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Hay cosas que a lo largo de los últimos siglos de las que parece inevitable que sigamos hablando. La guerra, el cambio climático, los desechos nucleares y sumamos los plásticos. Es inevitable. Sabemos que se está buscando un nuevo tratado internacional sobre contaminación por plásticos.
Si nos vamos a basar en el éxito de otros acuerdos internacionales, vamos a sentirnos muy, pero que muy desalentados.
Pero es lo que hay. Y con esas herramientas tenemos que seguir avanzando a como se pueda.
Los océanos se han convertido en inmensos basureros de desechos plásticos, que llegan a través de las aguas cloacales de ciudades, por los vientos, por los vertidos, por los ríos.
El sueño del reciclaje (usemos plástico porque total después los vamos a reciclar una y otra vez) ha sido un espejismo.
En cada trabajo científico sobre el tema sigo acumulando evidencia de la contaminación por resinas persistentes, colorantes, ablandadores, además de los plásticos mismos que se van rompiendo en partes más pequeñas, y terminan metiéndose en nuestros cuerpos como en la peor de las series de ciencia ficción.
La dinámica de este problema es global y, por lo tanto, las soluciones tienen que ser globales y coordinadas, pero eso es súper difícil.
Lo mismo sucede con el cambio climático, y con tantas otras cosas para las cuales cada país se toma su tiempo y piensa, y luego objeta o se hace el distraído, y… el tiempo pasa y el problema se ha hecho una bola de nieve. O en este caso, una bola de plástico.
El manejo de los desechos plásticos ha sido uno de los temas principales de la Asamblea Ambiental de la ONU el 28 en Nairobi (Kenia).
Europa tiene a su comisario europeo de Medio Ambiente, Océanos y Pesquerías, que jura que hay 140 países al menos a favor de la regulación mundial del tratamiento de los desechos plásticos, la mitad de ellos dispuestos a apoyar medidas vinculantes.
Hay que ver cuántas petroquímicas fabricantes de plásticos, envasadoras de gaseosas y productos de todo tipo en foil y envases de colores están de acuerdo…
Este señor dice que Perú y Ruanda propusieron (aguante Perú) un Comité Intergubernamental de Negociación que en dos años, tenga listo un tratado internacional sobre contaminación plástica que sea aplicable.
Ahora, lo de vinculante está por verse. Y yo no sé si lo llegaremos a ver.
Según dicen los que los han medido, en los mares hay hoy unos 200 millones de toneladas de desechos plásticos, una cifra que se va a triplicar para 2040. El Fondo Mundial para la Naturaleza WWF alertó que la contaminación por plásticos ha llegado "a todos los rincones de los océanos" y su masa es tal que, aunque dejáramos de tirar a la basura ahora mismo, hay tanto pero tanto ya volando, escurriéndose, arrastrado, que el volumen de micro y nanoplásticos se duplicaría para el 2050.
Cualquier estudio de productos pesqueros revela que contienen plástico. Los seres humanos estamos ingiriendo partículas plásticas. El impacto en la salud aún se desconoce, (hoy vamos a hablar con una investigadora que está trabajando en eso) pero se cree que a largo plazo puede ser muy perjudicial, como toda sustancia extraña al cuerpo que entra y no sale. Y que además, viene con químicos potencialmente tóxicos en la forma de color, textura, fragilidad. El plástico, además, impide que el fondo marino actúe como sumidero de gases de efecto invernadero, una tarea similar a la que realizan los árboles. En fin, que ya más o menos todos lo sabemos.
La cosa es que un tratado –como se aspira- que busque eliminar plásticos innecesarios y plásticos no reciclables, implica que aunque toda la humanidad use reciclables… ¿cuántos separan la basura? ¿Cuántos disponen adecuadamente los productos secos de los otros? Echemos una miradita a los basurales o rellenos sanitarios de las periurbes… ¿Reciclado? Si, un poquito. El resto: al pozo. Entonces, ese valioso material reciclable que supuestamente vamos a usar y desechar, ¿terminará de nuevo por ahí? ¿Y los aditivos? ¿Alguien habla de aditivos? Las bolsas Oxo, por ejemplo, que aparecieron tramposamente disfrazadas de sustentables: se deshacían en una especie de talco de plástico… más todos los químicos de las tintas y los ablandadores o rigidizantes. Era una trampa monumental.
Hasta ahora la mayoría de las iniciativas para combatir la contaminación por plástico han sido voluntarias, y han estado enfocadas en la recuperación y el reciclaje, y fueron un fracaso rotundo. Reciclar plásticos no es técnicamente fácil, es caro y la mayoría de los plásticos no son reciclables. Hay un estudio (que ya tiene un par de años, por cierto, pero con la pandemia puede parecer de ayer) que dice que el 9 % del plástico fabricado alguna vez se ha reciclado, cerca del 12 % se ha quemado (lo peor de lo peor) y el resto se ha arrojado a basureros.
En fin, es casi una catarsis, pero hay que repetirlo a ver si de una buena vez nos enteramos que hay que empezar a mirar de otro modo el omnipresente plástico.
Contenido
- Microplásticos en el intestino. Victoria Moreno
Resultados de un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en España, demuestran que tras la ingestión de microplásticos asociados con la cadena alimentaria, disminuye la abundancia de bacterias conocidas por sus efectos positivos en la salud y se incrementa la presencia de otros grupos microbianos relacionados con una actividad patógena
- El árbol y la ciudad. Marcela Palermo
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Conductora
Silvana Buján es Argentina, licenciada en Ciencias de la Comunicación Social y periodista científico y ambiental, ejerciendo desde hace más de dos décadas de manera ininterrumpida a través de radios y medios gráficos del país y del exterior.
Es activista ecologista y participa, dirige o coordina organizaciones no gubernamentales y redes temáticas. Es conferencista y consultora en temas de ambiente y desarrollo. Ha obtenido tres veces el 1º Premio a la Divulgación Científica de la Universidad de Buenos Aires (2009, 2012, 2014) y el 2º Premio en 2010; el 1º Premio Latinoamericano y del Caribe del Agua CATHALAC-UNESCO 2009; Ocho Premios Martin Fierro por sus trabajos en radio y 21 nominaciones. Ha sido Premio Nacional de Periodismo en el año 2007, 1º Premio del Congreso Tabaco o Salud 2010, 1º Premio de Periodismo en Salud de la Asociación Médica Argentina 2010 Distinción honorífica Colegio de Ingenieros DII por su labor en difusión ambiental, 2013.
Lleva adelante desde 1998 ECOS ciclo de periodismo científico abocado al ambiente y las culturas. Y CALIDAD EN VIDA, de periodismo médico, cultura y salud. Dirige BIOS, ONG miembro de la Red Nacional de Acción Ecologista y la Coalición Ciudadana Antiincineración. Es miembro del Comité Consultivo de GAIA internacional. Es miembro de la Red Argentina de Periodismo Científico y la Red Latinoamericana de Periodismo Ambiental. Vive en Mar del Plata.
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