La Gran Marcha a Gastre contra el basurero nuclear, el 17 de junio de 1996. Gentileza de Alex Dukal. |
A principios de 1980, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) anunció la construcción de un basurero nuclear en Gastre. El rechazo popular provocó la cancelación del proyecto. Actualmente, la CNEA busca otro lugar del país donde instalarlo.
Por Juan Vernieri
La CNEA, que entonces operaba solo un reactor nuclear, se preocupaba por instalar un repositorio de residuos radiactivos de alta actividad, mientras había países que ya tenían decenas de reactores y no disponían de uno. Después del rechazo popular no se ocupó más del asunto. Recién ahora, la CNEA comenzó a planear un repositorio en el país, dejando en evidencia que Gastre no fue más que un intento de convertir a nuestro país, y a la tan poco poblada Patagonia, en el receptáculo de la basura nuclear extranjera.
En una charla televisiva reciente, Mario Mariscotti, doctor en Física y ex funcionario de la CNEA, manifestó con nostalgia que la ubicación elegida en aquella oportunidad era excelente. Me permito poner en duda lo manifestado por el experto. Tengo para mí que fue una elección de apuro, sin mayor estudio. Se eligió la provincia del Chubut no tanto por razones técnicas, geológicas, sino porque la CNEA pensó que no habría rechazo popular.
Decidir el sitio de emplazamiento para los residuos nucleares es un asunto muy arduo. Alemania identificó numerosos sitios probables en su territorio, sin embargo, el tiempo pasa y no decide en cuál instalará su repositorio.
Una misión del OIEA formuló a la CNEA la recomendación de “crear un fondo fiduciario para la gestión de las actividades de clausura, de los desechos radiactivos y del combustible gastado”. Nos preguntamos: ¿cómo Argentina, un país que no dispone de capitales, podría encarar la construcción de un repositorio geológico para sus residuos nucleares? En más de 40 años no formó un fondo fiduciario que le permita encarar esta obra.
Actualmente, los combustibles gastados se encuentran provisoriamente junto a las centrales, una parte en piscinas de enfriamiento y otra parte en silos en seco. El 2 de diciembre pasado, el Programa Nacional de Gestión de Residuos Radioactivos de la CNEA (PNGRR), dirigido por Rodolfo Kemp, presentó el proyecto ConfinAR Geo, bajo el título de “Primeros diálogos sobre disposición de residuos radioactivos y combustibles gastados en la Argentina”. Se trata de las primeras reuniones con especialistas para encarar el proyecto de construir un almacenamiento geológico para la disposición permanente de los residuos nucleares. La dificultad de este tipo de proyectos está en conseguir la aceptación de las comunidades locales.
Se espera que la iniciativa tenga una etapa de discusión interna dentro del ámbito nuclear hasta 2024, luego una etapa de evaluación de sitios ―que puede durar de 5 a 10 años―, una etapa de caracterización de sitios ―de 15 a 20 años―, una etapa de construcción de las instalaciones ―de 10 a 20 años―, y una etapa de operación, de 120 años. La etapa final, de clausura, podría durar entre 30 a 50 años. Estas etapas ponen de manifiesto lo complejo del asunto. No hay constancias que en la década del 80 se hayan concretado tales etapas.
Lucrecia Gringauz, responsable de Comunicación del PNGRR, expresó que el proyecto obedece a una responsabilidad ética intergeneracional. “Si somos quienes usufructuamos los beneficios tenemos que hacernos cargo de los costos”, sostuvo. Parece que ahora se despierta la conciencia, después de casi 50 años produciendo desechos nucleares.
Karina Lange, especialista en residuos radioactivos del OIEA, afirmó que “en todo el mundo hay 183.500 toneladas de residuos nucleares almacenados en piletas y 80.000 toneladas en instalaciones de concreto, y se avanza en la creación de depósitos definitivos geológicos a más de 500 metros de profundidad”.
En laboratorios subterráneos de investigación de Bélgica, Canadá, Estados Unidos, China, India, Alemania, Suecia, Rusia, Francia y Suiza, científicos e ingenieros realizan investigaciones detalladas de emplazamientos. Algunos países están planificando o construyendo actualmente instalaciones subterráneas de ensayo de repositorios.
Durante el encuentro, alguien preguntó si las instalaciones de la mina de Sierra Grande (Río Negro), que ya tiene decenas de kilómetros construidos y está en una zona geológicamente estable y de roca dura, no serían las ideales para la instalación del repositorio. Victoria Altinier, responsable por CNEA del proyecto de cooperación técnica con OIEA, respondió que “lo más importante es conseguir la licencia social y una vez que se tiene eso se pueden conseguir las soluciones técnicas para cualquier lugar”.
También me permito disentir. La instalación debe ser construida específicamente con el fin de depositar residuos nucleares, hay malas experiencias de usar minas abandonadas: En Alemania, la mina Asse II, es hogar de 126.000 barriles de material radioactivo, desechados entre 1967 y 1978. Algunos años después se descubrió que una salmuera radioactiva se estaba filtrando de la mina y el hecho se hizo público en 2008. Es el mayor percance de desechos nucleares de la historia de Alemania.
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