Por Ignacio Álvarez Saturnino
El 11 de marzo se cumplen 13 años desde la triple catástrofe que ocurrió en Fukushima, el terremoto más grande registrado en Japón y provocó un tsunami. Este evento no solo causó el mal funcionamiento y posterior derretimiento de los reactores de la planta nuclear de la Tokio Electric Power Company (TEPCO) sino que también desplazó a los habitantes del pueblo de Okuma, convirtiendo una ciudad 47.000 personas en un pueblo fantasma.
Esa tierra no volverá a ser habitable al menos por 100 años, también perjudicó a los pescadores de la costa este de Japón por una década y costó la vida a casi 20.000 personas, según las cifras proveídas por el sitio web oficial de la World Nuclear Associaton (WNA). Entre las víctimas se encuentran varios trabajadores de la planta que durante 10 días intentaron enfriar el reactor, un esfuerzo que fue coordinado por el gerente general la planta Masao Yoshida.
Tras la catástrofe fue Yoshida quien respondió ante el Gobierno japonés y las autoridades de la TEPCO (Tokyo Electric Power Company), 28 largas horas en las que Yoshida trataría de recordar los eventos y expresar lo que sintió en el momento para dar a entender por qué tomo las decisiones que tomó, testimonio que luego sería publicado por el periódico japonés bajo el título “The YoshidaTestimony”, 400 páginas que explican en detalle los acontecimientos, de las cuales únicamente hago paráfrasis intentando hasta donde llega mi habilidad hacer justicia a lo ocurrido.
Las 28 horas que pasó frente al comité de investigación son poco cuando se comparan con los 10 días que pasó encerrado en un cuarto a prueba de terremotos con ventanas cubiertas de plomo para que no entrara radiación de ningún tipo, coordinando al personal que no recibió la orden de evacuación o que simplemente decidió ignorarla para tratar de evitar que las sustancias radiactivas que emitían los cuatro reactores de la planta alcanzaran las zonas civiles de Fukushima y al medio ambiente de la región.
Hubo 50 empleados que la prensa luego llamaría “los 50 de Fukushima” y los alabaría como héroes. Yoshida confiesa que no sabía qué seguían haciendo ahí, pues estaba seguro de que les habían ordenado evacuar. Al respecto dijo:
“Es típico de los mensajes pasados, yo digo: «deberíamos ir al sector 2». Y lo que alguien que pasó el mensaje dice es: «vayan al sector 2″. Cuando me dijeron que estaban en el sector 2, yo dije ¡diablos».
Este, por supuesto, no fue el único caso de desacato de órdenes que sucedió durante el incidente, también se dio la situación contraria, en la que el personal se retiraba sin haber recibido órdenes de Yoshida o del propio presidente de TEPCO, Masataka Shimizu, quien trató de mantenerse en contacto con el personal en el sitio. Cuando finalmente lograron dar cuenta oficial del personal aún disponible en la planta, Yoshida solo tenía 69 empleados, 69 hombres y mujeres que tendrían que supervisar cuatro reactores nucleares y este fue el día 1.
“Esta es la parte más difícil de recordar. Entonces pensé, no por primera vez, que íbamos a morir. Realmente pensé que moriríamos, el agua no estaba entrando, el reactor número 2 se iba a derretir».
El 14 de marzo, tres días después del terremoto y el tsunami, el personal de la planta estaba teniendo problemas enfriando los reactores 1 y 3. El número 2 fue declarado un caso perdido, cualquier esfuerzo para ventilar el núcleo había fracasado, Yoshida temía que lo mismo sucediera con el 1 y el 3, dijo que Chernóbil se quedaría corto si eso llegaba a suceder.
Un día antes del 13 de marzo, cuando iban a liberar la presión del reactor 2, ocurre una explosión en el reactor 3 que causó la falla del sistema eléctrico que controlaba la válvula de escape, solo abrirla manualmente, algo que Yoshida no ordenaría porque habría sido un suicidio. En un punto intentaron construir una batería de 120 voltios usando baterías de automóviles, pero no funcionó, no era suficiente energía para potenciar el control de la válvula.
90 minutos después del hecho lograron abrir la válvula, la presión comenzó a bajar, pero aun así no lograron enfriar el reactor número 2, ya que la bomba de agua que los americanos les habían prestado se quedó sin gas y el camión que iba de camino a la planta para rellenar la bomba tenía un neumático pinchado “¡es el fin!” gritó alguien en el sitio.
Yoshida actualizó a la oficina del primer ministro y al cuartel general de TEPCO de la nueva situación, pidió a los miembros de compañías compañeras de TEPCO y a subcontratistas presentes en el sitio que hicieran el favor de retirarse, se fue a sentar en una silla e intentó dormir.
Al final enfriaron el reactor usando agua de mar, una acción que no solo iba en contra de las regulaciones de la agencia internacional de energía atómica (IAEA), sino que también en contra de las órdenes que habían recibido de la oficina del primer ministro, cuando le preguntaron a Yoshida acerca del tipo de apoyo que recibieron por parte de TEPCO, del Gobierno japonés, de las fuerzas de autodefensa o de otras compañías eléctricas, lo que contestó fue:
“Todavía les tengo rencor, nadie vino a ayudar…»
Dos años después de la catástrofe y de la lucha, Yoshida moriría enfrentándose una vez más a algo que no podría derrotar, cáncer, un diagnóstico del que estaba al tanto desde mucho antes del accidente de la planta nuclear, TEPCO niega la posibilidad de que la exposición a la radiación acelerase su enfermedad, pero no hay pruebas concluyentes, tres integrantes del equipo de Yoshida sufrieron la exposición más que los demás, dos de ellos con quemaduras graves en los brazos y uno perdió la vida debido al cáncer pulmonar causado por la radiación.
Masao Yoshida lo dio todo en una batalla que sabía que no iba a ganar y que no ha terminado, pronto se cumplirán 13 años desde la catástrofe y en ese tiempo la planta nuclear no ha dejado de ser un peligro constante para el medio ambiente. Por 13 años TEPCO y sus autoridades no han dejado de ser criticados y con buena razón, en 2014 se fugaron 300 toneladas de agua contaminada, en 2023 vertieron agua al mar deliberadamente porque los tanques se quedaron sin espacio, y el pasado febrero ocurrió otra fuga causada por un simple descuido.
En la memoria del pueblo japonés y del mundo, las acciones de Yoshida evitaron que la tragedia fuese mucho más grande, en su obituario publicado por The Guardian poco después de su muerte, todavía se le llama héroe.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Fuente:
Ignacio Álvarez Saturnino, Recordando a Masao Yoshida 13 años después de Fukushima, 13 marzo 2024, Rebelión.
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