El desastre de Fukushima no provocó la decisión de Alemania
de abandonar la energía nuclear, sólo aceleró un proceso que estaba en marcha
desde hacía al menos una década, según varios expertos. Los germanos han
conseguido desligar su crecimiento económico del suministro energético y la
dependencia atómica.
por Miguel Ángel Criado
Cuando la canciller alemana, Angela Merkel, anunció el
cierre de ocho centrales nucleares y la revisión del resto, sólo habían pasado
cuatro días del accidente de Fukushima, sucedido el 11 de marzo de 2011. Aún se
desconocían las dimensiones del desastre y muchos vieron en el apagón nuclear
germano una decisión precipitada, cuando no una “estupidez” de los políticos,
como titularía la revista Forbes. Sin embargo, los alemanes son demasiado
serios y lo que menos hay en el adiós de Alemania a la energía nuclear es
precipitación. Llevaban tres décadas
preparándose para un abandono que ya les está dando beneficios económicos y
medioambientales.
En una serie especial, el Bulletin of Atomic Scientists
(BoAS) ha reunido a una serie de expertos para analizar el desmantelamiento de
las centrales nucleares alemanas y su impacto sobre la economía y la vida de
los alemanes. Según el plan anunciado por Merkel, aprobado por el parlamento
federal alemán en julio de 2011,
a las ocho plantas cerradas se le irán añadiendo las
otras nueve que siguen operativas de forma paulatina. Para 2022, Alemania ya no
tendrá energía nuclear. Otras fuentes, en especial las renovables, tendrán que
tomar el relevo. Y esa transición tendrá que hacerse sin poner en peligro la
economía del país.
“La decisión alemana de conseguir un futuro sin nucleares
fue de todo menos precipitada e irreflexiva”, escribe el editor del BoAS, John
Mecklin, en la presentación de los cinco artículos que forman esta edición
especial. La decisión de Merkel, una pronuclear en el pasado reciente, bebe en
realidad de un poso histórico que nace con las primeras movilizaciones contra
la instalación de centrales nucleares en los años 70 y se realimenta con
Chernóbil. Fukushima sólo da la puntilla a un cadáver andante. Mucho antes del
tsunami que golpeó las centrales japonesas, en Alemania había consenso político
y social contra lo nuclear.
Ya en 2002, gobernando una coalición de socialdemócratas y
verdes, se aprobó una ley que incluía la prohibición de construir nuevas
centrales y limitar la producción eléctrica de las existentes. Con el cambio de
gobierno, en 2005, los conservadores no cambian la legislación. A lo más que
llegó Merkel fue a ampliar la vida útil de los reactores, medida que anuló tras
Fukushima. Hoy, el 90 % de la población germana es favorable al apagón nuclear.
De hecho, el gobierno de Merkel aprobó la energiewende, un
ambicioso plan para pasar toda la economía alemana a una estructura energética
baja en emisiones y sin usar la energía nuclear. Como destaca el profesor de la Universidad Libre
de Berlín, Lutz Mez, “la energiewende ha desligado el crecimiento económico del
suministro energético”. Alemania es de los pocos países industrializados que ha
reducido sus emisiones. Sus necesidades de energía primaria han pasado de
14.905 petajulios (unidad para medir energía) en 1990 a 13.374 en 2011. En
ese mismo periodo, las emisiones de CO2 han pasado de 1.042 millones de
toneladas a 800 millones de toneladas.
Este es el mapa nuclear alemán a agosto de 2011: un totoal de 15 centrales desmanteladas, varias de ellas en territorio de la antigua RDA (en verde), otras ocho paralizadas (en amarillo) y las nueve restantes dejarán de funcionar en 2022./ Bundesamt für Strahlenschultz |
El desmantelamiento nuclear no afecta al crecimiento
económico
¿Ha perjudicado esta reducción del consumo energético a la
economía alemana? En absoluto. El Producto Interior Bruto (PIB) de Alemania fue
de 1,8 billones de euros en 1990. En 2011 ya era de 2,44 billones de euros, un
aumento del 36 %. Y todo eso, con una reducción de la energía de origen nuclear,
que ha pasado del 11,2 % hace 22 años, al 8,8 % del año pasado. De hecho, aunque
el consumo de electricidad ha aumentado, las centrales nucleares han reducido a
la mitad sus aportaciones hasta el 17,6 %. Una cuarta parte de la electricidad
del primer semestre de 2012 ya procedía de energías renovables.
Porque esa es otra de las singularidades del apagón nuclear:
su vinculación a la lucha contra el cambio climático. Alemania, cuarta potencia
económica y sexto emisor de CO2, se ha propuesto para 2020 reducir sus
emisiones en un 40 % con respecto al nivel de 1990. Y, para 2050, están
confiados en bajarlas hasta el 95 %.
“A diferencia de otros muchos países, donde hay una gran
división sobre si el apoyo a las renovables tiene sentido desde un punto de
vista económico, en Alemania hay un relativamente gran acuerdo sobre su papel
crítico en el futuro del país”, razona Miranda Schreurs, también de la Universidad Libre
de Berlín. Precisamente, una de las razones del consenso político de los
alemanes sobre el apagón nuclear es que ha venido generando una industria alternativa
muy pujante. El sector eólico, por ejemplo, daba trabajo a 27.000 personas
(entre directos e indirectos) en 2000. Cuando Fukushima, trabajaban 370.000
sólo en la eólica.
Bueno para el medio ambiente, bueno para la economía, pero
también bueno para el bolsillo de los alemanes. En el último de los trabajos
publicados por el BoAS, el investigador del Instituto de Ecología Aplicada y
uno de los miembros del Grupo de Expertos del Energy Roadmap 2050 de la Comisión Europea ,
Felix Matthes, analiza los diferentes escenarios de precios finales de la
electricidad en una Alemania sin nucleares. En el escenario más probable, el
recibo de la luz podría subir unos cinco euros por megavatio-hora durante
algunos años alrededor de 2022, fecha en la que se apagará la última central
nuclear alemana. Sin embargo, también existe la posibilidad de que no suba el
precio. También estima que el impacto negativo del cierre de todas las
centrales en favor de las renovables sobre el PIB podría suponer el 0,3 % en los
años anteriores a 2030. Muy poco, si se compara con los riesgos de otro
Fukushima.
Fuente:
Fuente:
Miguel Ángel Criado, El apagón nuclear alemán ya genera beneficios económicos y medioambientales, 05/11/12, Materia. Consultado 09/11/12.
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