lunes, 2 de junio de 2025

Energía solar trae el agua a emblemática localidad salvadoreña de El Mozote

Por Edgardo Ayala

EL MOZOTE, El Salvador – En el lugar donde ocurrió la peor masacre de civiles en América Latina, el caserío salvadoreño de El Mozote, comienzan a brotar proyectos ambientales que poco a poco van cosechando la conciencia de proteger los recursos naturales de este sitio tan emblemático, incrustado en la memoria histórica del país.

Desde principios de 2024 comenzó a funcionar en El Mozote, en el distrito de Meanguera, en el este de El Salvador, una pequeña planta fotovoltaica que mueve un sistema de agua municipal, destinado a proveer del recurso a unas 360 familias del propio caserío y de otros cercanos.

El objetivo del proyecto fue minimizar los impactos ambientales en la zona, buscando energías más limpias, y pensando en eso se implementó el sistema de paneles solares”, explicó a IPS Rosendo Ramos, representante en Morazán de la Asociación Salvadoreña Promotora de la Salud (ASPS), la oenegé que ejecutó el proyecto.

En la puesta en marcha del plan participó también la organización española Solidaridad Internacional Andalucía.

El Mozote se localiza en el departamento de Morazán, una zona montañosa en el este de El Salvador. Durante la guerra civil (1980-1992), la región fue escenario de cruentos combates entre las guerrillas izquierdistas y el ejército.

En diciembre de 1981, durante varios días unidades militares asesinaron en el caserío y otros vecinos a unas 1000 personas campesinas, incluyendo mujeres embarazadas y niños, por considerarlas base social de los rebeldes.

Se calcula que el conflicto dejó más de 75 000 muertos y 8000 desaparecidos.

Sol para distribuir agua

El proyecto solar consta de 32 paneles con capacidad para generar, en total, unos 15 kilovatios, suficientes para mover los equipos y principalmente la bomba de 60 caballos de fuerza, la que impulsa el agua hasta el tanque que está montado en la cima del cerro La Cruz, y desde ahí baja a las viviendas, por gravedad.

El sistema fotovoltaico funciona junto a la red de distribución nacional, de modo que en días grises y con poca producción de calor, se activa esa red de energía convencional, aunque obviamente la idea es reducir este consumo.

La obra, con un costo 28 000 dólares, fue financiada por la Unión Europea, en el marco de un proyecto ambiental más ambicioso que incluyó a otros dos municipios cercanos, Arambala y Jocoaitique, y que se centró en la protección de la microcuenca La Joya Pueblo.

Entre los ejes incluidos en esa iniciativa más amplia están promover la disminución del uso de agrotóxicos y de plástico y otros desechables, así como fomentar la cosecha de agua lluvia.

El programa global abarcó a 1317 personas: 706 mujeres y 611 hombres, en los tres municipios y seis comunidades, pertenecientes a oenegés, centros escolares y gobiernos locales.

Lo que se intenta es consumir menos energía de la red nacional, y de ese modo disminuir el costo en el sistema de bombeo”, señaló Ramos.

Pero la reducción de ese costo no se refleja necesariamente en una baja en el pago por el consumo de agua de las familias de El Mozote y localidades circundantes.

Eso se debe a que el sistema de agua es municipal y las tarifas están contempladas en la respectiva ordenanza, con pocas posibilidades de modificarse, a diferencia de los proyectos comunitarios donde las familias y la directiva pueden acordar esos cambios sin dificultad.

Un beneficio del nuevo sistema es que la baja en el costo energético de la municipalidad permite optimizar sus finanzas y trabajar en ampliar y mejorar otros servicios básicos no solo en Meanguera sino en lugares como El Mozote, dijo a IPS el director de ese distrito, Dennis Morel.

Agua de posguerra

Otilia Chicas, oriunda de El Mozote, recordó cómo era la vida en el caserío cuando no se contaba con servicio de agua por cañería, en los días que siguieron al fin de la guerra civil, en 1992, cuando la gente comenzó a regresar al lugar.

Nosotros veníamos a lavar a esos pozos comunales, fueron construidos después de la guerra, en el 94”, contó Chicas, señalando hacia uno de esos pozos, ahora vacío, a unos 20 metros de distancia de donde ella se encontraba, en un kiosco de venta de artesanías, libros y camisetas, en la plaza central de El Mozote.

A un costado de la plaza se localiza el mural con los nombres de las centeneras de personas que fueron asesinadas por el ejército, específicamente, por unidades del Batallón Atlacatl, entrenado en contrainsurgencia en Estados Unidos.

