Fallas en las bombas de refrigeración del sistema primario, roturas y deformaciones en los internos del reactor, materiales extraños atascados en las tuberías.
por Cristian Basualdo
El invierno de 2022 quedará como una oportunidad perdida para la Central Nuclear Atucha II (CNA II), porque era el momento de aportar sus 745 megavatios para paliar las importaciones de energía que desangran las arcas del país. Pero eso no ocurrirá, desde el pasado 2 de agosto funciona al 60% de su potencia de diseño; y antes de esa fecha la central estuvo parada durante cinco meses y medio. Efectivamente, entre el 9 de marzo y el 2 de agosto, salió de servicio para realizar tareas de mantenimiento en los internos del reactor. Así las cosas, para cuando termine la crisis de importación de energía su contribución habrá sido anecdótica.
Atucha II es la flor y nata del plan nuclear argentino relanzado en 2006, su mal desempeño es una verdad incómoda para el lobby nuclear, porque la efectividad material de una tecnología afecta su efectividad política. Un repaso de los eventos más significativos ocurridos en la central justifican el título de este artículo.
El 1 de abril de 2021, la CNA II realizó una parada no programada con el fin de retirar un objeto en la cañería del sistema de alimentación de agua a los generadores de vapor. A los lectores que se pregunten de dónde salió esta información, les comento que Argentina es una parte contratante de la Convención Sobre Seguridad Nuclear, por lo que está obligada a presentar cada tanto un informe que, por estar destinado a técnicos extranjeros, tiene información más completa y detallada que la brindada al público argentino.
El 3 de enero de 2021, la central estaba aumentando la potencia después de una parada, cuando se detectó una resistencia hidráulica mayor de la esperada en el sistema de refrigeración primario. Este sistema remueve el calor generado en el núcleo del reactor y lo transfiere mediante los generadores de vapor al grupo turbina-generador. Se paró la central para investigar, y se detectó la presencia de material extraño atascado en las partes internas de una bomba de refrigeración principal que había sido mantenida recientemente. Se llegó a la conclusión de que se trataba de material de cinta plástica adhesiva que había caído en el cuerpo abierto de la bomba durante el mantenimiento. Como resultado, la central permaneció parada durante 56 días. El análisis del evento identificó como causa de raíz la aplicación defectuosa del proceso de exclusión de materiales extraños, y como factor contribuyente el inadecuado control del trabajo. La Autoridad Regulatoria Nuclear publicó una versión más edulcorada de este evento en su página web, por ejemplo, no menciona la cinta plástica, y en vez de “una resistencia hidráulica mayor” habla de “una evolución en los parámetros de control”.
El 25 de junio de 2020, se detectó una elevada concentración de tritio en el edificio del reactor de la CNA II, entonces se inició una parada controlada al 70% de su potencia para buscar y reparar la fuga y, como estaba aumentando, se decidió una parada preventiva. Se encontró una pequeña grieta en la soldadura de la carcasa de una bomba de refrigeración del moderador. Se determinó que fue causada por un choque térmico como consecuencia de una intervención en un componente cercano que provocó altas tensiones en la soldadura de la carcasa de la bomba del moderador.
La falla más grave se produjo el 12 de noviembre de 2018, cuando la CNA II salió de servicio debido a que se detectaron desvíos en los parámetros de la bomba de refrigeración del sistema primario, informó La Voz de Zárate. La bomba se había roto, liberando residuos metálicos al sistema primario. Por este motivo la central funcionó al 60% durante el 2019. Al respecto, el presidente de Nucleoeléctrica, José Luis Antúnez, dijo que: “Atucha II tuvo en 2018 un inconveniente serio muy distinto a una parada programada, que dejó un rastro de absorción extraordinaria de neutrones. Es el equivalente de haber limitado la potencia de la central. Esto ha llevado a que se vaya recuperando la potencia filtrando el fluido del circuito primario, cosa que lleva muchísimo tiempo y que se ve en lo lentamente que va subiendo la misma”.
La CNA II es un modelo único en el mundo, diseñado por la empresa Kraftwerk Union, subsidiaria de Siemens AG, que adaptó su modelo PWR para vender a la Argentina centrales que funcionan con uranio natural y agua pesada. La CNA II se comenzó a construir en 1981, a partir de 1987 el proyecto avanzó intermitentemente hasta la paralización definitiva en 1994, quedando gran parte de la obra civil terminada y todos los componentes almacenados en el predio. En 2006 comenzaron los trabajos para terminar la central. El montaje culminó en 2011, se instalaron 36 mil toneladas de equipos, 4 mil toneladas de cañerías, 16 mil válvulas, y 3 mil kilómeros de cables, todo esto para calentar agua y mover una turbina. La primera conexión a la red se realizó en 2014 y las operaciones comerciales comenzaron en 2016, 35 años después del inicio de las obras.
Otra manera de considerar el mal funcionamiento de la CNA II es mediante el Factor de Carga, también llamado Factor de Capacidad; para un periodo determinado (por ejemplo un año) se calcula dividiendo la energía que realmente produjo la instalación durante ese periodo, por la energía que habría producido funcionando a plena potencia durante el mismo periodo. Si una instalación generadora de electricidad funciona al máximo de su capacidad tendrá un factor de carga de 100%, y si no funciona nunca será 0%. Entre estos extremos se encuentran las diversas tecnologías de generación, la energía solar presenta valores entre el 15% y el 35%, la energía eólica puede alcanzar el 52%, mientras que la energía nuclear se caracteriza por valores superiores al 80%, por eso se dice que es una energía de base. El lector puede verificar en la página del Organismo Internacional de Energía Atómica que Atucha II tiene un Factor de Carga acumulado de 53,6%, un valor muy bajo para una central nuclear. Para compensar discursivamente esta falencia, Nucleoeléctrica estableció entre sus objetivos estratégicos para el 2030, un factor de carga del 87%, y una política de “cero scrams”, reducción de las salidas de servicio no programadas de las centrales. En otras palabras, la energía abundante de Atucha II que en 2006 el lobby nuclear prometió estaba a la vuelta de la esquina, ahora está en la otra esquina.
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