miércoles, 19 de septiembre de 2012

La sudestada en el barrio de La Boca

Encuentros y desencuentros entre la percepción popular y el accionar institucional


por Carla Mariana LoisClaudia Alejandra Troncoso

I. Introducción
Tomando como punto de partida la recurrencia del fenómeno de la Sudestada nos proponemos analizar cómo es percibida esta problemática en la comunidad afectada y en la sociedad en general: los mecanismos individuales y colectivos que se desarrollan a los efectos de resolver estas cuestiones asumen especificidades propias.

Desde el análisis de la percepción popular de la Sudestada a partir de la experiencia de las personas afectadas intentaremos constatar la hipótesis de que la recurrencia de la Sudestada y sus efectos han generado en la población determinadas pautas de comportamiento específicas. La idea de catástrofe, asociada al fenómeno de la Sudestada está ampliamente instalada en el imaginario colectivo y es reforzada por la difusión desde los medios de comunicación masivos. Pretendemos relativizar esta noción de catástrofe o desastre, enfatizando en los diversos mecanismos que despliega la población afectada frente a la perturbación que provoca una Sudestada en la vida cotidiana. Paralelamente, nos referiremos al rol que desempeñan las instituciones para detectar el grado de intervención que tienen los organismos pertinentes durante un fenómeno de este tipo, suponiendo que éstas tienen un desempeño secundario en el momento de resolver los problemas que se plantean.

II. Marco conceptual
Para abordar la problemática social que origina un fenómeno de Sudestada y, particularmente, las diversas estrategias que adopta la comunidad afectada (habitantes y autoridades) frente a la recurrencia del fenómeno es necesario analizar la dialéctica relación sociedad-naturaleza.

El análisis de la relación naturaleza y sociedad ha sido un tema conflictivo que ha variado de perspectivas teóricas desde el determinismo geográfico o ambiental (F. Ratzel), pasando por el posibilismo humano de Vidal de la Blache hasta el determinismo humano de las corrientes críticas de los años ´60-´70 (H. Bobek).

Hacia los ´80 surge una corriente que revisa y critica aquella simplificación de separar dualísticamente lo social y lo espacial, a la vez que realza el carácter interactivo de la relación espacio-sociedad y sus múltiples interconexiones. Muchos autores (Doreen Massey, 1985; Castells, 1974) han analizado cómo ese carácter interactivo entre espacio y sociedad se cristaliza en la producción de las formas y funciones urbanas.

Es así que sostenemos que el Hombre y la naturaleza se relacionan bidireccionalmente e interactúan transformándose mutuamente. El Hombre se relaciona con el medio a partir del trabajo, entendiendo al trabajo humano como el elemento de transformación y apropiación de la naturaleza (materializado en tecnología e instrumentos). Por otra parte, la naturaleza impone restricciones que requieren el despliegue de estrategias diversas de la población. La percepción de los sujetos acerca de su ambiente genera estrategias individuales y colectivas (conscientes e inconscientes) con el objetivo de minimizar los aspectos negativos y potencializar aquellos benéficos, útiles o valorados socialmente.

También existen organismos e instituciones que se proponen eliminar las fricciones de la relación sociedad-naturaleza, intentando que ésta sea armoniosa para el provecho de ambas partes: por un lado, se preocupan por el uso racional del medio por parte de los actores sociales para satisfacer sus necesidades y reducir los efectos nocivos para el desarrollo de las actividades normales de la sociedad; por otro lado, buscan reducir el impacto o deterioro ambiental como consecuencia de un mal manejo de los recursos.

Las formas de apropiación de la naturaleza y el acceso de los diferentes grupos sociales a los recursos del ambiente están definidas por las relaciones sociales históricamente determinadas: son los sujetos históricos, portadores de un bagaje cultural e inmersos en una estructura societaria, los que utilizan el instrumental técnico disponible para transformar y apropiarse de la naturaleza.

Entonces, podemos abordar la cuestión ambiental como la manifestación de los procesos sociales por los cuales una sociedad dada organiza el acceso y uso de los recursos naturales disponibles.

Centraremos el trabajo en los efectos producidos por el fenómeno de la Sudestada y excluiremos del análisis otros sucesos similares que no guardan una relación directa con ella (como por ejemplo, las inundaciones que obedecen a otras causas: mareas, precipitaciones, etc.) Nos interesa estudiar este fenómeno en un área que acotamos a la del barrio de La Boca y que definimos en función de los límites propuestos por el INDEC (INDEC, 1996): Av. Don Pedro de Mendoza, Brasil, Av. Paseo Colón, Av. Martín García y Av. Patricios.

