Por Ian Fairlie
La lluvia radiactiva de las pruebas atmosféricas de armas nucleares en los años 50 y 60 causó la mayor exposición de la humanidad a la radiación producida por el hombre.
En 1993, el UNSCEAR estimó que la dosis de radiación de estas pruebas para la población mundial fue de 30 millones de personas-sieverts, 50 veces más que las 600.000 personas-sieverts del accidente de Chernóbil de 1986.
La potencia explosiva acumulada de las pruebas correspondió a 545 millones de toneladas de TNT, equivalentes a 40.000 bombas atómicas del tamaño de las lanzadas sobre Hiroshima en 1945.
Sin embargo, sorprendentemente se han realizado pocos estudios epidemiológicos sobre los posibles efectos en la salud de las pruebas atmosféricas. Los pocos que se llevaron a cabo no arrojaron resultados concluyentes: no se observó, por ejemplo, ninguna señal clara de aumento de las leucemias. Pero siempre debemos aplicar la regla estricta en epidemiología de que la ausencia de pruebas no constituye una prueba de ausencia (Altman y Bland, 1993). Sólo significa que aún no hemos podido encontrar las pruebas.
Sin embargo, el Dr. Alfred Körblein, un investigador independiente de Alemania, acaba de encontrar pruebas claras. Acaba de publicar (Körblein, 2023) los resultados de su propio estudio estadístico de los datos sobre muertes infantiles procedentes de los datos de UNSCEAR (1993) y de otras fuentes. Ha llegado a la conclusión de que, tras las pruebas con bombas atmosféricas, las muertes infantiles aumentaron definitivamente tanto en Estados Unidos como en Europa, incluido el Reino Unido. Su hipótesis era que se trataba de un efecto de la radiactividad de la lluvia radioactiva de las bombas (de estroncio-90) sobre el sistema inmunológico de las mujeres embarazadas.
Más detalladamente, el estudio de Körblein demuestra que las pruebas de las bombas produjeron niveles muy elevados de lluvia radiactiva que permanecieron suspendidos en el hemisferio norte durante años. Körblein reproduce gráficos que muestran altos niveles de lluvia radiactiva de estroncio-90: niveles similares de cesio-137, carbono-14, yodo-131, hidrógeno-3 (tritio) y otros nucleidos radiactivos que se habrían producido al mismo tiempo.
Estos radionucleidos habrían sido inhalados e ingeridos por todos los habitantes del hemisferio norte, incluidas las mujeres embarazadas. Sabemos que los sistemas inmunitarios de los embriones y fetos en desarrollo de las mujeres embarazadas son extremadamente sensibles a la radiación. Las pruebas presentadas en el estudio muestran claramente un aumento de los niveles de muertes perinatales (entre >24 semanas de gestación y 7 días después del nacimiento) y neonatales (en los 28 días siguientes al nacimiento) en varios países, incluido el Reino Unido. En otras palabras, se cree que la radiactividad de estas pruebas de bombas produjo efectos teratogénicos en la descendencia de las mujeres embarazadas en los años durante y después de las pruebas de bombas.
Körblein concluye que “las pruebas de armas nucleares atmosféricas pueden ser responsables de la muerte de varios millones de bebés en el hemisferio norte”. Estoy de acuerdo con su análisis y su aleccionadora conclusión. He aquí una comprobación aproximada. Si aceptamos la modelización de la dosis realizada por el UNSCEAR en su estimación de 1993 de 30 millones de sieverts-persona (que yo acepto) y aplicamos un factor de riesgo de cáncer mortal del 10% por Sv, comúnmente utilizado, llegamos a una cifra aproximada de 3 millones de muertes, similar a la estimación de Korblein.
Referencias
Altman DG and Bland JM (1995) Absence of evidence is not evidence of absence. British Medical Journal. 311 (19 August): 485. doi:10.1136/bmj.311.7003.485.
Körblein A (2023) Statistical modeling of trends in infant mortality after atmospheric nuclear weapons testing. PLoS ONE 18(5): e0284482. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0284482
UNSCEAR (1993) United Nations Scientific Committee on the Effects of Atomic Radiation. UNSCEAR 1993 report to the General Assembly. United Nations, New York.
Ian Fairlie es un consultor independiente sobre radiactividad en el medio ambiente que vive en Londres, Reino Unido. Lleva estudiando la radiación y la radiactividad al menos desde el accidente de Chernóbil en 1986. Es licenciado en biología de las radiaciones por el Bart's Hospital de Londres y sus estudios de doctorado en el Imperial College de Londres y (brevemente) en la Universidad de Princeton (EE.UU.) versaron sobre los riesgos radiológicos del reprocesamiento del combustible nuclear. Anteriormente trabajó como funcionario en la regulación de los riesgos radiológicos de las centrales nucleares. De 2000 a 2004, fue jefe de la Secretaría del Comité CERRIE del Gobierno británico sobre riesgos de radiación interna. Desde que dejó de trabajar para el Gobierno, ha asesorado al Parlamento Europeo, a gobiernos locales y regionales, a ONG medioambientales y a particulares en cuestiones relacionadas con las radiaciones. Sus áreas de interés son las dosis de radiación y los riesgos derivados de las emisiones radiactivas de las instalaciones nucleares.
La obra de arte que ilustra esta entrada es “L'Homme d'Hiroshima” (El hombre de Hiroshima), un tapiz de 4,37 × 2,92 metros, realizado en 1957 por el artista Jean-Lurçat, considerado el renovador de la tapicería francesa. La silueta del hombre en desintegración resalta sobre un fondo verde, adoptando la forma del “hongo atómico”. El hombre es destruido física y moralmente, como lo prueban las llamas que salen de su cráneo. A ambos lados de este cuerpo, se rompen, se pulverizan 4 objetos simbólicos. La cruz evoca la noción de creencia. La hoz remite tanto a la labor como a la ideología. Los guantes blancos serían un símbolo de los códigos educados de nuestra civilización occidental. Por último, el libro materializa la idea de saber. Lurçat muestra así que la bomba atómica puso en entredicho numerosos fundamentos de la sociedad occidental. Texto: Museo Jean-Lurçat de la tapicería contemporánea, Angers, Francia.
Fuente:
Ian Fairlie, Atmospheric Testing of Nuclear Weapons in the 1950s and 1960s, 27 mayo 2023, ianfairlie.org
Este artículo fue adaptado al español por Cristian Basualdo.
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