Es inconcebible que una Casa Blanca que afirma que quiere lograr justicia ambiental continúe apoyando la energía nuclear bajo el pretexto de luchar contra el cambio climático.
Por Juan Vernieri
La minería del uranio para alimentar tecnologías nucleares, ya ha devastado a varias comunidades indígenas estadounidenses y, de hecho, a comunidades indígenas de todo el mundo. Además, otras comunidades con pocos recursos se ven amenazadas por los vertederos de desechos radiactivos derivados de las tecnologías nucleares.
Durante muchas administraciones, el gobierno norteamericano no ha considerado ni abordado plenamente los impactos de la extracción de uranio en la salud de los nativos americanos.
Décadas de extracción de uranio alrededor del Gran Cañón del Colorado han afectado las aguas, los ecosistemas locales y las tierras tribales históricas.
Cuando comenzó a operar en diciembre de 2023, la mina de uranio Pinyon Plain, ubicada próxima al Gran Cañón, se afirmó que el proyecto no contaminaría el paisaje.
Una investigación revelada en junio de este año encontró altos niveles de uranio, arsénico y plomo en el manantial que alimenta arroyos, contaminando potencialmente el agua potable utilizada por miles de personas.
La mina de uranio ha vertido más de treinta millones de litros de agua tóxica en los manantiales acuíferos cercanos al Gran Cañón desde su apertura, según reveló un nuevo estudio.
La minería de uranio no solo contamina las aguas superficiales y subterráneas, sino que también contamina el aire.
La Compañía propietaria de la mina, afirmó que no hay agua potable para que la mina impacte, sin embargo, el informe encontró que el agua de inundación contaminada de la mina puede filtrarse de un acuífero a otro, contaminando en última instancia el agua potable.
Un informe revela además, cuánta más reducción de carbono se puede lograr si se centra la inversión en energía eólica y solar. Se calcula que estas inversiones permiten reducir ocho veces más las emisiones de carbono con un costo mucho menor que la energía nuclear.
El apoyo a la energía nuclear desvía recursos de tecnologías más baratas, más estables y más capaces de abordar la crisis climática de manera segura.
En lugar de hacer que Estados Unidos sea resiliente frente a la amenaza climática, la energía nuclear se convertirá en un riesgo en un mundo climáticamente inseguro.
Agravará el legado existente de contaminación que no se ha limpiado e impondrá más exposición y cargas ambientales, culturales y de salud a comunidades indígenas.
Estados Unidos no puede limpiar el desastre que ya ha dejado la tecnología nuclear. Añadir más energía nuclear no hará más que agravar la carga económica.
A pesar de la terrible advertencia sobre el derroche de tiempo y dinero que supone la energía nuclear, esta Administración sigue apoyando los subsidios federales para ella. Esto incluye proteger a la industria nuclear de responsabilidades catastróficas con dinero de los contribuyentes, depreciar la salud pública en beneficio del avance de la tecnología nuclear y financiar el reinicio de los reactores que han cerrado y podrían estar demasiado dañados para funcionar.
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