III. La Sudestada como fenómeno natural

III. a. Definición y caracterización de la Sudestada

La Sudestada es, junto al viento Norte y al Pampero, uno de los tres vientos característicos que afectan a la ciudad de Buenos Aires y es percibido en la conciencia colectiva como un viento frío asociado a tormentas eléctricas y tempestades. La consecuencia más conocida es las inundaciones, producidas por la dificultad que impone la dirección (SE) y la intensidad (superior a 35 km/h) del viento para el desagüe normal de las aguas del Uruguay-Paraná-Plata.

Las particularidades de este estado de mal tiempo consisten en "vientos regulares a fuertes con velocidades mayores de 35 km/h del sector sudeste, con precipitaciones persistentes, débiles o moderadas, y temperaturas relativamente bajas" (Servicio Meteorológico Nacional, 1989: 4).

Se trata, entonces, de un fenómeno local y recurrente. La dinámica de la sudestada (básicamente la dirección y la intensidad del viento) genera un efecto de fricción sobre la cuenca del Plata impidiendo el desagüe normal de las aguas que desembocan en el mencionado estuario. Es en estas condiciones que las zonas bajas se anegan.

El origen causal de las sudestadas en el Río de la Plata esta vinculado al efecto combinado de dos sistema de presión. El sistema de alta presión se ubica sobre el océano Atlántico a la altura, aproximada, de los 45º de Latitud Sur y transporta en un movimiento antihorario hacia el este de la provincia de Buenos Aires, sur del Litoral y sur de la República Oriental del Uruguay, aire frío de origen marítimo. El sistema de baja presión se localiza sobre la zona sur de la Mesopotamia argentina y la zona oeste del Uruguay y aporta, en un movimiento circulatorio en sentido horario, aire húmedo y caliente.

El encuentro de dos masas de aire de los tipos anteriormente descriptos genera el fenómeno conocido como sudestada, durante el cual se intensifica la circulación del sector sudeste afectando la zona ribereña del Plata.

Ante estas condiciones meteorológicas se acumulan las aguas provenientes de la cuenca Uruguay-Paraná-Plata que, a su vez, ven incrementado su volumen con el aporte de las persistentes precipitaciones. La cantidad de agua retenida hace que el río desborde: entonces, el ancho del río Paraná puede equipararse al ancho del Río de La Plata en estas circunstancias. De esta manera, los niveles de los ríos aumentan y saturan los suelos.

Las consecuencias, que son objeto de este trabajo, están asociadas directamente a estas particularidades meteorológicas y topográficas unidas a características del proceso de urbanización en la zona ribereña de la Capital Federal. Es así que encontramos áreas construidas en sectores que se encuentran por debajo de la cota de inundación, es decir, de la altura crítica del río por sobre la cual empieza a desbordarse. Este nivel, en la zona de La Boca es de 2,7 metros (Servicio Meteorológico Nacional, 1989: 7).

III. b. Estadísticas de la recurrencia e intensidad de la Sudestada a lo largo de un año

La mayor parte de las Sudestadas (91 %) se concentra entre los meses de abril y diciembre, y particularmente es entre los meses de julio y octubre cuando ocurren casi la mitad de los casos registrados (el 48 %), siendo octubre el de mayor frecuencia del fenómeno y febrero el mes en que se registran menos casos.

Las sudestadas fuertes son menos recurrentes (la relación es, aproximadamente, una cada cuatro años) y, aunque se distribuyen entre los meses de marzo y octubre, el mayor número de días con sudestadas fuertes se concentra en junio.

Estos datos estadísticos, calculados por el Servicio Meteorológico Nacional, son el promedio de una larga serie de años (sin precisar en la fuente). La dificultad de conseguir otro tipo de datos estadísticos se origina en una de las características del fenómeno: la particular manifestación de las variables en cada uno de los casos y la escasa similitud entre uno y otro.

Las múltiples combinaciones de la intensidad del viento, la duración, la cantidad de precipitaciones, el peso del volumen de agua del río, la cantidad de agua acumulada, que dan como resultado situaciones particulares, dificultan la confección de estadísticas a la vez que complican las tareas de predicción y previsión.

Por otra parte, no todas las crecidas del río están asociadas a las sudestadas: de hecho, según información obtenida en Defensa Civil, las crecidas más importantes del río (noviembre de 1992 y febrero de 1993) no se originaron por sudestadas sino por la "marea gorda" en ausencia del viento sudeste.

