Las nubes de polvo que sobrevuelan Europa, provenientes del desierto del Sahara, arrastran la contaminación radiactiva producida por los ensayos nucleares realizados por Francia en la década de 1960. Así lo demuestran los análisis de la Asociación para el Control de la Radiactividad en el Oeste (ACRO) de Francia.
Entre 1945 y 1980, Estados Unidos, la Unión Soviética, el Reino Unido, Francia y China realizaron 520 pruebas nucleares atmosféricas, que alcanzaron la estratosfera y dispersaron grandes cantidades de productos radiactivos sobre la superficie del globo, principalmente en el hemisferio norte. A principios de la década de 1960, Francia realizó pruebas nucleares atmosféricas en el Sahara argelino, en la zona de Reggane, exponiendo a la radiación a sus propios soldados y a las poblaciones sedentarias y nómadas de la región. Desde esta primera prueba en el Sahara en 1960 hasta la última prueba en la Polinesia Francesa en 1996, Francia realizó 210 detonaciones nucleares.
En un comunicado difundido el miércoles 24 de febrero de 2021, la ACRO se preguntó ¿Por qué hablar hoy -60 años después- de estas pruebas nucleares en el Sahara?
El 6 de febrero de 2021, gran parte de Francia se vio sometida a un fenómeno meteorológico que trajo vientos cargados de arena y partículas finas procedentes del Sahara. Como ejemplo, en el macizo del Jura, el cielo permaneció naranja durante todo el día, y estas partículas atmosféricas se depositaron en el suelo. La nieve, que era blanca por la mañana, también se volvió naranja. Por la noche, todas las superficies estaban cubiertas con una fina capa de estas partículas.
La ACRO tomó muestras de toda la superficie de un coche mediante múltiples frotis, que fueron trasladadas a su laboratorio para analizar la radiactividad artificial mediante espectrometría gamma (en un detector GeHP). El resultado del análisis fue concluyente: el Cesio-137 fue claramente identificado. Se trata de un radionucleido artificial que no está presente de forma natural en la arena, es producto de la fisión nuclear de una explosión nuclear. Considerando depósitos homogéneos en una gran área, basándose en este resultado analítico, la ACRO estimó que cayeron 80.000 bequerelios por kilómetro cuadrado (Bq/km2) de Cesio-137.
El episodio del 6 de febrero constituye una contaminación ciertamente muy pequeña, pero que se suma a los depósitos anteriores (ensayos nucleares de los años 60 y Chernóbil). “Esta contaminación radiactiva -que sigue siendo observable a largas distancias y 60 años después de las detonaciones nucleares- nos recuerda la contaminación radiactiva permanente en el Sahara de la que es responsable Francia”, concluye el comunicado de la ACRO.
Fuentes:
Nuage de sable du Sahara : une pollution radioactive qui revient comme un boomerang, 24 febrero 2021, Association pour le contrôle de la radioactivité dans l'Ouest. Consultado 26 febrero 2021.
Este artículo fue adaptado al castellano por Cristian Basualdo.
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