jueves, 15 de noviembre de 2012

Al menos 19 liquidadores desarrollaron leucemia por exposición continuada a la radiación de Chernóbil

Detalle del monumento a los bomberos que dieron su vida en Chernóbil. Foto:  Arttu Silvast

El personal empleado en el entorno de la central accidentada tiene un 60 % más de incidencia de este cáncer que el resto de la población aunque no recibieran grandes dosis de radiactividad de forma directa, según un estudio realizado los últimos 15 años entre 111.000 afectados.

por Javier Salas

El mayor accidente de la historia de la energía atómica sigue siendo una herida abierta. No solo en Prípiat, una ciudad de 50.000 habitantes completamente desalojada, o en Ucrania y Bielorrusia, donde sus habitantes sufrieron los efectos de la nube tóxica de Chernóbil. Aún hoy, más de un cuarto de siglo después de aquel 26 de abril de 1986, preguntar por las víctimas de la explosión del reactor 4 sigue siendo poner el dedo en la llaga. Nadie es capaz de afirmar con rotundidad siquiera el número de fallecidos por el castigo inmediato de la radiación. La Organización Mundial de la Salud habla de menos de 50 muertos directos y de que “hasta 4.000 personas podrían morir a causa de la radiación a la que se vieron expuestas a raíz del accidente”.

No obstante, los efectos sostenidos sobre la salud de las personas se siguen estudiando para despejar algunas dudas importantes sobre el poder nocivo de la radiación. Por ejemplo, las secuelas provocadas a largo plazo en las personas que se vieron expuestas a niveles de radiación no excesivamente altos pero sí de forma continuada. Es el caso de los más de medio millón de liquidadores de Chernóbil, que trabajaron en diversas tareas en torno a la central, dentro y fuera de la zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor del reactor descompuesto.

Sobre 110.645 de estos liquidadores se ha centrado un estudio que ha durado 15 años, el más extenso y completo en esta materia, y que concluye que esa exposición prolongada multiplicó sus opciones de sufrir leucemia. Entre ellos, se han podido confirmar sin lugar a dudas 19 casos de leucemia provocados por Chernóbil a lo largo de los 20 años posteriores al accidente.

“Basándonos en datos generales de la población ucraniana en 2003, calculamos que la incidencia de la leucemia linfática crónica entre los trabajadores estudiados es un 60 % superior de lo que cabría esperar entre la población masculina de Ucrania”, explica a MATERIA, Lydia Zablotska, responsable del estudio que se publica en Environmental Health Perspectives y que ha implicado a investigadores de la Universidad de Columbia, de la Universidad de California San Franciso y del Centro Nacional de Investigación de Medicina Radiológica de Ucrania, entre otras instituciones.

Zablotska, que ha dedicado buena parte de su carrera a investigar los cánceres provocados por Chernóbil, comenzó en 1997 a trabajar sobre este gigantesco grupo de más de 100.000 compatriotas ucranianos que se vieron sometidos a dosis bajas de radiactividad de forma prolongada en algún momento entre 1986 y 1990. De entre los trabajadores que desarrollaron leucemia, solo el 38 % trabajó dentro de la zona de exclusión de la central y lo hizo durante unos 35 días de media.

El estudio pretende arrojar luz sobre el espinoso tema de la estimación del riesgo de cáncer a partir de dosis bajas de radiación, una cuestión que puede preocupar tanto a mineros de uranio como trabajadores del sector nuclear o a cualquier persona que esté expuesta de forma permanente a determinados niveles de radiactividad en el trabajo. Las dosis bajas de radiación son importantes y queremos concienciar de su peligro”, asegura Zablotska.

Según su trabajo, los índices de leucemia linfática crónica entre los liquidadores son similares a los registrados entre los japoneses que sobrevivieron a las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, la dosis media de radiación acumulada por los ucranianos es menos de la mitad de la recibida por los nipones: 0,09 grays de los primeros frente a 0,24 grays de los segundos (el gray -Gy- es la unidad de medida de las dosis absorbidas de radiación ionizante por un material o una persona).

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