Las sudestadas más fuertes, aquellas cuyas consecuencias provocaron una alteración más que significativa en el desarrollo de las actividades normales de la vida cotidiana en la zonas afectadas alcanzando importantes grados de destrucción, son, entre otras, las de 1905, 1931, 1940, 1959, 1985, 1989, 1993 y 1994.

El Diario La Nación del día 9 de noviembre de 1931, en su crónica de las elecciones nacionales en la Capital, hace referencia a las inundaciones provocadas en los barrios de La Boca y Belgrano como consecuencia de las lluvia y la sudestada: relatando las proezas que tuvieron que realizar algunos ciudadanos para poder votar se comenta la instalación de mesas en barcos. En el mismo ejemplar, hay una guía fotográfica de las elecciones que registra una mesa electoral sobre un barco con la siguiente inscripción: "Debido a la inundación las mesas 3 y 4 del circuito 30 de la ección electoral IV fueron trasladadas a bordo del buque a motor Ayco, donde funcionaron". En otra fotografía se muestra a una persona sobre una balsa y sobre ella dice: "Este ciudadano tuvo que improvisar una balsa, obligado a ello por el extraordinario desborde del río que inundó los barrios bajos de Buenos Aires".

Durante la Sudestada de 1940 las aguas alcanzaron 4,65 m (un récord que no fue superado hasta 1985). El Delta del Paraná quedó sumergido y las zonas de La Boca y Barracas fueron completamente anegadas. Entre los efectos destructivos que resultaron de ella podemos señalar el daño producido a las vías del ferrocarril Gral. B. Mitre, la inundación de las áreas cocina y farmacia del Hospital Dr. Cosme Argerich, entre otros (Diario El Mundo, 1940).

III.c. La cara visible de la Sudestada: las inundaciones

Las inundaciones son "un exceso de agua en un área donde normalmente no se alcanzan esos volúmenes líquidos" (Morello y Marchetti, 1993: III.1). En este trabajo analizaremos el efecto y las características de aquellas inundaciones que resultan de las particularidades meteorológicas de las sudestadas asociadas a las deficiencias de infraestructura del barrio de La Boca.

Las inundaciones que afectan al barrio porteño de La Boca se producen por aumento del nivel del Río de la Plata, por aumento del nivel del Riachuelo y por deficiencias del sistema de desagüe pluvial. Estos tres factores se vinculan con la Sudestada: el Río de la Plata crece sólo por acción del viento (las mareas influyen sobre la ribera únicamente si son excepcionales), el Riachuelo también crece por las abundantes e intensas precipitaciones, se desborda e inunda, y, además, la precariedad del sistema pluvial no puede hacerle frente a las persistentes precipitaciones con eficiencia.

Es necesario aclarar que todos estos factores tienen una incidencia especial en el barrio de La Boca dado que este se halla ubicado en el ancho valle de inundación del Riachuelo, zona que se encuentra por debajo de los 5 m sobre el nivel del mar. En el barrio de La Boca el límite del valle es señalado por las barrancas del Parque Lezama. El valle del Riachuelo pertenece, desde el punto de vista topográfico a la Pampa Deprimida, área que presenta una escasa pendiente hacia el Río de la Plata, y zonas deprimidas en los valles de los arroyos que surcan la Capital Federal. Dadas estas características topográficas se explica la magnitud que adquieren las inundaciones en este barrio de la ciudad de Buenos Aires.

Los parámetros considerados por el Servicio de Hidrografía Naval para evaluar la dimensión de una Sudestada son el viento, la marea, la contribución oceánica y el peso del volumen de agua en exceso. Las lluvias no tienen una incidencia significativa en las inundaciones a no ser que el río ya esté alto y saturado, con lo que, al llover sobre los afluentes, estos llegan sobrecargados al Riachuelo, que desborda e inunda.

Aunque el umbral de alerta definido por el Servicio de Hidrografía Naval para poner en marcha el Plan de Emergencia es de 2,80 m por sobre el Cero del Mareógrafo del Riachuelo, con 2,60 m hay calles de La Boca (por ejemplo, Necochea) que comienzan a inundarse. Cuando se calcula que el nivel del Río de la Plata puede llegar a superar los 2,70 m el Centro de Prevención de Crecidas del Servicio de Hidrografía Naval emite un "Aviso de Crecida" dirigido a centros de difusión (tales como TELAM, DyN y Radio Nacional); en esos avisos se estima la altura probable del río y la duración de la crecida.

Es significativo que el umbral de alerta no contemple ni considere demasiado relevante que existen áreas en Capital Federal construidas y pobladas que se anegan por debajo de ese nivel. Casualmente, son zonas con un alto índice de hogares con necesidades básicas insatisfechas y otras características deficitarias y población con bajos recursos, que deberían ser objeto de algún plan de cuidados y atenciones que no pueden satisfacer por sí mismos. Frente a esta situación, la población afectada despliega diversas estrategias individuales y colectivas; abordaremos este aspecto en detalle más adelante.

