Por Astrid Puentes, David R. Boyd y John Knox
La vida de miles de personas en España cambió hace un par de semanas. Al momento de escribir estas líneas, sabemos que más de 200 personas han fallecido por las impresionantes inundaciones en Valencia y hoy mismo hay una nueva alerta. No podemos conocer aún la dimensión de la catástrofe, ni por cuánto tiempo y en qué dimensión las personas se verán afectadas. Ahora mismo, viven la vulneración de sus derechos humanos, especialmente aquellas personas más marginadas.
Sabemos que lo ocurrido en Valencia puede materializarse en otros lugares de España y de Europa, pues todas las personas, poblaciones, países y territorios del mundo se enfrentan en estos momentos a la triple crisis planetaria del colapso climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, agravada por las desigualdades sistémicas. Sin embargo, en un vuelco irónico, el Consejo de Europa sigue siendo el único sistema regional de derechos humanos del mundo que aún no ha reconocido el derecho a un ambiente limpio, sano y sostenible.
Europa se ha proyectado en el mundo como líder normativo en materia de derechos humanos, acción climática y desarrollo sostenible. Sin embargo, ningún Estado se ha pronunciado firmemente a favor del reconocimiento jurídico de este derecho, a pesar de que un ambiente sano es una condición previa para todos los derechos humanos. Por más de un año se ha prolongado un estudio de un comité del Consejo de Europa destinado a orientar la acción futura en materia de derechos humanos y ambiente. Su última reunión plenaria, a finales de este mes, corre el riesgo de terminar una vez más sin un camino claro.
Amenaza para los derechos humanos
Esta reticencia es difícil de justificar, ya que los derechos humanos se ven amenazados a una escala sin precedentes por el rápido avance de la triple crisis planetaria. No sólo la población valenciana, las comunidades de primera línea y los habitantes de toda Europa se enfrentan ya a las consecuencias del aumento de la temperatura del Mediterráneo, las inundaciones en Europa Central, las olas de calor en el Norte y los incendios forestales en los países del Sur, por nombrar sólo algunos. Sin mencionar que los grupos más marginados de nuestra sociedad soportan una carga desproporcionada.
La falta de medidas urgentes a la altura de las circunstancias es tanto más sorprendente si se tiene en cuenta que en 2022 los 46 Estados miembros del Consejo de Europa votaron a favor de una histórica resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas que reconocía a escala global el derecho humano a un ambiente limpio, sano y sostenible. Además, este derecho está protegido ya por ley en 42 de los 46 Estados del Consejo de Europa. Sin embargo, propuesta tras propuesta ha sido rechazada por el Comité de Ministros del Consejo de Europa, a pesar de los reiterados llamamientos de la Asamblea Parlamentaria del Consejo.
Es comprensible que este derecho no se incluyera en 1950, cuando se redactó originalmente el Convenio. Pero desde 1950, muchos otros derechos humanos, como el derecho a la educación, se han añadido a través de protocolos adicionales. Este año, más de 470 organizaciones de la sociedad civil, indígenas y juveniles instaron al Consejo a establecer este derecho mediante un protocolo adicional a la Convención.
Un ambiente sano
Todas las condiciones están dadas para seguir adelante con la elaboración de un Protocolo adicional al Convenio Europeo, el texto angular de los derechos humanos en Europa. Como hemos documentado repetidamente en nuestros mandatos, cincuenta años de experiencia con este derecho también han establecido claramente su contenido y alcance. Las pruebas demuestran además que este derecho es un catalizador para leyes y políticas ambientales más sólidas, mayores niveles de participación pública en la toma de decisiones, mejor implementación y aplicación de las leyes ambientales.
Un protocolo adicional demostraría que el Consejo de Europa y sus Estados miembros toman en serio la protección del derecho a un ambiente sano, a la par que otros derechos humanos y respondiendo a los nuevos retos a los que nos enfrentamos. El derecho a un ambiente sano también puede ayudar a garantizar que los planes de los Estados para la protección del ambiente se conviertan en acciones, al permitir a la ciudadanía y a la sociedad civil exigir a los gobiernos que rindan cuentas.
Quienes se oponen argumentan que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya aborda las cuestiones ambientales recurriendo a derechos ya existentes en el Convenio Europeo, como el derecho a la vida y el derecho a la protección de la vida familiar y privada y del derecho a un hogar. Sin embargo, el Tribunal ha declarado en repetidas ocasiones que no existe un derecho a la conservación de la naturaleza en el sistema europeo de derechos humanos. Esta conclusión es ciega ante la realidad de que la naturaleza, a través de la biodiversidad y los ecosistemas, proporciona el sistema de soporte vital para todas las especies de la Tierra.
Reconocer el derecho a un ambiente sano
Algunos políticos han expresado su temor a que una oleada de casos desborde el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Sin embargo, el Tribunal ya ha desarrollado procedimientos para gestionar un gran número de casos. Es más, si los gobiernos no respetan, protegen y garantizan el derecho a un ambiente sano, las víctimas deberían tener acceso efectivo a la justicia. Un protocolo adicional proporcionaría un marco útil para el inevitable trabajo del Tribunal en este ámbito a medida que se acumulan los efectos de la triple crisis planetaria.
No hay excusa para que el Consejo de Europa siga rezagándose. Reconocer el derecho a un ambiente sano es una de las acciones más poderosas que pueden emprender los Estados para propiciar cambios transformadores, y lo correcto tanto para las generaciones presentes como para las futuras. El Consejo de Europa debería mostrar respeto a la población valenciana y mostrar liderazgo desarrollando una respuesta basada en los derechos humanos al mayor reto de nuestro tiempo.
Astrid Puentes Riaño, relatora especial de la ONU sobre el derecho humano al ambiente sano, 2024
David R. Boyd, ex relator especial de la ONU sobre derechos humanos y ambiente, 2018-2024
John Knox, ex relator especial de la ONU sobre derechos humanos y ambiente, 2012-2018
Fuente:
Astrid Puentes, David R. Boyd, John Knox, ¿Cuántas Valencias se necesitan? El Consejo de Europa debe reconocer el derecho a un ambiente sano, 13 noviembre 2024, EFEverde.
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