En los Estados Unidos los desechos nucleares de alta radiactividad, de la generación de electricidad, no tienen un lugar fijo para almacenarlos definitivamente, se guardan en almacenes temporales. La Planta Piloto para el Aislamiento de Residuos (WIPP) es el primer almacenamiento subterráneo licenciado para el almacenamiento seguro y permanente de residuos radioactivos transuránidos. Esta planta se destina solo a los residuos procedentes de investigación y de producción de armamento nuclear, no recibe combustibles gastados de las centrales.
Por Juan Vernieri
Los desechos de plutonio-239 y yodo-129, que tienen una vida media de miles y millones de años, respectivamente, no tienen un lugar fijo para almacenarlos.
En un día caluroso de agosto, a lo largo de un tramo escarpado de la costa del sur de California (EE. UU.), los equipos de trabajo se han puesto sus chalecos reflectantes y sus cascos. Manejaban varios vehículos pesados que se conocen como manipuladores de contenedores para transportar grandes piezas de hormigón blanco desde la paralizada Estación de Generación Nuclear San Onofre, conocida como SONGS. Cada contenedor, de unos 5 metros de alto y 50 toneladas de peso, se parece a un conjunto de muñecas rusas: llevaba en el interior un recipiente de acero inoxidable, que a su vez contenía 37 bidones de barras de combustible nuclear.
SONGS, construida en la estrecha franja entre el mar y la carretera que conecta las áreas urbanas de San Diego y Los Ángeles (EE. UU.), empezó a funcionar a finales de los años 60 y produjo electricidad durante décadas. Pero en 2012, los reguladores encontraron grandes problemas con su generador de vapor, un componente esencial de un reactor nuclear que evita que se sobrecaliente. Reemplazar las piezas no resultaba económico; una estimación lo calculó en más de 800 millones de dólares. Además, SONGS tenía que superar estrictos controles regulatorios para reanudar su funcionamiento.
El director nuclear de San Onofre, Doug Bauder, recuerda: cerrar fue “la única decisión lógica que teníamos frente a nosotros”.
Desde 2013, cuando los reguladores finalmente decidieron cerrar SONGS para siempre, los equipos de científicos, ingenieros y legisladores han trabajado arduamente para lograr su desmantelamiento de manera segura. Se sacaron un total de 123 contenedores de la central y se trasladaron a su nuevo hogar. Ese viaje no fue largo: solo al otro lado del mismo sitio, a unos 30 metros del océano Pacífico y a solo un metro sobre el nivel del mar. Una vez retirado el combustible gastado, ya se podía desmantelar la propia central eléctrica.
Esa decisión resolvió un problema, pero quedó otro sin resolver: qué hacer con todo el combustible nuclear gastado de San Onofre. Sus residuos radiactivos podrían durar más que la raza humana, con componentes como plutonio-239, que tiene una vida media de 24.000 años, y yodo-129, con una vida media de 15,7 millones de años. Pero por ahora, no hay ningún lugar para almacenarlos de forma permanente.
Así que SONGS tiene las barras de combustible nuclear gastado en unos agujeros de almacenamiento enterrados a lo largo de la costa sísmicamente activa de California. Son blancos fáciles para un gran terremoto, que probablemente ocurrirá en el próximo siglo. Si los residuos nucleares salieran de alguna manera de ahí, los resultados serían devastadores. Incluso sin un terremoto, los contenedores son “fáciles de inundar”, afirma el exdirector del Programa de Política Ambiental y Nuclear de la Universidad de California en Santa Cruz (EE. UU.), Dan Hirsch, “y el agua subterránea puede subir hasta ahí”.
El plan es transportar algún día el combustible fuera de San Onofre, pero ¿adónde? Estados Unidos ya tenía en 2019 83.000 toneladas de residuos nucleares, suficientes para llenar un campo de fútbol de unos doce metros de profundidad, y se seguirán acumulando, con dos docenas de centrales actualmente en proceso de cierre.
Raymont Lutz, Fundador de Citizens Oversight: “¿Acaso lo que debemos hacer ahora es delegar la responsabilidad sobre estos desechos a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos durante las próximas 4.ooo generaciones? No van a desaparecer. Así que es una suerte de error humano monumental que nos metamos en ese ciclo. La pregunta es, ¿éramos conscientes que elegíamos la estrategia equivocada cuando comenzamos a implementarla de esta manera? NO, parecía algo razonable.”
Nina Babiarz, activista de Public Watchdogs en San Onofre: “Estos son residuos letales. Eso es algo que la gente debería ser consciente. No es un problema como el de los incendios que nos azotan aquí, en California. Este no consigues verlo. No puedes olerlo como el humo; es un ente invisible que no se puede frenar. De tal modo que, una vez que el genio sale de la lámpara, todos sin excepción, estamos a su merced.”
Raymont Lutz: “Te preguntarán que, cómo esto podría extenderse a lo largo de 100 años. En realidad, nadie lo sabe, porque nunca hemos enfrentado esta realidad en 100 años.”
Sugiero ver el video: https://www.youtube.com/watch?v=FS5EdMzjTI0
(Fuente Wudan Yan traducido por Ana Milutinovic)
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