Zorros, pumas y otras especies salvajes aparecen en pueblos y ciudades. Las razones son el avance humano sobre su hábitat natural y la facilidad con la que ellas pueden conseguir comida en las urbes. Especialistas explican cuáles son sus consecuencias y qué se debe hacer.
Por Lucas Viano
Zorros, pumas y comadrejas merodean las zonas urbanas y predios rurales de Córdoba. Los expertos coinciden en que estos avistajes son cada vez más frecuentes y que representan un riesgo para la biodiversidad y también un potencial peligro para las personas.
El último hecho de este tipo fue la aparición de un ciervo exótico cerca del aeropuerto Ambrosio Taravella. Pero los zorros ya son parte del paisaje de barrios cerrados y zonas periurbanas a lo largo de las sierras. Comadrejas y cuises ya toman estos sectores como su hábitat. En los campos aparecen pumas en medio de los maizales.
“Hace más de 30 años que trabajo con fauna silvestre y en los últimos 5 años son más frecuentes estos encuentros de animales en zonas urbanas. Es un fenómeno mundial, consecuencia del avance de la civilización y el deterioro acelerado del ambiente. Muchos ya han aprendido a convivir con las personas, sin dejar de ser salvajes”, cuenta Alejandra Juárez, responsable del Proyecto Carayá, un refugio para monos y pumas rescatados ubicado en La Cumbre.
Victoria Muccillo, responsable de la Policía Ambiental del Gobierno de Córdoba, asegura que se percibe un incremento del zorro gris en las inmediaciones de las ciudades. “El avance de las fronteras urbanas posibilitó que se volvieran más visibles y se nos revelen como una situación novedosa. En realidad, los nuevos habitantes de esos espacios somos los humanos”, asegura.
La funcionaria comenta que reciben “denuncias” sobre estos avistajes porque provocan reacciones de preocupación, empatía y molestia. “Es importante destacar que no configuran una infracción normativa de ningún tipo que habilite nuestra competencia para actuar”, aclara.
Muccillo agrega que estos encuentros también se dan entre especies predadoras y ganado o animales de granja. “Es un conflicto que nos precede y es de muy larga data”, asegura.
Pumas heridos y zorros enfermos
En muchos casos los zorros que aparecen en barrios de las sierras están enfermos con sarna. Hebe Ferreyra, veterinaria docente de la Universidad Nacional de Villa María y asesora de Parques Nacionales, asegura que la sarna sarcóptica se ha vuelto en un problema global para las especies silvestres como cánidos, osos, marsupiales y cabras salvajes.
“Está dando vueltas desde hace años en los zorros y particularmente es un fenómeno de las sierras. Es clave conocer el origen. No se sabe si es silvestre o si se contagiaron de perros domésticos”, explica. Según evidencia en otros países, la veterinaria explica que muchas veces estos animales enfermos se acercan a las zonas urbanas donde les es más fácil conseguir comida, por ejemplo, entre la basura.
Reconoce que se trata de un problema sanitario y que el estado debería tomar nota. “En Sierras Chicas, los zorros se introducen a las viviendas, comen comida de los perros, toman agua de piletas y son atacados por los perros”, comenta.
Por su parte, Juárez detalla que durante los últimos dos meses recibieron seis cachorros de pumas de diferentes camadas, rescatados tras un encuentro con máquinas agrícolas, en donde sus hermanos fallecieron. La madre asustada nunca vuelve a buscar a sus crías. En el refugio ya tiene 23 cachorros. “La situación es muy grave. Son pumas de llanura que mueren cuando pasan las máquinas agrícolas por los campos que usan de refugio”, explica.
Y agrega: “Antes, en los campos existían islas de monte que servían para que se refugie la fauna. Ahora, cuando se realiza la cosecha, los campos se parece a desiertos. Si bien tiene una gran adaptabilidad, a este paso vamos a terminar extinguiendo al puma de llanura de Córdoba”.
Problemas de una nueva convivencia
Por su parte, Muccillo sostiene: “Lo esperable sería hacernos de maneras de convivencia que permitan y promuevan un encuentro respetuoso”. Juárez coincide: “Tenemos que pensar en un nuevo contrato con el mundo animal. La sensación es que no va a haber una vuelta atrás con el avance de la civilización sobre las áreas naturales. Entonces, por lo menos, tendríamos que tener nuevos códigos”.
Ferreyra agrega: “Algunas especies silvestres son muy adaptables a las regiones periurbanas donde encuentran alimentos y refugio. Hay que pensar cómo vamos a abordar eso desde el punto de vista sanitario”. Por ejemplo, menciona que el zorro es muy susceptible al moquillo canino y tampoco está claro cómo está circulando la sarna entre especies salvajes y domésticas.
Como primera medida, la veterinaria reclama que los vecinos de estos sectores de interfase urbano-silvestre tengan en condiciones sanitarias a sus mascotas. También cree que el estado debería interesarse por estudiar la problemática, con incentivos específicos para la investigación e infraestructura para analizar los animales silvestres enfermos que se acercan a las zonas urbanas. “Las enfermedades en especies silvestres son muy difíciles de tratar con fármacos, además de riesgoso incorporarlos a los ecosistemas”, advierte.
Educar y no alimentar
Todas las especialistas recomiendan no alimentar a las especies salvajes. Muccillo agrega: “No deberíamos proveerles alimento, agua, ni refugio. Promueven el acostumbramiento, la pérdida progresiva de conductas silvestres y, en muchos casos, el aumento de la natalidad en estas zonas.”.
La concientización es clave. Juárez cuenta que en Corrientes están apareciendo monos en las zonas urbanas. “Los primatólogos les están enseñando a los vecinos a convivir sin interferir con ellos. También los hacen partícipes de su estudio y su conservación”, detalla.
En el caso de los ataques a animales de granja, se recomienda mantener en buen estado los cercos perimetrales y corrales para que los predadores no ingresen. Juárez sugiere que se exija a los productores que dejen algunas hectáreas de monte como refugio para la vida salvaje.
Muccillo destaca que se está trabajando en la repoblación con vizcachas, la presa histórica de los pumas, para reducir los ataques a animales de granja. “Este proyecto de repoblación, en consonancia con la veda de caza de vizcachas y los fuertes controles relacionados a esta prohibición, buscan la recuperación de las poblaciones”, apunta.
En el refugio de La Cumbre, el equipo de Juárez reintrodujo vizcachas y obtuvieron buenos resultados. También regalaron burros a productores, ya que este animal logra espantar a los felinos salvajes del predio.
Sin posibilidad de reintroducción
Juárez asegura que los cachorros de puma que rescatan no pueden reintroducirse a la naturaleza. “Estamos salvando al individuo pero, lamentablemente, no ayudamos a conservar a la especie”, comenta.
Y explica que habría que rehabilitarlos sin contacto humano, lo que requiere otra infraestructura. “Si se libera un puma manso, queda vulnerable porque no sabe cazar pero, a la vez, se seguirá acercando a los humanos y puede volverse agresivo”, detalla.
Además, tampoco hay áreas donde liberarlos. " No tienen hábitat o, al menos, no tenemos un censo de pumas para determinar en qué zona conservada se podrían liberar”.
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Fuente:
Lucas Viano, Por qué es cada vez más frecuente la presencia de fauna silvestre en zonas urbanas, 7 agosto 2023, La Voz del Interior.
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