viernes, 6 de octubre de 2023

BRICS una oportunidad que Argentina debe aprovechar

Por Mario Mazzitelli

Argentina debería celebrar la invitación para sumarse a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) a partir del 1 de enero de 2024. Los otros invitados son Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía e Irán. Economías emergentes que se asocian a través de los Estados para potenciar su desarrollo.

Suma protagonismo para un país ubicado en la periferia. Suma relaciones internacionales a nuestra diplomacia. Incluso para la resolución de temas controversiales. Suma amistades comerciales, tecnológicas y financieras a los empresarios argentinos. Mejora nuestro comercio exterior, diversifica las inversiones extranjeras, eleva nuestra productividad, crea fuentes de empleo, etc.

Al mismo tiempo no resta. No resta porque Argentina no dejará de ser América, de pertenecer al Mercosur, Unasur, la Celac, la OEA, las Naciones Unidas, el FMI o el G20. No dejará de mantener excelentes relaciones con EEUU, Canadá, Alemania o Japón.

Si suma y no resta, es para celebrar. Los BRICS no imponen condiciones a sus miembros. Más allá del respeto que la diplomacia debe mantener en todo tiempo y lugar.

La derecha Argentina dice y se desdice. Por ejemplo: Macri elogiaba al “grupo de países con las economías emergentes más importantes del mundo”. Decía que: “Es un gran honor ser parte de esta reunión y tener la oportunidad de fortalecer el diálogo con el grupo BRICS y con los países del Sur Global”, 2018, cumbre en Johannesburgo, Sudáfrica. Ahora, 2023, dice todo lo contrario. Con otro matiz, su alter ego Milei, sostuvo que: “No hago pactos con comunistas”. Se refiere a China, por sobre todo. Al tiempo que les enviaba a los empresarios el mensaje que, ellos sí podían negociar con los comunistas.

Están confundidos. Quieren ser más papistas que el Papa, dado que EEUU, Israel o el Reino Unido negocian con los comunistas chinos. Todos los países lo hacen. Este sin sentido de la derecha local se comprende en el marco de un mundo que aceleradamente está cambiando su centro de gravedad. Y el tránsito de ese corrimiento los pone en la disyuntiva de seguir atados al pasado o adaptarse al nuevo mundo. Es la transición de la unipolaridad a la multipolaridad. Bienvenida multipolaridad para los pueblos del mundo. Aunque la derecha no sepa si ponerse a favor o a contramano de la historia.

El papel de Lula.

La primera condición de un estadista es entender el tiempo histórico que le ha tocado en suerte. Es ajeno a él. Así como nadie elige el día de su nacimiento, nadie puede elegir arbitrariamente el día en que asumir responsabilidades de Estado. Ni los reyes. Ni, mucho menos, los representantes que participan en países con una Democracia (Gobierno del Pueblo) con formato Republicano (División de poderes, límite temporario a los mandatos, etc.).

Ninguna persona por poderosa que haya sido en la historia, puede originar lo que ya, de alguna forma, no existe de manera latente en las entrañas de una época. Puede incorporar su impronta. Puede ser un líder excepcional. Pero allí está la realidad, más dura que una roca, aunque fluya como el aire.

El devenir, histórico-natural en el que se desenvuelve la sociedad, va generando distintas formas de organización económica, política, social y cultural. No existe un determinismo que haga que algo sea inexorable de una manera. Si fuera así, la libertad habría nacido muerta. Existe la posibilidad de hacer la historia. Pero condicionado por realidades superiores que deben ser contempladas.

En 2009 Lula puso la B de Brasil en el entonces BRIC. Le supo dar dimensión mundial a un dato de la realidad RIC (Rusia, India y China) que juntos alcanzaban una superficie de 30 millones de Km2 y una población cercana a los 3.000 millones. Pero se circunscribía a Asia. Ahora era el mundo y América Latina decía presente.

En 2023 Argentina debe agradecer el papel de este obrero estadista, que piensa en Brasil y también en sus hermanos.