III.d. Un agravante de la Sudestada: la contaminación del Río

El estuario del Río de la Plata, principalmente en su línea costera, presenta altos niveles de contaminación (bacteriana y de metales pesados) que afecta también a otros ambientes acuáticos y terrestres por diversos mecanismos -uno de ellos, como veremos, es la inundación-, a los suelos (que se impermeabilizan por capas de aceites y otros hidrocarburos sobresaturados) y al agua potable (que se encarece porque se hace necesario utilizar la de otras zonas, como ser de tierra adentro o del río a más de 3 km de la línea de costa).

La concentración bacteriana tomada en la estación de muestreo ubicada a los 500 m de la costa señala unos 348.000 nmp/100 ml, la ubicada a 1500 m indica unos 27.000 nmp/100 ml y a los 3000 desaparece (Morello y Marchetti, 1993: II.17). Estos niveles corresponden a la Categoría IV de las Normas de OSN e indican niveles de contaminación intensa.

Un aspecto muy significativo de la contaminación es la dinámica específica de los derrames de hidrocarburos que, al combinar el efecto de la Sudestada con el de la marea, generan procesos nocivos e irreversibles en la zona costera, tal como señalan Morello y Marchetti: "La mancha coherente de hidrocarburos de los derrames del Dock Sud tiene una dinámica muy particular: en cada bajante una parte se pega al sustrato y cada creciente no es capaz de despegarlo. En las Sudestadas asociadas a altamar, la crecida remontante transporta la masa de hidrocarburos a tierra firme y, al producirse el reflujo, la vegetación y el suelo quedan empetrolados por partes" (Morello y Marchetti, 1993: II.19).

La Sudestada, entonces, es otro mecanismo de retorno de contaminantes aguas arriba, en el estuario y también tributario arriba.

Otro tipo de contaminación de gran impacto sobre las comunidades biológicas y la población ribereña es la de los metales pesados. Los principales metales pesados que se concentran en el área analizada son el arsénico, el cadmio, el cromo, el mercurio, el plomo y el cinc. Se trata de elementos que, en suspensión o en sedimentos de fondo, cuando se presentan en altas proporciones tienen un impacto negativo sobre el ecosistema. Básicamente, son residuos de diversas industrias (metalúrgica, química, electroquímica, etc.) localizadas en las adyacencias del río que no realizan un adecuado tratamiento de efluentes.

Todos los elementos analizados contribuyen a acentuar el estado crítico de la contaminación de la boca del Riachuelo, situación que puede apreciarse a simple vista. Esto se potencia como consecuencia de las inundaciones que extienden y amplían el área afectada.

IV. Impacto social del fenómeno de la Sudestada en el barrio de La Boca

IV. a. La percepción popular de la Sudestada

La población directamente afectada percibe a la Sudestada como un fenómeno cuyas consecuencias y aspectos negativos creen conocer, aunque, ciertamente, tienen una visión algo distorsionada en cuanto a las magnitudes que éste alcanza.

En este sentido, H. Capel analizando la persistencia con que algunos grupos humanos se instalan en zonas asediadas frecuentemente por diversas catástrofes naturales concluye que actúa "(...) con frecuencia, una falta de percepción adecuada del peligro representado por aquel evento natural, a menudo repetido, e incluso, a veces, una optimista creencia de que dificilmente volverá a repetirse. En efecto, la mayor parte de los estudios realizados sobre la percepción de eventos naturales han puesto de manifiesto que, en general, se tiende a pensar que la frecuencia de un evento natural catastrófico es menor de lo que realmente es." (Capel, 1973: 85).

Desde este marco, comprendemos la precariedad de las estrategias y medidas habituales que adopta la población de La Boca: toman medidas paliativas de corto plazo, sin ninguna proyección a futuro, para solucionar la coyuntura generada por ese evento particular.

Las entrevistas realizadas a los vecinos constituyeron una técnica eficaz para aproximarnos a esta problemática. A los efectos de caracterizar las pautas de comportamiento de la comunidad afectada a partir de los testimonios recogidos, hemos seleccionado algunos casos ilustrativos.

