martes, 26 de octubre de 2021

El “fuego amigo” de los medios en los incendios de Córdoba

Mientras la frontera agropecuaria y los negocios inmobiliarios avanzan sobre el monte nativo cordobés, el gobierno provincial, las corporaciones empresariales y los medios tradicionales de Córdoba instalan relatos para diluir responsabilidades. Una tragedia muchas veces romantizada y el rol cada vez más necesario de los medios autogestivos y populares.

por Daniel Díaz Romero

Desde hace años, la realidad incendiaria engorda la invariable sospecha de incendios intencionales sobre los ecosistemas que contienen el monte nativo cordobés y sus incalculables servicios ambientales: la absorción de carbono, la prevención de inundaciones, la calidad del agua, la conservación de la biodiversidad y la columna vertebral para la supervivencia de la cultura campesina.

¿Pero cuál es el rol que cumplen ante esta realidad las grandes empresas periodísticas en territorio cordobés? A esta altura, podemos decir que los incendios forestales y del sotobosque son abordados desde estrategias discursivas dominantes apoyadas en dos ejes recurrentes: la romantización de la catástrofe y las coberturas superficiales en formato de noticias descriptivas.

Diferentes regiones de la provincia de Córdoba son asediadas por el fuego desde hace décadas. En 2020 los incendios intencionales mostraron su cara más siniestra arrasando unas 350 mil hectáreas, extensión equivalente a 12 veces la superficie de Capital Federal.

Año tras año, historias trágicas que se repiten para facilitar el avance de la frontera agropecuaria y el desarrollo del negocio inmobiliario. Las consecuencias: pobladores serranos muertos, decenas de heridos, pérdidas económicas de pequeños productores, bosques y montes nativos arrasados por el fuego y un -varias veces millonario- desembolso de fondos públicos para combatir los fuegos desatados intencionalmente y de manera simultánea en la provincia.

Poco se habla acerca de quiénes son los responsables -con nombre y apellido- del desastre socio-ecológico que provocan los incendios forestales en territorio cordobés.

Lenguas de fuego

En Córdoba es habitual que los “patrones” manden a los peones a encender el fuego en campos o cerros, pero los relatos publicitarios del gobierno provincial -vehiculizados a través de las empresas periodísticas con mayor audiencia- apuntan en otra dirección: la responsabilidad del ciudadano común por la quema de hojas en veredas o por arrojar colillas encendidas desde los vehículos.

Son relatos que, por repetición, logran arraigo en algunos sectores de la sociedad: los incendios que arrasan con la biodiversidad son tragedias sin responsables y en los casos donde la presión social aprieta, se producen detenciones arbitrarias de “perejiles”. Como botón de muestra, basta recordar la detención y posterior arresto de un enfermero que ayudaba a sofocar un incendio en las inmediaciones de Capilla del Monte, detenido varios días tras ser acusado de haber iniciado el fuego. Las evidencias: un encendedor que tenía junto a un paquete de cigarrillos entre sus pertenencias mientras acarreaba baldes de agua.

Tácticas persuasivas que desembarcan en los territorios, y también propalan discursos oficiales reproduciéndolos asépticamente: el tándem gobierno provincial, corporaciones empresariales y las grandes empresas periodísticas de Córdoba instalan relatos como éste desde hace años.

En este contexto, también se ha criminalizado la participación de los vecinos que habitan el territorio, quienes a lo largo de varios meses se vieron empujados por la desesperación a proteger su paisaje y forma de vida. La inacción del gobierno provincial los empujó a organizarse para combatir el fuego, improvisadamente, ante la voracidad de los incendios.

Desde entonces, reinó en las empresas periodísticas la reproducción de los discursos oficiales que instaban al uso de la fuerza policial para reprimir cualquier intento comunitario de participar en la lucha contra los incendios. Los clichés utilizados para vender estas ideas en los medios de comunicación -ya sea a través de imágenes o textos- están enlazados con las pautas publicitarias que alimentan a los grupos que gerencian estas empresas periodísticas.

Quienes se benefician con este modelo encarnado en el Plan Provincial de Manejo del Fuego son, claramente, las corporaciones desarrollistas y los grandes empresarios rurales. Las víctimas, como en todo conflicto socio-ambiental, son los sectores más vulnerables de la sociedad.

Generalmente, el tándem conformado por diarios, emisoras de radio y canales de televisión de diferentes grupos económicos en la provincia marcan la agenda periodística: crónicas descriptivas que construyen un relato aséptico y romántico para abordar el tema: “Reforestarán las sierras con bombas de semillas tras los incendios”; notas de color esbozando el accionar heroico de algún bombero; historias de vida de un niño que quiere ser voluntario como su padre; el trabajo épico y aventurero del piloto de un avión hidrante; o títulos desopilantes como “En medio de los incendios forestales un fotógrafo logró retratar a un dragón de fuego”.

Las fuentes de información invariablemente consultadas para las coberturas periodísticas que se reflejan en los medios tradicionales son las autoridades del Plan Provincial de Manejo del Fuego.

Son relatos construidos a partir de la idealización de personajes y ponen a los ciudadanos, no ya a exigir soluciones y políticas eficaces sino a asumir que los incendios son inevitables y que el poblador de un territorio ha de gratificarse con ser invitado a presenciar un espectáculo dantesco, asumiendo un lugar de espectador pasivo.

En el medio, la pauta publicitaria del gobierno cordobés enfocada en un puñado de medios líderes de audiencia, como Cadena 3, La Voz del Interior y Canal 12 (estos dos últimos pertenecientes al grupo Clarín) con un perfil marcadamente oficialista.

La otra parte del ecosistema mediático cordobés está conformada por medios recuperados, comunitarios o autogestionados y cooperativas de trabajadores de prensa, locales y regionales, que en los últimos años disputan la agenda periodística desde portales digitales, emisoras comunitarias y redes sociales desplegando una cobertura más cercana a los pobladores víctimas de las tragedias desatadas por el fuego.

Medios de comunicación como VillaNos Radio, de Villa Carlos Paz, Radio Panamericana de la localidad de Huerta Grande; sitios web como LaTinta, El Resaltador y la Luna con Gatillo; programas radiales de la FM de los Servicios de Radio y Televisión de la Universidad Nacional de Córdoba; periódicos como Hoy Día Córdoba o La Nueva Mañana son punta de lanza de este movimiento de jóvenes periodistas que aportan profundidad y compromiso con la comunicación social; otorgando habituales espacios de consulta a ONGs, Fundaciones y Asambleas como el Foro Ambiental Córdoba, FUNAM o Asambleas de vecinos Autoconvocados de diferentes regiones de la provincia.

Cenizas quedan

La provincia de Córdoba tiene un largo historial de incendios forestales que se incrementaron notablemente en las últimas cuatro décadas de la mano de la expansión de la frontera agropecuaria y el avance urbano sobre el monte nativo serrano como políticas de Estado.

Sin embargo, las luchas de las comunidades afectadas presentaron un novedoso aporte: en 2017, la activa oposición a un proyecto de modificación de la Ley de Bosques esgrimida por el gobierno provincial y escrita desde las oficinas de CARTEZ -poderosa cámara de empresarios rurales del norte cordobés, La Rioja y Catamarca- generó un quiebre en la mirada apática sobre la situación de los montes nativos en Córdoba: artistas, técnicos y científicos, figuras destacadas a nivel internacional, organizaciones civiles, periodistas, el Movimiento Campesino de Córdoba y Asambleas Vecinales Autoconvocadas, en todas las regiones de la provincia lograron torcer la historia, a partir de movilizaciones en la capital cordobesa que convocaron un promedio de 25 mil personas en varias marchas convocadas tras una frase que se repetía: “En Córdoba nos queda apenas el 3% de bosque nativo”.

Ese despertar activo en defensa de los bienes comunes representados por los bosques nativos y sus incalculables servicios ambientales mantuvo latente la participación ciudadana en los diferentes rincones de la geografía cordobesa, a partir de entonces atenta a las Audiencias Públicas relacionadas con las políticas públicas timoneadas desde el gobierno provincial y enfocadas en la obra vial. Se sucedieron eventos con record de participantes oponiéndose a los proyectos tildados como “ecocidas” surgidos desde los despachos gubernamentales.

Desde entonces, la disputa en términos políticos se desató desde el territorio: el “gran ecocidio” llegó de la mano de los dantescos incendios de 2020: cuando los recursos del Estado provincial no daban abasto se comenzaron a organizar brigadas forestales comunitarias integradas por habitantes serranos que se sumaron a combatir el fuego, pese a discursos intimidatorios de funcionarios provinciales que llegaron a amenazar con el uso de la fuerza policial para detener a los pobladores que se involucraran en la lucha contra el fuego.

El Plan Provincial de Manejo del Fuego mostraba su manifiesta desidia, pero también la desesperación de los habitantes acorralados por los incendios.

La previsible respuesta oficial no se hizo esperar: pocos meses después que en la provincia de Córdoba se hubieran quemado más de 350 mil hectáreas, un gran abanico de especialistas y la sociedad en general reclamaron al gobierno de Juan Schiaretti por la falta de acciones preventivas y de manejo de los predios rurales, tanto en las sierras como en el llano: picadas cortafuego, vías de circulación y escape, puntos de abastecimiento de agua, 31 sistemas de alerta temprana; todo esto estaba redactado en la Ley de Bosques de la provincia pero el gobierno cordobés no se ocupaba de cumplirla.

El gobierno señaló -sin disimulos- a los bomberos voluntarios para desviar sus responsabilidades ante la marea de críticas devenidas durante el desastre producido por los incendios de 2020 y anunció la creación de un cuerpo de brigadistas “altamente especializado” conformado por policías y un puñado de bomberos voluntarios que pasaron a ser empleados públicos. Se trataba de las brigadas ETAC (Equipo Técnico de Acción ante Catástrofes). El impacto social causado por los incendios de 2020 no fue gratuito para Schiaretti. Por primera vez en la historia provincial, los bomberos voluntarios le hicieron frente al gobierno de la provincia.


Fuente:

Daniel Díaz Romero, El “fuego amigo” de los medios en los incendios de Córdoba, 19 octubre 2021, Revista Cítrica.

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