viernes, 28 de octubre de 2011

Brasil: 600 indígenas desocuparon la represa Belo Monte

Miles de indígenas deberán desplazarse por la construcción de la tercera presa más grande del mundo. AFP

Luego de un fallo judicial, se retiraron centenares de indígenas y ambientalistas que habían ocupado pacíficamente el lugar donde se construye una enorme represa hidroeléctrica en el estado de Pará. Exigen la interrupción de la obra para que se convoque a una consulta a los pueblos afectados.

Unos 600 indígenas y ambientalistas que ocuparon las obras de la gigantesca represa de Belo Monte, en el corazón de la Amazonia brasileña, abandonaron la construcción tras un fallo judicial que ordenó la desocupación, anunció un portavoz de los manifestantes.

"Salimos pacíficamente, tal como entramos. Fue un acto pacífico para atraer la atención sobre este proyecto de muerte para la Amazonia", declaró Eden Magalhaes, portavoz del Consejo Indígena Misionario (Cimi), un organismo ligado a la iglesia católica.

Los manifestantes habían ocupado las polémicas obras y bloqueado un tramo de la carretera amazónica, en protesta por el impacto ecológico que provocará la construcción de la represa.

A pedido de la empresa Norte Energia, integrante del consorcio que construye la represa, la justicia del estado amazónico de Pará ordenó la expulsión de los manifestantes.

"Un juez llegó con la tropa de choque. Tras una asamblea, decidimos partir, pero fortalecimos nuestra unión y nuestra resistencia a la represa", subrayó Magalhaes.

¿Por qué ocuparon la represa?
La ocupación de la represa por indígenas, pescadores del río Xingú y ambientalistas tenía por objetivo la paralización de las obras o al menos su suspensión, hasta que las comunidades afectadas por la represa sean consultadas, precisó.

"Este proyecto está al servicio de los grandes capitales. Las poblaciones locales sufren sus consecuencias y la selva es sacrificada", subrayó Magalhaes.

Con 11.200 MW de potencia (cerca de 11% de la capacidad instalada del país) y un costo de 11.000 millones de dólares, la represa de Belo Monte está destinada a ser la tercera mayor del mundo, detrás de Tres Gargantas, en China, e Itaipú, en la frontera de Brasil y Paraguay.

"Vamos a preparar otras acciones de resistencia", anunció Vera Glass, una portavoz del Movimiento Xingú Vivo, que reúne a moradores e indígenas de la cuenca del río Xingú.

Las autoridades brasileñas consideran que la represa es esencial para el desarrollo energético del país y afirman que las obras respetarán rigurosamente las normas y tienen en cuenta todos los aspectos sociales y ambientales.

Los opositores a la represa aseguran por el contrario que destruirá el ecosistema de la región y el modo de vida de las poblaciones.

"No vamos a salir de aquí. Somos guerreros y vamos a luchar. No vamos a pedir nada al gobierno, sino exigir lo que la Constitución nos garantiza. Nuestros antepasados lucharon para que estuviéramos aquí. Ya se firmaron varios documentos, hubo reuniones y nada cambió. Las máquinas siguen llegando", aseguró Juma Xipaia, líder de una de las etnias afectadas por la obra, al diario O Globo.

Grandes diferencias 
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), órgano autónomo de la Organización de Estados Americanos (OEA), pidió en abril a Brasil que suspenda la construcción y que consulte a los pueblos indígenas afectados.

Pero en junio, el Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama, estatal) dio luz verde al inicio de los trabajos.

A fines de setiembre, la justicia federal de Pará prohibió la ejecución de cualquier obra que interfiera con el curso del río Xingú, en un fallo que puede ser apelado. Pero otras obras, como la construcción de viviendas y barracas para trabajadores, que no afectan el río, continuaron.

Un tribunal regional federal analiza actualmente un recurso de la fiscalía de Pará contra el decreto legislativo que autorizó la construcción de la represa. Los fiscales señalan que la medida fue aprobada a las prisas, sin realizar las consultas obligatorias a las comunidades indígenas afectadas.

El gobierno brasileño desistió la semana pasada de participar en una mediación con comunidades indígenas convocada por la CIDH en Washington.

Fuente:
Observador Global.com, 28/10/2011, "Brasil: 600 indígenas desocuparon la represa Belo Monte".

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