Para ejemplificar, tomaremos el caso de Aníbal P., un almacenero de la calle Olavarría, que nos cuenta su experiencia. Con toda naturalidad comenta que su alerta de sudestada consiste en percibir con sus propios sentidos que el viento es más intenso de lo habitual y en advertir que comienza a inundarse la calle Necochea (a veces es a partir de la percepción propia, o bien, por el aviso que "corre" entre los vecinos). Ante estas condiciones, define su plan de emergencia: eleva la heladera sobre unos cajones y cambia de lugar la mercadería. Se le preguntó por las pérdidas materiales, pero desestimó el valor de las mismas. Cuando el agua baja, todo vuelve a la normalidad.

También otra vecina (cuyo testimonio recopilamos de un mimeo de F. Suárez y M. Rabey) espera el descenso de las aguas para retornar a la normal cotidianidad: "Fue terrible, hay que vivirlo para saber cómo es, a mí me agarró un ataque de nervios cuando el agua me llegaba a la cintura. Lo puse a mi hijo en mis hombros y me fuí a la casa de mi hermana, que vive a cuatro cuadras, ella está alto, ahí no le llega el agua". (Suárez F. y M. Rabey: 7).

Subir los muebles a la parte alta de la casa es otra de las estrategias más comunes. Nos comenta una familia que, quedando gran parte del hogar bajo el agua, con todas las pertenecias acumuladas en el sector más protegido y con los habituales cortes de luz, lo mejor es "ir a donde el agua no llega" y esperar que calme. También nos informan que en los conventillos, los vecinos que ocupan la planta baja les piden a quienes habitan en la planta superior que les tengan temporariamente sus bienes.

Como podemos apreciar, gran parte de las estrategias que adopta la población afectada tienen un significativo grado de interacción de los individuos. Esta particularidad es teorizada por Lomnitz y recuperada por Suárez y Rabey: "la cercanía espacial y el similar estado de carencia ayudan a la formación de una red social de intercambio de bienes y servicios. La particularidad de la trama de intercambios que hemos encontrado en los conventillos de La Boca es que los servicios intercambiados están constituidos por información acerca del estado de alerta" (Suárez, F. y M. Rabey: 7).

Al respecto, podemos retomar el testimonio de Aníbal P.: para él, el aviso de los vecinos que comentan las zonas inundadas es uno de los principales alertas. Él mismo es parte de una estructura de sociabilidad que actúa sólidamente en busca del menor perjuicio para los vecinos y que, básicamente, consiste en la rápida difusión de la magnitud de la Sudestada.

Lautaro L. hace referencia al transporte: durante las Sudestadas, en cuanto sube algo de agua por la calle Necochea, los colectivos dejan de pasar, no tanto por imposibilidades mecánicas de estos sino para evitar la entrada masiva de agua a las viviendas haciendo "olas". Reforzando este testimonio cuenta una anécdota de la Sudestada de 1994 acerca de la rotura del frente de vidrio de una pizzería ubicada en Almirante Brown y Pinzón como consecuencia del desplazamiento de los vehículos, que generaban las famosas "olas".

Conjuntamente a las formas individuales de percepción que generan en los sujetos la noción de las dimensiones del fenómeno que se aproxima y los llevan a organizar espontáneamente las redes de sociabilidad que mencionáramos, existe otra fuente de información confiable que es la radio, la que difunde información proporcionada por diversos organismos (Servicio de Hidrografía Naval, Servicio Meteorológico Nacional y Defensa Civil; a esto nos referiremos más adelante). Los vecinos son selectivos a la hora de tomar como válida este tipo de información: nos mencionan radios que son más (radio Mitre) o menos confiables.

Llegados a este punto, podemos reconocer claramente dos tipos de estrategias: las individuales -signadas por la precariedad- y las colectivas -que constituyen sólidas redes de solidaridad-. Estas se entrelazan y actúan simultáneamente. Como veremos más adelante, los organismos que intervienen antes o durante las Sudestadas señalan la existencia de este tipo de estrategias y, básicamente, la preponderancia de éstas sobre las organizadas institucionalmente.

IV. b. Intervención de los organismos: el accionar institucional

Existen diversos organismos e instituciones que intervienen de distintas formas ante el fenómeno. Entre ellos seleccionamos a los que consideramos significativos para complementar nuestro análisis sobre el impacto social de la Sudestada y allí entrevistamos a personal de alto rango que nos proporcionó la información que volcaremos a continuación. Vale aclarar que partimos del supuesto que a mayor jerarquía del empleado entrevistado, mayor es su compromiso institucional. En los casos de la imposibilidad de conseguir las entrevistas en los tiempos que disponíamos, intentamos acceder a la información que maneja cada organismo mediante el análisis de bibliografía u otro material que se edite bajo la responsabilidad del mismo.