Veníamos a sacar agua ahí y ahí nos bañábamos, pero como estos pozos no daban abasto, íbamos a un nacimiento, al Zanjo, así le llamábamos”, narró.

Agregó que el proyecto del agua potable llegó entre el 2005 y 2006, y toda la gente de la comunidad pudo contar con el recurso, en su casa.

La comunidad tuvo que trabajar y las horas laboradas por las personas se contabilizaban como pago, como contrapartida”, acotó, mientras elaboraba unas pulseras con hilos de colores.

Casi nadie se salvó

Chicas, de 45 años, nacida en 1980, un año antes de la masacre, se dedica a atender el kiosco y a hacer de guía turística, junto a otras mujeres de la localidad, explicando a los visitantes, cuando llegan, los eventos horrendos que ocurrieron aquel diciembre de 1981. Son parte del Comité Histórico de El Mozote.

La artesana dijo que en la matanza de diciembre de 1981 su familia perdió a varios parientes, como le pasó a casi todo mundo aquí. El mural de las victimas está salpicado de decenas de personas con apellidos Chicas, Márquez, Claros y Argueta, entre muchos otros.

A mi abuela le mataron a cuatro hijas e hijos y a 17 nietos”, rememoró.

El padre de Chicas, en un intento por salvar sus vidas, sacó a su familia de El Mozote antes de la masacre, y se instalaron en Lourdes Colón, en el oeste del país. Pero de todos modos los militares lo terminaron asesinando en 1983, al descubrir que él era originario de Morazán y lo vincularon a los grupos rebeldes.

Los de la Guardia Nacional lo fueron a sacar a él y dos tíos, vieron que venían de Morazán, de una zona guerrillera”, recalcó. “Antes de matarlos los hicieron que cavaron el hoyo donde los enterraron, quedaron a la orilla de la calle, en un lugar que le dicen El Tigre”, detalló.

El operativo militar que terminó en la masacre fue planificado y ejecutado por el Alto Mando del Ejército del país, con el apoyo de militares hondureños, y encubierto por autoridades del gobierno de Estados Unidos, reveló en abril de 2021 la académica estadounidense Terry Karl, de la Universidad de Stanford.

Karl participó como perito en una audiencia sobre el caso, celebrada ese abril en San Francisco Gotera, capital del departamento de Morazán.

Archivado desde 1993 en el sistema judicial salvadoreño, el caso fue reabierto en septiembre del 2016, y en el banquillo de los acusados están15 militares, siete de ellos de alto rango del Ejército salvadoreño, que son los que quedan vivos de los 33 acusados castrenses.

El proceso se encuentra en fase de instrucción, en la que se indagan los hechos y se presentan evidencias para que, más adelante, el juez determine si abre el juicio oral como tal.

Tiempos de incertidumbre

La plaza central de El Mozote ha sido remozada desde hace unos tres años, como parte del esfuerzo del gobierno de darle una cara más ordenada y moderna, algo que prometió el presidente Nayib Bukele cuando llegó a este sitio en febrero de 2021.

También se está terminando de construir en la localidad un Centro Urbano de Bienestar y Oportunidades, conocidos como Cubos, diseñados para que los jóvenes puedan tener acceso a la lectura, el arte, la cultura, las tecnologías de la información y comunicación.

Pero algunas personas dijeron a IPS que esos trabajos se están impulsando sin una previa comunicación ni acuerdo con la comunidad, contraviniendo lo establecido por la resolución que sobre el caso emitió la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en octubre de 2012, en la que urgió a la búsqueda de la justicia y la verdad y a establecer medias de reparación a las víctimas.

Los trabajos de reconstrucción tumbaron la concha acústica, espacio que eran muy valorados por la comunidad, como sitios de encuentros y de organización colectiva.

Sin embargo Chicas dijo estar de acuerdo en las mejoras que se han hecho a la plaza, pues eso permite que más jóvenes lleguen a descansar ahí. No obstante, señaló que esa remodelación la afectó personalmente.

Los trabajos la obligaron a desmontar su pequeño puesto hecho con paredes de lámina, en el que elaboraba y vendía pupusas, el platillo más popular en el país, a base de maíz y rellenas de frijoles, queso o chicharrón.

Chicas también mencionó que se mantiene la incertidumbre sobre si se desmontará el kiosco donde ella y las otras mujeres elaboran y venden sus artesanías.

Nos mantenemos con esa incertidumbre, no sabemos qué va a pasar”, aseguró.

ED: EG


Fuente:

Edgardo Ayala, Energía solar trae el agua a emblemática localidad salvadoreña de El Mozote, 2 junio 2025, Inter Press Service.

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