por Cristian Basualdo
Miguel Boggiano es un famoso economista argentino, asiduo invitado a los medios de comunicación donde analiza los desaguisados de la economía argentina; además, es profesor de la Universidad de San Andrés y CEO de Carta Financiera, una compañía especializada en el análisis de inversiones. El mercado del uranio es un tema habitual en sus artículos de prensa, tomemos por caso: El uranio puede ser la sorpresa del 2021 (Ámbito, 15 febrero 2021), en el cual sostuvo que hay nuevas perspectivas sobre el mineral que indican que podríamos estar ante un cambio de tendencia de largo plazo. “Hay grandes chances de estar en las puertas de un gigantesco ciclo alcista para el uranio” afirmó Boggiano. Posteriormente, escribió dos artículos sobre el mismo tema: Uranio, una oportunidad histórica para invertir (Ámbito, 13 septiembre 2021) y Rusia invade Ucrania por la energía nuclear (Ámbito, 28 febrero 2022).
A continuación, me propongo analizar los argumentos principales que esgrimió Boggiano para prever un ciclo alcista para el uranio. Comencemos con el precio, cuando Boggiano escribió el primer artículo citado, el uranio costaba 29,582 dólares la libra (USD/Lbs), el 18 de abril de 2022 alcanzó 65,549 USD/Lbs, y al momento de escribir estas líneas se encuentra en 55,350 USD/Lbs.
Boggiano dice que el prolongado descenso posterior al accidente de Fukushima llevó al cierre y recortes de producción de grandes compañías como Cameco y Kazatomprom, y actualmente “estamos en una situación en que la oferta se contrajo, mientras que la demanda viene aumentando sin pausa”.
Sin embargo, las nombradas compañías pueden rápidamente recuperar su producción, aumentando la oferta del mineral. De hecho, Cameco anunció su intención de reanudar la explotación de la mina de McArthur River y de la fábrica de Key Lake. “En el transcurso de 2022 y 2023, emprenderemos todas las actividades necesarias para aumentar la producción prevista para 2024 de 15 millones de libras [5.769 t de U] al año (base 100%) en McArthur River/Key Lake. Como resultado, en 2022, podríamos producir hasta 5 millones de libras [1.923 t de U] (base 100%).” (Comunicado de Cameco, 9 febrero 2022).
Otro dato remarcado por Boggiano son los cincuenta reactores nucleares en construcción. Está claro que el uranio se utiliza en los reactores, sin embargo, el número de unidades en contrucción no es un buen parámetro para predecir la demanda. Al 1 de julio de 2021, se estaban construyendo 53 reactores, según la edición 2021 del World Nuclear Industry Status Report (WNISR). Al menos 31 sufrían retrasos. El inicio de la construcción de 2 proyectos se remonta a 36 años atrás (Mochovce-3 y -4 en Eslovaquia), y otros 5 reactores figuran como en construcción desde hace una década o más.
Boggiano también cita el aumento de la generación nuclear en China. Pero la experiencia del gigante asiático demuestra los problemas persistentes de la energía nuclear. China no puede eludir los duros retos técnicos involucrados en la construcción de las centrales nucleares, sus objetivos han ido perdiendo ambición y ya no se cumplen.
La historia de la producción mundial del uranio muestra que luego de una sobreproducción entre los años 1980 y 1990, la producción se desplomó. La sobreproducción condujo a una gran cantidad de inventarios, varios gobiernos y empresas de energía nuclear almacenan uranio para cubrir sus necesidades durante al menos un año.
Producción mundial de uranio y necesidades de los reactores. Fuente: Asociación Nuclear Mundial. |
En cuanto a las acciones del uranio, sin embargo, se puede crear una burbuja financiera como la ocurrida en 2007, cuando el precio del uranio se disparó a más de 140 USD/Lbs, pero puede seguir una rápida corrección, el precio cayó rápidamente a unos 45 USD/Lbs en 2010 y luego a un mínimo de 30 USD/Lbs en 2016. Los especuladores pueden obtener beneficios, si compran antes de que suba el precio, y venden antes de que baje.
Un breve análisis de las necesidades del uranio frente a su producción, indica que es poco probable un faltante, lo que daría paso a un aumento sostenido de su precio. La Asociación Nuclear Mundial (WNA), una confederación de compañías relacionadas con la energía nuclear, dice que: “Las nuevas centrales que entran en funcionamiento se equilibran en gran medida con las antiguas centrales que se retiran. Entre 1998 y 2020, se retiraron 103 reactores, mientras que 105 comenzaron a funcionar”. Como los reactores conectados a la red durante este periodo tienen más potencia, en promedio, que los que se cerraron, la capacidad nuclear aumentó en 31 GW.
El escenario de referencia de la edición de 2019 de The Nuclear Fuel Report prevé el cierre de 154 reactores para 2040 y la entrada en funcionamiento de 289 nuevos, lo que implica más de 16 puestas en marcha por año. Se trata de un escenario excesivamente optimista si tenemos en cuenta que entre 2008 y 2021 se pusieron en marcha 5,4 reactores al año, según el WNISR. En otras palabras, para que se cumpla la estimación de la WNA debería triplicarse la cantidad de reactores puestos en marcha por año.
A manera de conclusión: hay pocas chances de estar ante un gigantesco ciclo alcista para el uranio.
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