Un poco de historia.

El mundo emergente de la 2da Guerra Mundial, se caracterizó por la bipolaridad. Una bipolaridad discutible entre los EEUU y la URSS. Discutible porque además de ellos se formó un espacio de países no alineados. Discutible porque EEUU había salido pletórico de la guerra (Con un número de bajas menor a 300.000, una economía revitalizada, etc.) Mientras que la URSS salió debilitada (Con 18.000.000 de muertos, invadidos, con ciudades destruidas, etc.) La derrota al nazismo alemán le significó a la URSS un esfuerzo sobre humano hasta alcanzar Berlín y proclamar la victoria. Mientras que EEUU cerró la 2da guerra con sendas bombas atómicas tiradas desde la altura para destruir buena parte de las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki, logrando la rendición de Japón sin necesidad de un ataque terrestre. No habían salido de la misma manera.

En Bretton Woods (1944) EEUU diseñó las instituciones financieras (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial) conforme el poder que tenía (50% del PBI mundial, grandes reservas de oro, etc.). Impuso el dólar como moneda de circulación para el comercio mundial, generó el criterio que “la libertad de mercado” era la condición para prolongar la paz en el mundo y un conjunto de reglas para iniciar un Nuevo Orden Económico Internacional.

Para que el dólar fuese la moneda del comercio internacional, EEUU lo respaldo con el oro que tenía en su tesoro. Años después, haciendo gala de su poder (Guerra de Vietnam, llegar a la Luna antes de 1970, etc.) desmadro la emisión de papel pintado. Para 1971, superaba con creces el volumen de sus reservas; haciéndose imposible cambiar 35 dólares por una onza de oro (Como exigían los pactos de 1944). Entonces, declaró la inconvertibilidad del dólar en oro. Y acordó con los países árabes que el comercio del petróleo (el oro negro) solo se realizara en dólares. De esta manera incrementó su capacidad de emitir sin respaldo (Dinero Fiat), con las ventajas que ese privilegio significó. A todo esto su impulso económico sobre desarrollos científico-tecnológicos no se detuvo. Los avances en micro ingeniería electrónica, procesamiento de datos, información, comunicaciones, automatización, etc. ahondó la asimetría. Además, impulsó su industria armamentista hasta generarle a su otro polo en la Guerra Fría una carrera loca, que la URSS no pudo acompañar. En el plano político EEUU, en los ´70 empezaría a diseñar una política de alianzas que derivaría en el G7. Sumando a su rol global a tres países vencedores de la 2da guerra (El Reino Unido de Gran Bretaña, Francia y Canadá) y tres países derrotados (Alemania, Japón e Italia) Esta escudería surgida a finales del SXX todavía tiene un rol significativo en la vida de las naciones.

Volvamos un poco atrás. La URSS había salido de la 2da guerra airosa en el terreno militar y político. Su prestigio recorría el mundo y había dejado la sensación que la economía centralmente planificada, conducida con mano de hierro, era un camino posible para muchos pueblos. La URSS tuvo grandes éxitos en la reconstrucción de sus ciudades, infraestructura, la carrera por el manejo de la energía atómica, punteó en la carrera espacial, su educación en ciencias duras fue destacada, el deporte tuvo un gran respaldo, etc. Pero falló en los mecanismos de transmisión de los avances en un área específica al conjunto de la sociedad. Los niveles de vida entre distintos sectores se diferenciaban de manera inaceptable para una sociedad que se pretendía equitativa. La burocracia estatal y la sociedad civil iniciaron los trámites de divorcio mucho antes del derrumbe de la URSS (1991) Los intentos de reformas a partir de 1985 (Perestroika —reformas hacia el libre mercado— y Glasnot —mayor transparencia en el manejo de la cosa pública y mayor libertad cultural—) no tuvieron el éxito esperado. El 26 de abril de 1986 se produjo un accidente que iba a precipitar los acontecimientos, se escapaba del control humano la Central Nuclear de Chernóbil (Territorio ucraniano, integrante de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) Ese accidente generó un desastre humanitario, además de económico y político. Se acentuó el desbalance en las relaciones de fuerza entre EEUU y la URSS. El 9 de noviembre de 1989 caía el Muro de Berlín, rémora de una época en que la gente ya no quería vivir. Entre el 11 de marzo de 1990 y 26 de diciembre de 1991 se produce la disolución total de la URSS. Cada nación recobra su independencia. Rusia queda a la deriva, conducida por elementos degradados de la vieja burocracia, agentes de inteligencia extranjeros, etc. El desmantelamiento del aparato estatal y la formación de una oligarquía corrupta fueron dos caras de la misma moneda.

El clima de época de aquellos años había cambiado de tal manera, que algunos llegaron a plantear que habíamos llegado a la cima de la condición humana. El libre mercado, como la cima de una montaña. Más allá… Las nubes y el cielo. Sería el “Fin de la Historia”, no había ideas por fuera del “Pensamiento único”. Pensar en algo distinto, un mundo con otro diseño, una economía con otros actores, una arquitectura social diferente, una cultura solidaria, otros valores… Solo eran utopías del pasado, sin probabilidades de realización. “No hay alternativa. No hay elección” sostenía la Primer Ministro del Reino Unido, Margaret Thatcher.

Argentina.

En nuestra Patria veníamos de la Dictadura (76/83), la derrota de Malvinas y de haber recuperado la Democracia en 1983. Para 1989 los intentos de independencia económica (Bernardo Grinspun durante el gobierno de Alfonsín, etc.) habían sucumbido. La deuda fraudulenta, ilegítima y odiosa era lapidaria. El mercado era cruel e impiadoso. Los dueños del dinero son crueles e impiadosos. Y cuando la riqueza acumulada por estos señores es descomedida, también es descomedido su poder. Aquel año, en que Alfonsín debía traspasar los atributos presidenciales a Menem, el caos económico-social (Hiperinflación y saqueos) serviría como disciplinador del Poder Político. No habría paz si no se acordaba con el Poder Económico Financiero (Red internacional con varios nodos locales, Bancos, Grandes Grupos Económicos, etc.) Todos al galope de la mano y conducción de Thatcher, Ronald Reagan, George Bush… se abalanzaron sobre la presa mal herida. Ya en vísperas del derrumbe de la experiencia soviética (Todo el Poder a los Soviets de obreros, campesinos y soldados) se montaba la respuesta paleo-liberal al capitalismo keynesiano (Todo el Poder a las finanzas de los Fondos de Inversión, especuladores monetarios, estafadores de deudas públicas; … vinculados de una u otra manera al capital industrial, inmobiliario y comercial)

Menem sintió que la Revolución de patillas a la Facundo Quiroga, que había prometido en la campaña, lo llevaba al abismo. Acomodó su cuerpo y eligió las “relaciones carnales”. Se alió al bloque colonial de derecha y realizó su programa a rajatabla. Personalmente, estuve en contra de aquella política. Lo que no se podía negar es que el mundo había cambiado. Que la globalización paleo-liberal estaba en curso y que la unipolaridad de EEUU y el G7, resultaba evidente. En aquel contexto, el alineamiento automático (con lo humillante que tal situación supone) tenía una lógica.

Siglo nuevo, vida nueva.

OTRO MUNDO ES POSIBLE”. Con esta consigna se reunió el Foro Social Mundial del 25 al 30 de enero de 2001, en Porto Alegre Brasil. Al año siguiente estaban representados en el Foro, 123 países con la presencia de más de 60.000 participantes. Y así siguió creciendo.

