El principal y más difundido argumento actual de apoyo a la energía nuclear es que se trata de una energía amigable con el ambiente y muy útil para combatir el cambio climático, porque permite producir electricidad sin emitir gases de efecto invernadero, causa de la crisis climática. Este alegato es falso.
Por Juan Vernieri
Es el argumento que enarbolan principalmente los gobiernos, interesados en lo nuclear que les permite enmascarar gastos militares. La energía nuclear civil mantiene actualizados, entrenados y activos a científicos, técnicos y personal en general y, además, mantiene las habilidades y las cadenas de suministro necesarias para los programas nucleares militares.
Lo reconoció el presidente francés Emanuel Macrón: “sin energía nuclear civil, no hay energía nuclear militar, sin energía nuclear militar, no hay energía nuclear civil”.
También hay particulares que defienden esta energía, científicos, técnicos, administrativos, periodistas especializados, proveedores, etc. en general quienes se emplean en las instituciones del ambiente nuclear y viven de ella.
Decíamos que no sirve para defender al planeta del cambio climático, con lo que se cae el principal argumento de los gobiernos. En realidad, la energía nuclear es un obstáculo para la lucha contra el cambio climático, porque aspira los recursos necesarios para la verdadera lucha.
La nuclear no es neutra respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Considerando el ciclo completo de las tecnologías, la energía nuclear emite más CO₂ que cualquiera de las energías renovables por cada kWh producido.
En todas las etapas del ciclo nuclear, la minería del uranio, extracción, transporte, pretratamiento, fabricación del concentrado, enriquecimiento, fabricación del combustible, la construcción de las centrales nucleares, su mantenimiento y posterior desmantelamiento, la gestión de los residuos radiactivos, etc. se consumen grandes cantidades de combustibles fósiles.
La seguridad de las plantas también consume electricidad, esta es una de las paradojas de la industria nuclear, con el fin de generar electricidad de forma segura las plantas necesitan un suministro externo significativo y constante de electricidad, que utiliza sin discutir su origen que, normalmente es producida por combustibles fósiles.
Las nucleares consumen agua en grandes cantidades, lo que es poco adecuado en un contexto de un clima más cálido. Tanto los reactores para refrigerar núcleos y condensadores, como sus piscinas de combustible gastado, necesitan agua en abundancia. Durante la última década, y precisamente debido al calentamiento global, las centrales nucleares han experimentado numerosas paradas.
El cambio climático también incluye la subida del nivel del mar, y aumento de frecuencias de fenómenos meteorológicos extremos, lo que ha provocado ya paradas e interrupciones en el suministro externo de energía.
Como se sabe las centrales nucleares están situadas junto al mar o a cursos de agua, por lo que el aumento de nivel significa riesgos.
Finalmente, si quisiéramos combatir el cambio climático utilizando esta energía necesitaríamos cientos, si no miles, de modernos y avanzados reactores, lo que requiere una inversión inicial en fábricas y una fuente conocida de combustible fácilmente disponible. Nada de esto existe.
Si queremos vencer al cambio climático debemos actuar ya, y la energía nuclear aparte de cara es lerda.
Dados los enormes plazos de entrega, los elevados costes, las incertidumbres sobre el diseño y la seguridad, y la ausencia total de un plan de gestión de residuos radiactivos, cualquier reactor nuclear, grande o pequeño, es un lastre climático, no una solución.
Confirmando que no lo cree necesario para la lucha contra el cambio climático, el Banco Mundial, no ha financiado un proyecto nuclear desde 1959.
La obra de arte que ilustra esta entrada es "Nuclear Marsh", de Wolfgang Ertl.
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