IV. b. 1. Servicio de Hidrografía Naval

El Servicio de Hidrografía Naval tiene un área específica que atiende aquello referido a la Sudestada: "Pronóstico Mareológico". Allí entrevistamos al Licenciado Julio Junod, quien se desempeña como Encargado del Centro de Prevención de Crecidas.

La actividad que desarrolla este organismo está focalizada en la etapa previa a lo que conocemos como el fenómeno de la Sudestada, es decir, en el denominado alerta de Sudestada, que, a su vez, es el punto de partida para el accionar de otros organismos.

El alerta de Sudestada surge de evaluar los valores de parametros seleccionados y los efectos de sus combinaciones. De esta forma fue establecido el umbral de alerta (cuando los niveles de pleamar superan umbrales críticos relativos al estado meteorológico y estado del río, así como al peso de agua excedente entre la recta que une La Plata y Colonia y el Delta), que para este organismo, en el área estudiada, se alcanza por encima de los 2,80 m del río según el mareógrafo del Riachuelo: con una anticipación de ocho a diez horas pronostican la máxima altura del río y declaran el alerta cuando el río supera los 2,80 m aunque reconocen que con 2,60 m hay calles del barrio de La Boca que se inundan.

Cuando los datos recabados en las estaciones mareográficas pronostican la probabilidad de una Sudestada, se hace un seguimiento continuo (se analiza la información hora a hora, mientra que en situaciones normales sólo se elevan dos partes diarios) para poder determinar la evolución del fenómeno en las siguientes 12 horas; es en este momento que se decide si corresponde dar el alerta. Esto es lo que en el Servicio de Hidrografía Naval denominan sintonía fina, cuya información es considerada de suma precisión y es utilizada con mucha confianza por los otros organismos que intervienen en las Sudestadas en una etapa simultánea o posterior.

Por lo tanto, las tareas que desarrolla este organismo en los casos de Sudestada se limitan a la sistematización de información sobre viento, marea, dinámica oceánica y volumen de agua en exceso obtenida con una red de estaciones que monitorea la evolución de los parámetros mencionados hora a hora para retransmitirla a otras instituciones, según la importancia que revista.

Una aclaración que fue destacada a lo largo de toda la entrevista es el rol mínimo de las lluvias en las inundaciones: más bien son los otros factores los de mayor influencia, tales como el fuerte viento que impide el desagüe normal de las aguas a la altura de la desembocadura y el peso del volumen del agua retenida. Es por esta diversidad de factores intervinientes (no incluye sólo aspectos meteorológicos) que el Servicio Meteorológico Nacional no está capacitado para dar alertas de Sudestadas.

IV. b. 2. Defensa Civil

En Defensa Civil entrevistamos a Víctor Capilouto y a Alfredo Arcuri, Director y Coordinador de Operaciones y Planes respectivamente. En efecto, es la Dirección de Operaciones y Planes la sección que atiende aquello referido a la Sudestada, así como también son de su incumbencia otras emergencias y desastres.

Las tareas que encara este organismo son las que se vinculan con el diseño y la ejecución de un Sistema de Alerta y la coordinación de un Plan de Emergencia. En función de este objetivo, trabajan conjuntamente con otros organismos: el Servicio de Hidrografía Naval (que les proporciona, como ya desarrolláramos, la altura del río hora a hora), la Policía Federal (dan el parte con las calles inundadas) y la Superintendencia General de Bomberos (que se encarga de las primeras tareas), entre otros.

Otras de las tareas que lleva adelante Defensa Civil es la retransmisión de la información obtenida y reelaborada a los municipios afectados y a Radio Nacional.

Básicamente, el accionar de este organismo es conocido en la comunidad como "acción social": esta acción social se materializa en evacuación y contención de los damnificados. Es Defensa Civil quien se encarga de la coordinación de los agentes del Estado para enfrentar las consecuencias sociales de estas emergencias: movilizan medios militares para la evacuación de la gente, organizan el alojamiento de los evacuados en guarniciones militares y brindan las primeras atenciones médicas.

Definen al área virtualmente afectada durante una Sudestada como la zona comprendida entre Punta Lara y San Fernando, aunque con distintos grados de influencia sobre la población que requieren distintas medidas. Por ejemplo, atendiendo el caso que nos interesa, se nos informa que en La Boca, cuando la altura del río supera los 1,80 m se hacen cortes de energía para evitar accidentes de esa índole.

Conviene aclarar que emergencia y desastre no son sinónimos. En el primer caso, nos encontramos ante una situación extraordinaria de desequilibrio en una jurisdicción que tiene los medios necesarios para elaborar una respuesta eficaz, pero requiere un plan específico para su resolución. En esta planificación es donde interviene Defensa Civil.

