistencia
a las inclemencias del tiempo del "nuevo" cultivo, entre otros
factores, generó paulatinamente el avance a tierras antes impensadas para este
tipo de agricultura.
A la par del incesante avance de la frontera transgénica
comenzaron a verse indicios del impacto en los suelos y la población. La
utilización de los agroquímicos necesarios para que la soja arroje buenos
rindes fue foco de sospecha para los habitantes de las zonas rurales, quienes
se preguntaron si existía quizás una relación directa entre estos
fitosanitarios y las enfermedades, en muchos casos mortales, que los afectaban.
En 2010 comenzó a desarrollarse desde la Facultad de Ciencias
Médicas de la UNR ,
una iniciativa novedosa tendiente a lidiar con la sospecha. La intención era
doble.
Por un lado, diseñar un mecanismo práctico de evaluación
final para los estudiantes que terminan la carrera, en contacto con la
población. Y, en segundo lugar, poner a la universidad pública a producir
conocimiento científico al servicio de esa comunidad, respondiendo a sus
necesidades de saber qué estaba pasando con la repentina proliferación de
ciertas enfermedades por encima de los índices acostumbrados. Así surgieron los
"campamentos sanitarios", una serie de relevamientos sobre la salud
de la población a manos de estudiantes y un equipo de docentes. Registros
epidemiológicos domiciliarios, controles en niños dentro de las escuelas
primarias, trabajos de promoción de la salud y prevención de enfermedades a
través de talleres.
"Desde diciembre de 2010 llevamos realizados diez
campamentos, en los cuales hemos involucrado, a través de los estudios, a
65.000 personas. En promedio, hemos cubierto al 65 % de la población
de las localidades, con picos interesantes como el de Totoras, con un 88 % de la población entrevistada", relata Damián Verzeñassi,
responsable académico de los campamentos.
Para llevarlos a cabo, el contingente académico trabajó
junto a diversas instituciones locales y provinciales: escuelas, centros de
jubilados, municipios, comunas, y ministerios. Las localidades cubiertas por
los campamentos sanitarios fueron Santa Isabel, Murphy, María Teresa, San
Gregorio, Villa Cañás, Bovril (Entre Ríos), Bouquet, María Susana, Wheelwright
y Totoras.
Resultados preocupantes
"Las formas de producción que hemos instalado en
nuestra región están teniendo un peso importante no sólo en la ganancia
económica de algunos, sino también en la forma en que nos enfermamos y
morimos", describe Verzeñassi, quien asegura que en los últimos 15 años se
modificaron los indicadores de salud de todas las comunidades relevadas.
Los principales problemas que padece la población son
hipertensión y diabetes, lo que coincide con el promedio a nivel nacional. Pero
también apareció con fuerza algo que todavía no se registra en la estadística
oficial: los problemas endócrinos, principalmente de la glándula tiroides.
"Identificamos en estas poblaciones, que viven en general a menos de 500 metros de las áreas
donde se fumiga un cambio en la forma de enfermar, y un incremento notable del
hipotiroidismo, de enfermedades crónicas respiratorias y dermatológicas",
sindica.
Según el especialista, la pérdida de embarazos es otra de
las cifras que ha aumentado en todas las localidades, en muchos casos
duplicándose cuantitativamente en los últimos 10 años. "El impacto es muy
importante como para desatenderlo", remarca Verzeñassi. El especialista
sostiene que ha quedado de manifiesto que quienes viven en áreas más próximas a
las fumigaciones, presentan mayor cantidad de problemas de salud que los que
viven más lejos. "Entendemos que el Ministerio de Salud provincial debería
tener una participación mucho más activa", reclama.
"La
Justicia de Córdoba, por ejemplo, habló del principio
precautorio en el fallo histórico de un tiempo atrás, respecto de lo que
sucedió en el barrio Ituzaingó Anexo, donde hubo condenados por la aplicación
sobre sus poblaciones. El propio Ministerio de Salud santafesino tiene un
estudio a pedido de la
Justicia por el caso San Jorge. Ese relevamiento demostró que
en el período en el que se prohibió la fumigación alrededor de un barrio
específico, las consultas respecto a los problemas de salud disminuyeron
notablemente", aporta el médico.
Para Verzeñassi no es tarde para una reacción de las
autoridades. "En vez de recorrer los pueblos con promotores de las buenas
prácticas y de las bondades de algunas sustancias químicas -que las mismas
empresas que las producen reconocen que generan daños- que se pongan a ver cómo
aportan realmente con acciones concretas", expresa.
El contexto es otra vez crítico. A fin de mes puede volver a
caer el estado parlamentario del proyecto para modificar la ley 11.273 de
Fitosanitarios, normativa que regula, entre otras cosas, la amplitud de la
franja agronómica, es decir, la distancia hasta la línea a partir de la cual
está permitido fumigar. Dos veces fue aprobada por Diputados y en la primera el
Senado no la trató. Ahora el desenlace está, aun faltando muy poco para la
fecha, todavía abierto, pendiente de la voluntad de los senadores santafesinos.
Fuente:
Estudio médico avala sospechas sobre agroquímicos, 29/10/12, info341.com periodismo sustentable.
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