Por Meri Castro
Cada 28 de enero es el Día Mundial por la Reducción de la emisión de CO2 (dióxido de carbono), una fecha creada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para hablar sobre el calentamiento global y las consecuencias que esta problemática trae para la humanidad.
Considerando que en promedio la mitad de las ciudades está ocupada por automóviles y que éste es uno de los consumos urbanos que puede acabar con los sistemas que nos dan vida en el planeta, es importante profundizar un poco más sobre este tema.
Ciudades, vehículos y dióxido de carbono
Amamos a nuestras ciudades. Tienen todo lo que necesitamos, son lindas, cambiantes y tienen mucho para entretenernos y divertirnos. Sin embargo, tienen una contra: a pesar que las urbes ocupan sólo 2% de la tierra, emiten el 70% de los gases contaminantes.
La forma en que nos movemos es la gran responsable de que vivamos en ollas de generación de emisiones de gases de efecto invernadero. De éstas, ⅓ son generadas por el transporte urbano.
Esto ocurre porque los coches, colectivos, trenes, etc., para funcionar queman combustible generando dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases causantes del cambio climático.
A esto hay que sumarle que, como comprobó una investigación de Greenpeace, los embotellamientos generan más quema de combustible. ¿Imaginan cuánto se agrava el problema en ciudades como Bogotá que, en 2020, quedó tercera entre 416 urbes con más congestión vehicular?
Con este dato no queremos hablar mal de las ciudades, ¡para nada! Por el contrario, buscamos entender cómo podemos mejorarlas porque en convertirlas en sustentables está la clave de frenar parte de la causa del cambio climático, de mejorar la calidad del aire que respiramos y contribuir a la salud de todos los seres y del planeta.
Dióxido de carbono y cambio climático, ¿cómo se relacionan?
Como no siempre es claro de qué se habla cuando se dice “efecto invernadero”, ¿lo repasamos juntos?
Cuando los gases llegan a la atmósfera, incluido el CO2, retienen parte del calor que el sol nos envía, al igual que en un invernadero. Sin ellos, nuestro planeta sería un bloque de hielo. Ahora bien, cuando la cantidad de estos gases aumenta y se altera el equilibrio, el clima cambia y se comporta de manera distinta.
Los combustibles fósiles son los grandes responsables de las emisiones de dióxido de carbono, el principal gas que acentúa el denominado “efecto invernadero”. Por mucho tiempo se creyó que el uso de petróleo, gas y carbón tendría un límite: las reservas existentes. Hoy podemos comprobar que la crisis climática antecede el anunciado agotamiento de las reservas. Esta crisis pone un límite claro y urgente al uso de esos combustibles.
En definitiva, el hombre está modificando el clima del planeta. La crisis climática es una realidad y es evidente la relación directa que hay entre nuestros hábitos cotidianos, nuestro estilo de vida y las emisiones que se generan a la atmósfera.
Es por esto que movernos en bicicleta o caminando para distancias cortas; evitar viajes en coche en los que solo va una persona y exigir que el transporte público sea accesible y utilice energías más limpias es una gran manera de cuidar nuestro hogar: el planeta Tierra.
Fuente:
Meri Castro, Por qué transformar el transporte en la ciudades es clave para combatir el cambio climático, 28 enero 2023, Greenpeace Argentina.
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