En nota anterior vimos las causas de zozobra que embarga a la humanidad, especialmente por las políticas estadounidenses en materia nuclear, tanto del actual presidente como de su probable sucesor.
Por Juan Vernieri
No menos razones para esa angustia las constituyen las advertencias provenientes de Rusia. El presidente Vladímir Putin ha amenazado con recurrir al arsenal de armas nucleares en tres ocasiones durante los últimos dos años: una vez al comienzo de la guerra contra Ucrania hace dos años, otra cuando estaba perdiendo terreno y de nuevo a fines de febrero último, al percibir que estaban mermando las defensas de Ucrania y la determinación estadounidense.
El presidente ruso aprovechó el discurso anual ante la Duma Estatal y el Consejo de la Federación, en donde ha planteado: “Los oponentes de Rusia deben recordar que nosotros tenemos armas capaces de alcanzar objetivos en su territorio y que lo que plantean asusta al mundo entero”. “Todo esto amenaza con un conflicto con armas nucleares y, por tanto, la destrucción de la civilización”, ha advertido.
“Ante una amenaza a la integridad territorial de nuestro país, utilizaremos todos los medios a nuestro alcance (incluidos los nucleares) para proteger a Rusia y a nuestro pueblo; esto no es un farol”.
Algo más que palabras.
Putin, presidente y comandante en jefe supremo de Rusia, en mayo ordenó realizar un ejercicio militar incluyendo sus fuerzas nucleares no estratégicas, la segunda línea de su arsenal por nivel de potencia y capaz de dar un primer golpe en un hipotético conflicto con Occidente. Esta orden fue ratificada por el Ministerio de Defensa ruso.
Las fuerzas nucleares no estratégicas, denominadas “tácticas”, están diseñadas para su uso en el campo de batalla y tienen ojivas más pequeñas que las armas nucleares “estratégicas” destinadas a atacar ciudades.
Ahora el Secretario General de la ONU, António Guterres llama a la reflexión “Hay que acabar con las guerras y hacer frente a las crisis que amenazan nuestra existencia”.
Guterres manifiesta que el cambio climático y el impacto negativo del avance de la inteligencia artificial son dos de los graves problemas a los que el mundo podría encontrar soluciones si pusiera fin a los conflictos y divisiones que absorben la atención y los recursos globales. Así se expresó ante los líderes presentes en la reunión de la Organización de Cooperación de Shanghai, que se celebra en Astana, Kazajistán.
“El objetivo central de nuestro sistema multilateral debe ser la paz, una condición previa para el desarrollo sostenible y el disfrute de los derechos humanos”, recordó António Guterres a los jefes de Estado presentes en la reunión de la organización regional más grande del mundo.
Guterres enumeró múltiples conflictos que precisan un alto el fuego y una paz duradera, desde Medio Oriente hasta Ucrania y desde Sudán hasta el Sahel, además de la República Democrática del Congo, Somalia, Myanmar y Haití.
La obra de arte que ilustra esta entrada es “L'Homme d'Hiroshima” (El hombre de Hiroshima), un tapiz de 4,37 × 2,92 metros, realizado en 1957 por el artista Jean-Lurçat, considerado el renovador de la tapicería francesa. La silueta del hombre en desintegración resalta sobre un fondo verde, adoptando la forma del “hongo atómico”. El hombre es destruido física y moralmente, como lo prueban las llamas que salen de su cráneo. A ambos lados de este cuerpo, se rompen, se pulverizan 4 objetos simbólicos. La cruz evoca la noción de creencia. La hoz remite tanto a la labor como a la ideología. Los guantes blancos serían un símbolo de los códigos educados de nuestra civilización occidental. Por último, el libro materializa la idea de saber. Lurçat muestra así que la bomba atómica puso en entredicho numerosos fundamentos de la sociedad occidental. Texto: Museo Jean-Lurçat de la tapicería contemporánea, Angers, Francia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario