En un reportaje del portal La Política Online, la Dra. Raquel Chan hace muchas afirmaciones que son negaciones, errores o mentiras en las que se basa la propaganda del trigo transgénico, intentando calar en el sentido común.
por
Nora Tamagno
En la nota del dia 21 de noviembre, referida al trigo transgénico (https://www.lapoliticaonline.com.ar/santa-fe/con-el-trigo-transgenico-se-va-a-usar-muchisimo-menos-herbicidas/), la investigadora afirma que “Hay una fantasía de que el trigo convencional se hace sin agroquímicos”. Eso no es cierto, ya que todxs sabemos que el trigo se hace mayoritariamente bajo el modelo agroindustrial dependiente de agrotóxicos. Pero, lo importante es que la difusión del trigo transgénico determinaría un aumento del uso del glufosinato de amonio, que si bien no está prohibido en Argentina, es mucho más tóxico que el glifosato. Con su difusión, se multiplicará el problema de contaminación y daño que generó la soja transgénica.
Por otro lado la entrevistada se refiere erróneamente a la agricultura familiar cuando dice: “A mí me parece naif cuando algunos dicen ‘volvamos a la agricultura familiar’. Está perfecta, es fantástica, yo la promovería quien tenga un patiecito pero no vas a sembrar trigo en la quinta familiar. Después, es muy fácil desde el discurso, eso es lo que teníamos hace 500 años cuando se sacaba la maleza a mano. Claro que eran tareas que le tocaba hacerla a los esclavos. Yo no quiero volver a esos tiempos.” “Por eso, la agricultura familiar no es una alternativa”…
En estos dichos hay errores que no podemos dejar pasar. En primer lugar, la agricultura familiar no es la que se practica en los “patiecitos”, como descalifica la entrevistada. Si bien hay diversas definiciones de esta categoría, una de las más aceptadas es la que considera producción familiar a aquella en la que el productor y su familia viven en el predio y no tiene más de uno o dos empleados fijos. Con esta definición, hay numerosos productores familiares en Argentina que tienen más de 500 hectáreas y, entre ellos, hay quienes producen trigo agroecológico. Dan cuenta de ello las numerosas experiencias de producción extensiva que fueron presentadas recientemente en el Mes de la Agroecología.
Referirse a la práctica de sacar las malezas a mano, y al trabajo esclavo es, como poco, perverso. Es una muy mala jugada vincular a la agroecología con la esclavitud. Porque el desmalezado a mano no es la opción que proponemos quienes nos oponemos al modelo del agronegocio. Por el contrario, el manejo de malezas, desde la perspectiva agroecológica, se hace con diferentes estrategias, de corto, mediano y largo plazo. Ahondar en este tema excede la intención de esta nota, pero sí podemos afirmar que mucho hay escrito sobre esto y numerosas son las experiencias exitosas en manejo agroecológico de malezas.
Cuando dice: “No me los imagino a estos chicos levantarse a las cinco de la mañana para ir al campo a arrancar yuyos.” Pero, ¿a qué “chicos” se refiere? ¿Está descalificando a quienes promovemos la agroecología? Si es así, es bueno saber que desde hace muchos años hay quienes trabajan, estudian, investigan y producen bajo ese paradigma. Resulta extraño que se niegue esta realidad. ¿O será que tal vez se refiera al trabajo infantil y pretende vincular a la agroecologia con esa actividad?
Por otro lado, la entrevistada afirma que con “estas tecnologías se van a utilizar menos herbicidas“. Se refiere al caso en que el trigo transgénico se sume a la producción en zonas con bajas precipitaciones, y lo compara con el barbecho (momento sin cultivo) con control químico de malezas.
Pero lo que no dice es que hay muchas alternativas de manejo para estas adversidades que no son químicas y que el trigo transgénico en esas zonas generará los problemas ya conocidos de la agriculturización en suelos vulnerables. Además, la experiencia con la soja transgénica en nuestro país demuestra que, a pesar de haberse difundido con la idea de menor uso de herbicidas, al poco tiempo las malezas resistentes al glifosato hicieron necesario sumar cada vez más litros por hectárea y/o reforzar las aplicaciones con otros herbicidas, agravando el problema.
Por último, compara a los cultivos genéticamente modificados con el trasplante de órganos, diciendo: “Por ejemplo, con los trasplantes de órgano, que es una cosa muy poco criticada salvo por algunos grupos religiosos muy extremistas, lo que se está haciendo es trasplantar genes de una persona a otra y no parece ser algo que digan ‘qué barbaridad‘.” Con ello, apela a confundir el sentido común, porque todxs sabemos de la importancia de los trasplantes de órganos para salvar vidas humanas y las enormes campañas para promoverlos desde la salud pública. Pero lo peor es que no es comparable una cosa con otra. En el trasplante, si bien el órgano tiene la genética propia del donante (diferente a la del receptor), eso no interfiere con la genética de quien recibe el órgano, por lo tanto todas las células de su cuerpo mantienen su genética original.
Esto quiere decir que en su descendencia, se comportará como si no fuera trasplantado. Recibir un órgano por trasplante no transforma a ese ser en un organismo genéticamente modificado (OGM). En los cultivos transgénicos u OGM, la modificación se hace a nivel celular, a nivel genético, y en consecuencia, una planta transgénica tiene todas sus células con la misma información genética, y esa característica se la transmitirá a toda su descendencia. Por ejemplo en un cultivo OGM, las miles de plantas que hay en una hectárea tienen todas sus células transgénicas y los millones de granos que se cosecharán también lo serán, así como su descendencia. Es rara esta comparación confusa viniendo de alguien de la ciencia, y especialmente de una especialista en biotecnología. ¿Será que interpretó mal el entrevistador?
También es extraño que olvide mencionar en la entrevista el riesgo de contaminación de los trigos no transgénicos a campo por polinización cruzada (por polen de trigo transgénico de lotes cercanos), razón por la cual es fuertemente resistido este desarrollo por sectores de la industria y la comercialización. Pero claro, olvidos tiene cualquiera.
La Dra Chan, quien desarrolló el trigo transgénico trabajando para el CONICET y en asociación con la empresa Bioceres, no tiene filtro y hace afirmaciones que ni los CEOS de las corporaciones del agro se atreverían a hacer hoy.
En las ciencias agrarias hay quienes aportan al agronegocio y quienes aportan a la agroecología. Para los primeros es vital el financiamiento de las corporaciones del agro. Es una ingenuidad creer en la independencia de los desarrollos tecnológicos financiados por las empresas, pero además está muy instalada la idea mentirosa de que la ciencia es neutral y que “lxs cientificxs” dicen siempre la verdad. No es así, a veces mienten u omiten información (que no es lo mismo, pero es igual; si se hace por propia convicción o por presión de las empresas es otra historia). Lo importante es estar atentxs para desmontar las mentiras.
Fuente:
Nora Tamagno, Trigo transgénico. ¿Mentiras desde la ciencia?, 22 noviembre 2021, Tramas. Consultado 26 noviembre 2021.
No hay comentarios:
Publicar un comentario