Los reactores nucleares tienen múltiples amenazas: terremotos, inundaciones, fenómenos climatológicos extremos (excesos de lluvias y sequías), envejecimiento, y la propia gestión de la industria nuclear y de los accidentes para los que no estamos preparados. Las centrales nucleares son vulnerables a la crisis climática.
Por Juan Vernieri
Si bien el nivel del mar ha aumentado una media de 16 cm desde 1900, su aumento se está acelerando: de 1,4 mm/año al inicio del siglo, alrededor de 4 mm/año. Este aumento es preocupante. Aproximadamente el 41% de la flota mundial de centrales nucleares está instalada junto a costas marinas.
El caso más crítico es el de la central eléctrica de Gravelines, que está en uno de los llamados territorios “en riesgo”.
Gravelines, en la región de Alta Francia, linda con el Mar del Norte, está situada en el corazón del Delta del Aa, un territorio muy llano de 100.000 hectáreas conquistadas poco a poco al mar, entre Calais y Dunkerque.
CN Graveline
En general, toda el área entre la frontera belga, Saint-Omer, Calais y Dunkerque se encuentra bajo el nivel del mar en marea alta, a excepción de dunas y algunas colinas. Se instaló la central, en un pólder, tierras secadas artificialmente por una red muy densa de canales y protegidas por un sistema de contención.
La particular vulnerabilidad de las costas bajas al cambio climático no está solo relacionada con su baja altitud, también se asocia con la fuerte transformación que ejerce el ser humano sobre el medio. Espacios donde se ubican zonas de amortiguamiento para la regulación de inundaciones y protección natural contra la erosión, han sido destruidos por acciones humanas.
El Centro de Estudios de Riesgos, Medio Ambiente, Movilidad y Planificación, organismo oficial francés, anunció la probable desaparición futura de terrenos y casas ubicadas a lo largo de la Costa de Ópalo. Hay riesgo tanto para la propia central nuclear como para sus elementos externos, como la fuente de alimentación, las vías de acceso, viviendas para empleados, etc.
En el año 2100 se encontrará todo el emplazamiento de la central de Gravelines, por debajo del nivel del mar. Dispone diques que lo rodean no obstante el complejo estará particularmente expuesto a fenómenos climáticos extremos y marejadas ciclónicas, aun cuando se confía en la robustez y buen dimensionamiento de las protecciones.
En caso de una situación extrema, el objetivo vital para la planta es garantizar la evacuación de la electricidad producida y el enfriamiento de los reactores nucleares para evitar la fusión de los núcleos y la liberación de materiales radiactivos en la atmósfera y el agua.
¿Pero durante cuánto tiempo se podrá garantizar la seguridad de la central si se convierte en una isla? ¿Pueden ser suficientes las medidas adoptadas?
¿Qué pasará con una conjunción de fenómenos meteorológicos extremos en una región ya expuesta a un riesgo significativo de inundaciones, tanto por inmersión marina como por las inundaciones de los ríos y el nivel freático que tiende a aumentar?
Encontrarse en costas de mar con nivel en aumento no es el único problema de las centrales nucleares. En próximas notas abordaremos otros.
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