No solo por el aprovechamiento estratégico que realiza Rusia con las centrales nucleares de Zaporiyia y Chernóbil sino porque ya Estados Unidos y el Reino Unido le han provisto productos nucleares. No se sabe con certeza si Rusia también los usa.
Por Juan Vernieri
Las armas de uranio se empezaron a utilizar en los Balcanes a finales de los años 1990, las usaron las fuerzas de Estados Unidos y el Reino Unido en la guerra del Golfo Pérsico en 1991, se usaron en Kosovo en 2000, probablemente en Afganistán en 2002 y luego también en la Segunda guerra del Golfo en marzo y abril de 2003, y se han empleado cada vez más en acciones de combate desde su primer uso.
El uranio enriquecido que se utiliza como combustible en muchos reactores nucleares es uranio que ha pasado por un proceso tecnológico que aumenta la proporción del isótopo uranio-235. Como resultado, este proceso deja un subproducto denominado uranio empobrecido, cuyas características son muy especiales.
El metal de uranio empobrecido tiene una densidad extremadamente alta (19 kg/L), algo mayor que la del uranio natural y mucho mayor que la del plomo. Esta característica lo hace favorable para usos militares.
Su radiactividad es baja, pero no nula. Su peso específico lo hace ideal para usarlo en proyectiles, y su dureza para usarlo en las estructuras defensivas.
Estados Unidos y Reino Unido ya entregaron a Ucrania munición perforante de uranio empobrecido. A pesar de ser vinculados con riesgos tóxicos, según el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, estas municiones “no son radiactivas” y “no se acercan para nada” a la categoría de los armamentos nucleares; no están prohibidas en el derecho internacional, no existe ninguna convención internacional que prohíba el uso de municiones de uranio, pero los expertos advierten sobre sus consecuencias sobre la salud.
Hay proyectiles de todo tamaño, para armas de mano, cañones, tanques y aviones.
Dado el enorme peso específico del uranio empobrecido, los proyectiles pueden atravesar blindajes de tanques, barcos, cañones, etc. Al impactar en un tanque su revestimiento de polvo de uranio levemente radiactivo, se libera en el interior del vehículo, inflamándose al entrar en contacto con el aire y quemando toda la cabina.
Hay riesgo para las poblaciones cercanas al frente de batalla como para los propios soldados, porque el uso de estos proyectiles libera radiactividad ingobernable.
Durante la guerra de Irak, en 2003, se dispararon cientos de toneladas de municiones de uranio. Según un informe de Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear, se ha producido un aumento significativo de deformidades, cáncer y otros daños en las regiones donde se utilizaron. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud y la Agencia Internacional de Energía Atómica no han podido confirmar que efectivamente hayan supuesto un mayor riesgo para la salud de la población civil.
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