El 1.º de enero de 2003, Lula accede por primera vez a la presidencia de Brasil. Algo estaba pasando. En el Foro de Davos se reunían los ricos para imponer su agenda. En Porto Alegre, los movimientos sociales, culturales y políticos que no se querían someter a una agenda que desconocía las calamidades del paleo-liberalismo (Este término me pertenece. Otros lo llaman neoliberalismo. Pero yo no veo que tenga nada nuevo y, en cambio, representa la nostalgia por un capitalismo del pasado que murió con la crisis de 1929/33 y el New Deal) Las promesas de paraíso que habían anunciado desde la cima del poder mundial, podrían ser ciertas para el 20% más rico de la sociedad. Pero eran nefastas en términos de hambre, pobreza, desempleo y exclusión para un 80%. OTRO MUNDO DEBERÍA SER POSIBLE Y NECESARIO.

Algo tenía que pasar.

Frente a los grandes de la economía del G7, otros gigantes en territorio y población acomodaban su progreso a los nuevos tiempos.

El caso más destacado es China. Siguiendo los lineamientos del desarrollo de las Fuerzas Productivas, darían impulso a 4 modernizaciones: tecnología, industria, agricultura y defensa. Con mano de obra disponible, educación, disciplina y sacrificio, el proceso de los últimos 40 años pone a China en la vanguardia del crecimiento. Las tasas rondaron el 10% por varias décadas, bajando en los últimos años, sin que eso aminore el despliegue de una economía cada día más grande. Todo liderado por el PC y en nombre de “Un Socialismo de Peculiaridades Chinas”, con 5000 años de historia, 9.597.000 de Km2 y una población de más de 1.400 millones ¿Cuánto tardaría en ser competitivo y poner en la picota el orden liderado por EEUU y el G7?

Por otra parte, la India. La mayor democracia del mundo, con más de 900 millones de electores, es otro caso de irrupción y crecimiento durante el SXXI. La conjunción de su historia de más de 50 siglos, su cultura, sus valores, su modo de vida, su territorio de 3.3 millones de km2, su población de 1.400 millones, la están llevando a ser la tercera economía del planeta. ¿Podría pensarse a sí misma como marginal en la economía global?

Rusia es el país más extenso del planeta (17 millones de km2) con baja densidad poblacional, pero con enormes recursos energéticos, minerales, etc. más su vieja tradición imperial, no podía permanecer ajena al surgimiento de un orden alternativo. ¿No observaría su ubicación estratégica en la reunión de Eurasia?

La integración era como una jugada evidente. Ampliar hacia América Latina y África una jugada delicada. Si en 2009 eran 4, para 2010 fueron 5. Nacieron los BRICS.

Los avances se hicieron a gran velocidad. Hoy son un tercio de la economía global en términos de paridad de compra. Y la evolución en todas las áreas (ciencia, tecnología, comercio, monedas, etc.) es muy importante. A los 11 países que podrían constituirlo a partir de 2024, habría que sumar el pedido de otros 20 países que quieren ser parte. Y muchos más que desean ser observadores.

Lo que debería diferenciar a este bloque que disputa la hegemonía mundial, respecto de su oponente, son sus valores y principios. Sin equidad, acuerdos de beneficio mutuo, respeto a la identidad y objetivos particulares de cada uno, sería repetir una historia conocida. Las perspectivas son buenas. Sumarse es correcto.

BRICS y Malvinas.

Para quienes defendemos la integridad territorial de nuestro país, la permanencia colonial del Reino Unido de Gran Bretaña, con el apoyo de EEUU y otros aliados, es una afrenta. En este sentido, la salida del RU de la Comunidad Europea fue un error, dado que debilitó su posición. En el BRICS Argentina cuenta con muchos aliados que han sufrido el colonialismo y defienden los derechos soberanos argentinos sobre aquellos territorios. Suma. Es un acierto.

BRICS y la guerra.

Argentina tiene dos premios Nobel de la Paz, Carlos Saavedra Lamas (1936) y Adolfo Pérez Esquivel (1980) Juan Bautista Alberdi escribió “El Crimen de la Guerra”. La tradición argentina es enorme en esa dirección. Es la que debe acompañar a Argentina en todos los foros. También en el BRICS. La paz es vida, un valor con el que nació nuestra democracia y debemos llevar como consigna a todos los rincones del mundo. Sin perder sentido de realidad.


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