En el segundo caso, un desastre genera una situación extraordinaria de desaquilibrio que pone de manifiesto una desproporción entre los medios requeridos y los medios disponibles.

Las características de la Sudestada (los afectados rondan los 10.000 u 11.000) la clasifican dentro de las emergencias. Sin embargo, la peor hipótesis de riesgo es la combinación de Sudestada y precipitaciones; en tal caso, la cantidad de damnificados asciende brutalmente y es probable que se desate una situación de desastre (eso fue lo sucedido en 1985: los evacuados llegaron a 105.000).

No pudieron ofrecernos datos estadísticos porque, sostienen, no son estables las condiciones de las Sudestadas: no se puede establecer una relación directa entre altura del río, caudal y afectados/evacuados; más bien, la cantidad de personas afectadas se vincula a la duración del fenómeno.

Algunas de las dificultades para la elaboración de estadísticas que den cuenta del grado de afectación son la preponderancia de autoevacuados, la relativamente corta duración del fenómeno, la negación de los indocumentados para censarse y la acción voluntaria (donaciones descentralizadas y otras tareas no registradas), entre otras. Esto le impide a Defensa Civil calcular el costo por evacuado, pero hasta el momento no han encontrado la forma de solucionarlo.

No realizan tareas de difusión masiva sobre emergencias o desastres en general ni sobre las Sudestadas en particular: manejan trabajos de circulación restringida y tiene un Departamento de Capacitación que se encarga de la difusión elemental a la población.

IV. b. 3. Bomberos Voluntarios de La Boca

Una de las instituciones más tradicionales de La Boca (fundada el 2 de junio de 1884) que tiene una intervención directa durante las Sudestadas es Bomberos Voluntarios de La Boca.

Actualmente se desempeñan sesenta y seis personas como voluntarios en este organismo. Para este trabajo, entrevistamos al Oficial Primero Miguel Panunzio, quien se encargó de informarnos acerca de las tareas dearrolladas por esta institución durante las Sudestadas: en primer lugar, hacen sonar una sirena de aviso a la comunidad que, a la vez, sirve de aviso para poner en marcha la Dotación II de Inundaciones; también se ocupan de hacer el recorrido de las calles "críticas" (Necochea, Palos, Gaboto, Río Cuarto y Hernandarias, entre otras) y de la evacuación de personas con camiones altos y con botes. Sin embargo, también nos señalan que las autoevacuaciones son la forma preponderamente de acción ante un fenómeno de Sudestada.

El entrevistado nos contó que, en la Sudestada del 12 de noviembre de 1989, a las 15:30 el agua había alcanzado los 4,25 m. y, por la calle Necochea, tenía una velocidad de 15 km/h. La conducta de la comunidad fue similar a la de otras Sudestadas: cuando se alcanza un nivel de 3,00 m. o 3,10 m. Edesur corta el suministro de energía eléctrica y, con unos 20 o 30 cm. de agua, la gente ya comienza a autoevacuarse.

El origen comunitario de esta institución es permanentemente resaltado por quienes hoy forman parte de ella: podemos verificar esto en los volantes de propaganda que difunden, en los que hacen referencia a la "República de La Boca" y a la larga trayectoria junto a la comunidad ("más de un siglo trabajando con la gente") que justifica su existencia.

IV. b. 4. Servicio Meteorológico Nacional

La recopilación de material bibliográfico editado por este organismo nos proporcionó dos tipos de información diferente: por un lado, información académico-científica; y por otro, información de divulgación masiva. Ambas propuestas forman parte de la publicación oficial del Servicio Meteorológico Nacional, el Boletín Informativo.

En el primer caso, nos referimos al Boletín Meteorológico Nº 2 titulado "Inundaciones, Sudestadas y Crecientes Repentinas". En este Boletín se define la Sudestada, hay datos estadísticos, cuadros, mapas, fotos y recomendaciones generales. Cubre un aspecto que no es contemplado por ninguno de los otros organismos que visitamos: proporciona información precisa y sistematizada sobre la Sudestada y las inundaciones.

En el segundo caso, en adhesión al Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales (DIRN), el Servicio Meteorológico Nacional ha editado un número especial llamado "Recomendaciones de Meterito". En tono coloquial, en segunda persona del singular, se dirige a un público infantil y aconseja qué hacer en caso de Sudestada, antes, durante y después de las inundaciones que la acompañan.

