En el mundo hay más de 250 mil toneladas acumuladas de combustibles gastados. Argentina ya superó las 5 mil toneladas. En 2020 habían 1632 en Atucha I, 493 en Atucha II y 2.724 en la central de Embalse.
Por Juan Vernieri
Cuando a un especialista argentino se le pregunta por el destino de esos combustibles gastados, responde que no son desechos, que son residuos radiactivos utilizables, no obstante que el reciclaje de desechos radiactivos Reprocesando los combustibles gastados, se obtiene un insumo del combustible Mox ―abreviatura de Mixed Oxide (Mezcla de Óxidos)― que puede ser utilizado en algunos reactores nucleares de fisión. El Mox se compone de una mezcla de óxido de uranio natural, uranio reprocesado o uranio empobrecido y óxido de plutonio, éste último se obtiene de los combustibles gastados. También se puede reenriquecer el uranio extraído de los combustibles gastados, pero hay poca experiencia en este proceso. La proporción de plutonio en el Mox varía de un 3 % a un 10 %. Este combustible se comporta de una forma similar a la del de uranio de bajo enriquecimiento (combustible convencional) para el que se diseñaron la mayoría de los reactores nucleares de agua ligera (LWR), aunque su manejo es algo más riesgoso.
Cuando al director general del OIEA, Rafael Grossi, se le preguntó sobre el reprocesamiento nuclear, minimizó las posibilidades de que pronto se convierta en una realidad en muchos lugares nuevos. “El reprocesamiento es una tecnología muy difícil que requiere mucha infraestructura”. Además, existe el riego de proliferación.
Ahora bien, Argentina no dispone, (ni podría disponer por el tema de la proliferación), de planta de reprocesamiento. El reprocesamiento nuclear comercial se llevaba a cabo en el Reino Unido y Francia, y en menor medida en Rusia, India y Japón. China tiene en construcción una planta de reprocesado. El 17 de julio pasado, el Reino Unido puso fin a 58 años de separación de plutonio al cerrar su planta Magnox en Sellafield y Estados Unidos abandonó la práctica hace tiempo.
La manera entonces que tiene Argentina de aprovecharlo sería venderlo, o enviarlo a la planta de La Hague de Francia.
Transportar el combustible gastado es impensable. Los costos son prohibitivos por que, además de las medidas que evitan emergencias, se requieren medidas militares de seguridad. El transporte marítimo es una actividad muy conflictiva, ningún país admite que el barco circule por sus aguas territoriales. Japón lo hacía hasta que completó su planta.
Por lo ya expuesto, se concluye que nuestros combustibles gastados son, efectivamente, un desecho. Si hipotéticamente se pensara en reprocesar las 5 mil toneladas ya acumuladas en Argentina, a la planta de Francia, que posee una capacidad de 800 toneladas anuales, le llevaría 6 años y tres meses.
En el mundo se están produciendo anualmente unas 12 mil toneladas de combustibles gastados. Para reprocesarlos a medida que se producen, se necesitarían 15 plantas como la de Francia.
Continuando además con la hipotética idea, si se pensara en reprocesar los combustibles ya acumulados en el mundo, es decir 250 mil toneladas y suponiendo que se dispusiera de 20 plantas como la francesa con este exclusivo fin, el procedimiento requeriría más de 15 años.
A todo lo expuesto nos queda por agregar que el reprocesamiento no elimina totalmente los residuos, solo disminuye su volumen. Queda un residuo altamente radiactivo y perdurable que habría que gestionar y conseguirle un destino definitivo.
Está claro entonces que el reprocesamiento no resuelve el problema,
subsiste la necesidad de disponer un lugar
para los residuos que nos sobrevivirán.
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