La historia de la energía nuclear del Estado Nuevo México es profundamente significativa, especialmente en el contexto del desarrollo de armas nucleares y la investigación nuclear.
Por Juan Vernieri
Durante la Segunda Guerra Mundial, fue el sitio principal del Proyecto Manhattan (1942-1945) el programa secreto de Estados Unidos para desarrollar la bomba atómica. El Laboratorio Nacional de Los Álamos, fundado en 1943, se convirtió en el centro de investigación y desarrollo de armas nucleares. Científicos prominentes, como J. Robert Oppenheimer, trabajaron allí.
El primer ensayo de una bomba atómica tuvo lugar en el sitio de pruebas de Trinity, en el desierto de Jornada del Muerto, cerca de Alamogordo, el 16 de julio de 1945, días antes del uso bélico de estos artefactos en Japón. Esta prueba marcó el comienzo de la era nuclear.
Además de Los Álamos, otros laboratorios nacionales, como el Laboratorio Nacional de Sandia en Albuquerque, desempeñaron un papel clave en la investigación y desarrollo de tecnología nuclear, incluyendo armas y sistemas de seguridad.
En 1952, se descubrió la mina de sal de Carlsbad, que más tarde se convirtió en el sitio del Depósito de Residuos de Aislamiento Profundo (WIPP), el primer y único depósito geológico profundo en operación en el mundo. Abrió en 1999 y almacena desechos radiactivos de distintos niveles originados en la fabricación de armas atómicas.
A lo largo de las décadas, hubo propuestas para construir plantas de energía nuclear, pero ninguna se materializó debido a preocupaciones ambientales y de seguridad.
Durante la segunda mitad del siglo XX, fue un importante productor de uranio, esencial para la generación de energía nuclear y armas. La minería de uranio en áreas como la Nación Navajo dejó un legado de contaminación y problemas de salud para las comunidades locales.
La historia nuclear en este Estado ha dejado un impacto profundo en el medio ambiente y la salud pública, especialmente en las comunidades indígenas y rurales afectadas por la minería de uranio y los ensayos nucleares.
A lo largo de los años, ha habido un movimiento significativo contra la energía nuclear y los ensayos nucleares, que ha influido en la política y la cultura del estado.
Ahora bien una organización dedicada a la comunidad, Searchlight New Mexico (Reflector Nuevo México), publicó recientemente en su boletín que después de tres limpiezas, un análisis independiente encontró plutonio de 80 años persistente en Acid Canyon y más allá.
Michael Ketterer, profesor emérito de química y bioquímica en la Universidad del Norte de Arizona, que realizó un estudio independiente, anunció estos hallazgos en una conferencia de prensa en línea realizada por Nuclear Watch New Mexico el 15 de agosto último, después de recolectar y analizar muestras de suelo, agua y plantas en Acid Canyon, una popular zona de senderismo en el centro de la ciudad.
Sucede que, a partir de 1943, se vertieron desechos radiactivos en el cañón. El análisis del profesor Ketterer descubrió que plutonio “de grado superarmamentístico” persiste en el suelo, el agua y la vida vegetal en Los Álamos y sus alrededores.
“Nunca he visto algo así en ninguna muestra en ningún lugar”, dijo a Searchlight en una entrevista.
Ketterer cree que sus hallazgos prueban de manera inequívoca que el plutonio heredado del Laboratorio Nacional de Los Álamos no solo permaneció en Acid Canyon todos estos años después, sino que también migró más allá, incluso después de las tres limpiezas. “Es solo una cinta de contaminación que baja hasta el Río”, dijo.
El destino final de los contaminantes, escribió en su breve informe, es el Río Grande, donde ya se ha detectado plutonio.
En próxima nota continuaremos viendo los resultados del estudio del profesor Ketterer.
(Fuente: Alicia Inez Guzmán / Searchlight)
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