Irán no es el único que desarrolla su programa nuclear en la región. Del Golfo Pérsico a Egipto, varios países intentan apostar por una energía nuclear presuntamente limpia. Estos proyectos, por suerte, se ven limitados por los elevados costos, la inestabilidad regional y la dependencia del saber hacer.
Por Juan Vernieri
La carrera por los proyectos de energía nuclear en Oriente Próximo arrancó en 2011, tras el anuncio de la interconexión de la central nuclear iraní de Bushehr con la empresa de electricidad local.
Arabia Saudita
Las autoridades saudíes han declarado en más de una ocasión que, de ahora en adelante, el país va a participar en proyectos nucleares nacionales e internacionales. Quiere aprovechar sus grandes recursos de uranio y, al mismo tiempo, diversificar su matriz energética, incorporando la energía nuclear, lo que le permitirá aumentar sus exportaciones de petróleo, al reducir su consumo.
En 2015, producto de una alianza entre la empresa estatal INVAP de Río Negro, Argentina, especializada en energía atómica y una compañía estatal saudí, se convino la construcción de un reactor de investigación, de muy baja potencia, 100 kwatts. A 8 años de suscrito el convenio aún no se ha terminado la construcción, esperando finalizarla en 2024.
En 2018, anunció un plan de construcción de 16 reactores de energía nuclear para 2040. Sin iniciar alguno, el objetivo más próximo ahora es construir dos reactores con una potencia instalada de 1.400 MW cada uno, para que entren en funcionamiento en 2030. El costo total se estima en 14.000 millones de dólares. Interesadas en este emprendimiento se encuentran compañías por lo menos de Francia, China, Rusia y Corea del Sur.
El gobierno valora la posibilidad de aceptar la oferta de China para levantar la primera planta en Jubail, próxima a la frontera con Qatar y Emiratos Árabes Unidos. China, el mayor comprador de petróleo saudí, con este movimiento reforzaría su presencia en la región. Levantar una planta nuclear supondría un contrato de decenas de años entre los dos países, con todo lo que ello implica.
The Wall Street Journal ha tenido acceso a fuentes saudíes cercanas a la negociación que han confirmado que China National Nuclear Corporation (CNNC) podría ser la elegida para trabajar en el reino ante el recelo mostrado desde Estados Unidos sobre el programa atómico saudí. El diario recoge las condiciones que Washington impone a Riad para desarrollar la industria nuclear, entre las que se encuentran el compromiso de no enriquecer uranio y de no explotar los depósitos propios de uranio del país, algo que Pekín no exigiría.
Organizaciones como la Arms Control Association —con sede en Washington— han alertado en los últimos años de que Arabia Saudí ya estaría construyendo una instalación dedicada al enriquecimiento de uranio con ayuda de China. Alarma con dudosos fundamentos.
En diciembre de 2022 el presidente chino, Xi Jinping, durante tres días, participó en Riad de reuniones con líderes árabes intentando consolidar a China como el principal socio comercial del golfo Pérsico. El encuentro se gestó con mucho secretismo. La visita de Xi, la primera al reino árabe desde 2016, se produjo en un momento en el que ambos países buscaban potenciar sus relaciones económicas y comerciales, un movimiento temido por Washington al interpretar que China está ganando influencia en Oriente Medio.
El controvertido príncipe heredero, Mohammed Bin Salman, tiene prisa para llevar a buen puerto su plan que busca reducir la dependencia del petróleo a través de la diversificación de las inversiones y fuentes de ingresos, pero desde Washington la respuesta de Jake Sullivan, asesor de seguridad de Joe Biden, es que «llevará tiempo negociar todos los complejos detalles de la cooperación nuclear». Tanto Estados Unidos, como Israel, desconfían de un programa que podría derivar al plano militar y dar la bomba atómica a los saudíes.
Riad defiende el carácter civil de su programa, es firmante del Tratado de No Proliferación y el órgano nacional responsable del desarrollo nuclear es el Saudi National Atomic Energy Project (SNAEP). Este organismo defiende que la introducción de este tipo de energía «en la combinación energética nacional tendrá un impacto positivo en el reino, servirá para crear puestos de empleo y desarrollar los sectores energético y de inversión».
Normalización de relaciones saudíes con Israel
Tras la firma de los Acuerdos Abraham, entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel, el 13 de agosto de 2020, el siguiente paso en diplomacia regional para Israel sería la normalización de relaciones con Arabia Saudí. Estados Unidos vuelve a ser el mediador y sobre la mesa está la pretensión saudí de ser apoyado en su plan nuclear.
Ariel Levite, ex alto cargo de Comisión de Energía Atómica de Israel, declaró a The Times of Israel que «no importan las garantías que ofrezca la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)» porque «esto generaría un peligroso precedente y abre las puertas a una carrera armamentística nuclear en Oriente Medio».
Los países árabes que han normalizado relaciones con el Estado judío han recibido importantes contraprestaciones por parte de Washington y los saudíes no quieren ser menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario