La Nobel de Literatura avisa de que los planes del presidente ruso van más allá del territorio ucraniano.
Por Elena Hevia
Se diría que si alguien pudiera tener respuestas a todas las preguntas que dispara la invasión de Ucrania por parte de Rusia, esa sería la periodista bielorusa Svetlana Alexiévich (Ivano-Frankvisk, Ucrania, 1948), pero no. La nobel visita este lunes Barcelona para recoger el Premio Internacional Catalunya de manos del 'president' Pere Aragonès, y para participar en la Biennal del Pensament. Dicen en la Generalitat que a la hora de elegir su galardón mayor evitan fijarse en los premios Nobel porque es un reconocimiento difícil de superar. Pero los hechos se imponen y la voz de Alexiévich es en estos días más necesaria que nunca. Aunque la asalten las dudas, no tenga respuestas y su gran certeza es que Vladimir Putin es hoy la encarnación del mal. Y sobre eso la periodista sí sabe mucho porque ha dedicado su vida a exponer, a través de las declaraciones de la gente a pie, cómo el poder dictatorial y maléfico determina las vidas de los pequeños individuos. Alexievich ha tomado, por segunda vez en su vida, el camino del exilio y como muchos de sus compañeros de la disidencia rusa y bielorrusia se ha instalado en Berlín. Su vida peligraba porque después del Premio Nobel y su contestada militancia hacia Putin se convirtió también en la enemiga pública de Aleksandr Lukashenko, gran aliado del dictador ruso. Precisamente, este mismo lunes Lukashenko ha acordado ofrecer tropas a Rusia. Una oferta que la Nobel toma con ironía, como una bravuconada: “De alguna manera tiene que agradecerle a Putin que haya frenado la revolución en Bielorrusia, pero creo que es una oferta que se puede volver contra él. Disminuirá la popularidad entre la población porque el pueblo bielorruso no quiere ir a la guerra”.
La paz solo en el Nobel
Se la percibe abrumada, ni siquiera consigue esperanzarla la noticia reciente noticia de un Premio Nobel de la Paz a tres bandas: a la organización rusa de derechos humanos, Memorial, hoy liquidada; el activista bielorruso anti Putin Ales Bialiatski y la organización ucraniana Centro de Libertades Civiles. “Me he alegrado mucho por esa decisión, Bialiatski, es alguien mítico en la lucha por la democracia en mi país, el Memorial nos ha servido para estar informados de lo que ocurría fuera de Rusia. Sé que la delegación ucraniana han protestado por esta decisión pero me parece muy inteligente haber incluído a los tres países enfrentados”.
El peligro de un Putin pulsando el botón nuclear es el punto álgido de la escala de terror en la zona. “Ese dedo que imaginamos pulsando el botón es muy inquietante. Si Putin no aprieta el botón nuclear es probable que pierda la guerra. Los planes del dictador ruso van más allá del territori ucraniano“ . Lo que más sorprende a la escritora y periodista es la forma en la en Rusia ha calado la propaganda de Putin. Cómo los padres aceptan como algo perfectamente normal que sus hijos se vayan a la guerra, que los despidan con héroes de una cruzada salvadora. “En Rusia la gente ha dejado de pensar. He visto –señala- a sacerdotes que animan a los soldados a acudir a una guerra sagrada. Por suerte, los jóvenes, que son la carne de cañón, lo ven de otra manera”. La decisión de los jóvenes a huir de la movilización es importante para la periodista porque “cada soldado huido es uno menos que no llegará a combatir en esta guerra sin sentido”.
Las mujeres de la plaza
Aleksiévich, una chica de pueblo, hija de maestros de escuela -él bielorruso, ella ucraniana- sabe muy bien cuál es el kilómetro cero de su vocación de escritora de no ficción, experta en captar las voces de los ciudadanos que han quedado fuera de la historia oficial. “Desde siempre me gustó escuchar a las mujeres que se sentaban en la plaza a contar sus experiencias. Hablaban de los hombres, hablaban de amor y de la guerra. Con el tiempo me trasladé por toda la antigua Unión Soviética para escuchar a las mujeres y a los hombres y escribí unos textos que les recordaba lo difícil que es mantener tu identidad humana”.
Cuando en septiembre de 2020, la autora tuvo que abandonar precipitadamente su domicilio bielorruso, se dejó en su despacho un libro en el que recogía voces distintas que hablaban precisamente del amor. Con las prisas, aquel proyecto quedó esperándola en Minks. Sabe que no es prioritario, como sí es el que ahora tiene entre manos, la continuación de esa enciclopedia del pueblo ruso marcada por el comunismo que fue ‘El fin del homo soviéticus’, en la que trabaja sobre el terreno. “El homo soviéticus ha mudado en el actual homo fascista de Putin. Es difícil tener una perspectiva de futuro en plena guerra, porque de momento solo estamos pendientes de las acciones: de cómo ha estallado el puente de Crimea o los bombardeos en Kíev. Tenemos la conciencia en estado de shock, nos movemos como sonámbulos. El periodismo no puede hacer otra cosa más que colocarse en la cola de estos acontecimientos”.
Sin bola de cristal
Como voz autorizada se les piden que vaticine sobre el futuro. No tiene bola de cristal. Cada vez son más los amigos que han acabado en la cárcel por oponerse a los planes de Putin. “Siento una profunda admiración por los ucranianos. Cuando empezó la guerra creía que esto no iba a durar y ellos han demostrado mucho valor, determinación y un buenconocimiento de la situación. Sé que los soldados ucranianos han increpado a los rusos que abandonen la lucha, que ellos no quieren matarlos, que es mejor, dicen, ir a prisión como desertores que morir. Quier creer que dictadores no pueden vencer porque tienen en su contra el factor tiempo, cuanto más dure esto, más evidentes serán sus contradicciones”.
Fuente:
Elena Hevia, Svetlana Alexievich: "Si Putin no aprieta el botón nuclear es probable que pierda la guerra", 10 octubre 2022, El Periódico.
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