En este Boletín las definiciones son más imprecisas y pondera los efectos de la Sudestada por sobre las característica meteorológicas que la determinan: comienza el texto afirmando que "las Sudestadas producen inundaciones de las zonas ribereñas de la margen derecha del Río de la Plata y el sur del Litoral por acción del viento sudeste, que provoca la acumulación del agua sobre eas zonas" (Boletín Informativo Nº 46: 5). Está acompañado por imágenes con leyendas cuya tipografía simula ser manuscrita, intentando lograr un tono informal.

Durante un fenómeno de Sudestada, el Servicio Metorológico Nacional no tiene un rol significativo (los datos que obtiene sólo cubren parcialmente la información requerida). Sin embargo, encontramos aquí la sistematización bibliográfica de información, que, aunque es conocida y manejada en los otros organismos, nadie pudo ofrecérnosla.

IV. b. 5. Hospital Cosme Argerich

El Hospital Cosme Argerich es el hospital zonal que atiende al área que estamos trabajando. Allí son derivados gran parte de los afectados en una Sudesatada para su atención médica. Sin embargo, aquí no guardan ningún tipo de estadísticas referidas a este fenómeno, pese a contar con un Centro de Estadísticas.

Tampoco hay un control sobre el tipo de afectaciones producidas a partir de una Sudestada, pero informalmente se nos comentó que son atendidas un gran número de personas por la ingestión de agua no potable con las consecuencias de intoxicación y diarreas. También hacen mención a la resistencia de los indocumentados por atenderse o internarse (para evitar el registro en el libro de guardia).

No cuentan con un plan específico para atender estos fenómenos.

V. Conclusiones

Los fenómenos naturales tienen una dimensión social en la medida que generan un impacto significativo sobre la comunidad. En este sentido, es necesario que los agentes sociales desplieguen estrategias y mecanismos para reducir o eliminar las fricciones de la relación sociedad-naturaleza.

En este trabajo, hemos abordado el impacto social de la Sudestada en la comunidad del barrio de La Boca. Allí hemos identificado una red de sociabilidad que combina estrategias individuales y colectivas con el objetivo de superar los efectos adversos que se derivan de un episodio de Sudestada (tales como las inundaciones de casas -con el consiguiente deterioro de objetos- y calles, corte de energía eléctrica, interrupción de servicios de transporte, perjuicio de las ya bajas condiciones de salubridad, etc.).

Esta red de sociabilidad consiste, básicamente, en un conjunto de conductas que incluyen la constitución de una red de información sostenida por los vecinos desde el conocimiento popular de signos considerados como indicadores a partir del sentido común. La construcción de lazos de solidaridad entre los vecinos es muy sólida y hace posible que la ayuda mutua sea más significativa que la respuesta institucional a la hora de pensar en soluciones efectivas.

Desde la percepción popular de la Sudestada se ha construido una idea acerca de los signos (como manifestaciones de lo que vendrá), magnitudes y alcances del fenómeno de la Sudestada: en torno a esto se materializan operaciones y mecanismos fuertemente decentralizados, en donde la instituciones tienen una intervención marginal, que, en el mejor de los casos, es complementaria a la acción vecinal.

La idea de que, con posterioridad a un fenómeno de Sudestada, sobreviene la cotidianeidad con normalidad es una de las nociones rectoras. Esto define que el conjunto de estrategias que desarrolla la comunidad afectada no tenga una proyección sistematizada a futuro y que, en definitiva, consista en, apenas, soluciones escasas y precarias.

Esto se contrapone a la imagen de catástrofe asociada a la Sudesatada en el imaginario colectivo de la sociedad en general, imagen que es reforzada desde los medios de comunicación. Es cierto que este fenómeno afecta a una población de bajos recursos y que sus efectos han causado deterioro y pérdidas de distinto orden. Pero también es cierto que esta población, con sus escasos recursos, ha diseñado una red de sociabilidad que le permite enfrentar -aunque deficientemente- los efectos percibidos como negativos de un fenómeno del tipo analizado. Esa red de sociabilidad está organizada a partir de los desencuentros entre la percepción popular de la comunidad en cuestión sobre la Sudestada y los planes que las instituciones elaboran desde los escritorios.

Por lo tanto, aquí se plantea un problema que requiere una solución seria; es preciso que, desde el nivel institucional, surjan propuestas para la elaboración de una respuesta definitiva de tipo estructural. Hasta el momento, son los vecinos quienes, a pesar de sus posibilidades limitadas, se encargan de paliar las dificultades que se les imponen hallando en las instituciones apenas un apoyo marginal.

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Fuente:
NAyA, V Congreso de Antropología Social, La sudestada en el barrio de la boca: encuentros y desencuentros entre la percepción popular y el accionar institucional.

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