Después de décadas de protestas, la era de la energía nuclear en Alemania llegó a su fin. Roland Hipp, Director General de Greenpeace Alemania, mira hacia atrás, y con alegría hacia el futuro.
Millones de personas trabajaron durante años para que llegara este día. Personas que protestaron contra las plantas de reprocesamiento, el transporte de residuos nucleares, las instalaciones inseguras de almacenamiento de residuos nucleares y la construcción de nuevas centrales nucleares. Esas décadas de resistencia merecieron la pena.
El abandono de la energía nuclear en Alemania es una victoria de la razón sobre el afán de lucro, sobre las poderosas empresas y sus aliados políticos. Es un éxito popular contra todo pronóstico.
Agradezco a todas las personas valientes que se arriesgaron por sus convicciones, que participaron en las manifestaciones, ,que firmaron peticiones y enviaron cartas de protesta. Y estoy orgulloso del papel que Greenpeace ha desempeñado en la oposición a la tecnología nuclear de alto riesgo.
En el debate actual sobre las últimas centrales nucleares que quedan en Alemania, a menudo se olvida lo grande que fue el movimiento contra las centrales nucleares en este país, incluso antes de los catastróficos sucesos de Chernóbil y Fukushima.
La construcción de la planta de reprocesamiento prevista en Wackersdorf se detuvo en 1989 tras años de protestas generalizadas, un primer gran éxito del movimiento antinuclear, al que Greenpeace está indisolublemente unido.
Greenpeace: protestas e investigación
Greenpeace protestó en repetidas ocasiones contra el transporte de residuos nucleares desde las centrales nucleares alemanas a las plantas de reprocesamiento de Sellafield (Inglaterra) y La Hague (Francia) y también pudo demostrar que estas plantas son cualquier cosa menos inocuas.
Las mediciones realizadas por Greenpeace en 1998 demostraron que las muestras de suelo de las inmediaciones de la central nuclear de Sellafield eran comparables a las muestras contaminadas radiactivamente tomadas en la zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor del reactor de Chernóbil.
A principios de siglo, en el Mar del Norte, frente a La Hague, encontramos niveles de radiación muy superiores a los límites reglamentarios, revelando vertidos ilegales rutinarios de aguas residuales radiactivas.
En 2005 se prohibieron los envíos desde Alemania a las llamadas plantas de reciclaje de combustible nuclear de Inglaterra y Francia. Esto también es un éxito de Greenpeace, de la protesta basada en hechos.
El último gran hito del movimiento antinuclear, aquí en Alemania, fue la decisión contra el depósito de Gorleben. Una vez más, la industria nuclear y sus apologistas políticos fueron incapaces de oponerse o de invalidar la ciencia: la cúpula salina en ruinas es demostrablemente inadecuada para almacenar residuos radiactivos, que deben mantenerse a salvo durante cientos de miles de años.
Al mismo tiempo, el éxito señala el enorme problema que los defensores de la energía nuclear quieren legar a las generaciones futuras: no existe ni un solo depósito seguro para residuos nucleares en ningún lugar del mundo. También es positivo que Alemania no produzca nuevos residuos nucleares a partir del 16 de abril.
La energía nuclear no sólo es arriesgada, sino que tampoco es una solución a la crisis energética. Antes del aniversario de la catástrofe de Fukushima, los activistas de Greenpeace piden que se apaguen definitivamente las centrales nucleares alemanas.
Los accidentes de Chernóbil y Fukushima nos han demostrado de la manera más rotunda que esta tecnología no puede ser controlada por el ser humano en caso de catástrofe. La decisión del Gobierno federal alemán en 2011 de cerrar las centrales nucleares fue correcta en su momento, y lo sigue siendo.
La energía nuclear es cara, arriesgada y dista mucho de ser independiente: más de la mitad del uranio comercializado en todo el mundo procede de Rusia, Kazajistán y Uzbekistán. Ahora que ya no se despilfarran recursos en la falsa promesa de la energía nuclear, tras su eliminación del mix energético, la transición hacia las energías renovables puede por fin acelerarse. Espero un futuro seguro con las energías renovables, sin temor al próximo accidente nuclear ni a inversiones equivocadas en tecnología anticuada y propensa a errores.
Hoy celebro el abandono de la energía nuclear y a las muchas personas que lo han hecho posible.
Roland Hipp es Director General de Greenpeace Alemania.
Fuente:
Roland Hipp, Tschüss, Atomkraft: the end of nuclear power in Germany, 15 abril 2023, Greenpeace Internacional.
Este artículo fue adaptado al español por Cristian Basualdo.
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