Contra el secretismo con que avanzan las negociaciones para instalar decenas de megagranjas en todo el país, un primer análisis de su contenido. Un plan a largo plazo para convertir a Argentina en chiquero industrial.
por Valeria Foglia
Con un nombre imposible (por lo largo [1]), se dio a conocer el borrador del resistido acuerdo que el Gobierno de Alberto Fernández quiere rubricar con China en forma rápida y poco transparente. El megaplan porcino ha generado un enorme repudio, con movilizaciones en todo el país. No se conoció a través de canales oficiales, sino gracias a la difusión de su versión en inglés en el blog del Pacto Ecosocial. Se suma así al “anteproyecto 12 000 madres” del Ministerio de Agricultura, que se filtró días atrás.
El memorándum, cuya firma el Gobierno postergó para noviembre en China, se compone de once artículos que refieren a áreas y formas de cooperación, grupo de trabajo, puntos focales, arreglos financieros, cláusulas de confidencialidad y derechos de propiedad intelectual, solución de controversias, obligaciones en virtud de otros acuerdos, efectos legales, enmiendas y duración.
El acuerdo entre China y Argentina se prolongaría por cinco años y se renovaría automáticamente por períodos de cinco años, salvo una de las partes quiera rescindirlo, para lo cual deberá hacerse al menos seis meses antes del vencimiento del período en curso. Se plantea en el marco del compromiso de los dos Gobiernos para una “asociación estratégica integral” que “mejore” las relaciones bilaterales en diferentes áreas. Aunque se mencionen “la igualdad” y “el beneficio mutuo”, el plan chino no es otro que descargar las consecuencias sanitarias y ambientales de su consumo de carne porcina en un país cuyo Gobierno busca asegurar negocios a los popes del agronegocio y atraer dólares para pagar la fiesta de los especuladores de la deuda.
Formalmente, el memorando intenta posicionar al acuerdo en un marco de respeto por el ambiente, las leyes de protección de la naturaleza y los compromisos internacionales en materia de biodiversidad y cambio climático que hayan sido suscritos por ambos países, en interés, claro, de la salud de la población. Insta a “promover buenas prácticas ambientales con el fin de potenciar que estas inversiones empresariales sean respetuosas de las leyes ambientales, minimizando sus impactos”. Esta dedicación a la cuestión ambiental en términos legales generales contrasta con la velocidad y la falta de transparencia en el avance de las negociaciones.
“Esto se ha plasmado en una constante demostración de ansiedad de los funcionarios, que quieren actuar con una celeridad contraria a las acciones democráticas y de participación que venimos exigiendo”, sostiene un comunicado que lleva la firma de Maristella Svampa, Enrique Viale, Soledad Barruti, Marcos Filardi y Guillermo Folguera, entre otros. El objetivo “es confundir a la opinión pública y avanzar con el convenio, de espaldas a la sociedad”, agregan.
No sorprende que un acuerdo de esta envergadura incluya una cláusula de confidencialidad: es la institucionalización del secretismo que recorre las tratativas, al menos en nuestro país, que es el que lleva las de perder en todo esto. Las partes “se comprometen a que la confidencialidad de los documentos y de la información proporcionada por el otro participante sobrevivirá a la rescisión del memorándum de entendimiento”.
Las áreas ya las había adelantado Jorge Neme, funcionario de Cancillería, en una conversación con Eco House hace un mes:
- Intercambio de investigación científica y tecnología agrícola en el sector porcino.
- Sanidad animal en el sector porcino.
- Inversión y comercio en el sector porcino.
- Áreas de interés común de los participantes (sic).
A su vez, el memorándum establece que ambas partes se comprometen, "en cumplimiento de leyes vigentes en Argentina y China", a compartir información “sobre la producción, el mercado, el comercio y las normas reguladoras” en el sector porcino, a la vez que plantea cuestiones vinculadas a la sanidad animal, uno de los puntos que se objetan, particularmente a propósito de la pandemia de origen zoonótico que ya azota al mundo. Se establece el intercambio de personal y la cooperación técnica entre áreas de investigación sobre cría y sanidad animal de ambos países, experiencias de prevención y control de “las principales enfermedades porcinas”, a la vez que planea favorecer el intercambio entre laboratorios especializados. A Hugo Sigman le gusta esto.
Entre las actividades económicas, una de las acciones propuestas plantea la realización conjunta de “actividades de promoción de inversiones y comercio en el sector porcino para proporcionar plataformas de negociación para las empresas involucradas en la cría, procesamiento, logística y comercio de cerdos”. Y también aspiran a “los grupos corporativos de cada país con suficiente volumen de negocios, buena reputación y canales comerciales adecuados para fomentar asociaciones y establecer grandes empresas conjuntas dedicadas a la cría, el procesamiento, la logística y el comercio de cerdos, a fin de expandir el comercio bidireccional de productos porcinos y explorar conjuntamente terceros mercados”.
En un texto remitido por Cancillería a requerimiento de Nicolás del Caño y Myriam Bregman se afirma que “el memorando de cooperación no conllevaría la asunción de obligaciones por parte del sector público (Estado nacional, provincial o municipal) ni del sector privado” y, a causa de esto, “no requiere la realización de audiencias públicas previo a su firma”. Si bien el Ministerio de Solá se encargó de decir varias veces que el acuerdo no implicaba la participación del Estado y que se trataba de algo “entre privados”, negociado desde enero, el memorándum deja claro que se crearía un “Grupo de Trabajo China-Argentina sobre Cooperación Industrial Porcina”, presidido por la Subsecretaría de Promoción Comercial y de Inversiones de la cartera de Felipe Solá y el Directorio General del Departamento de Cooperación Internacional del Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de China. Estos dos organismos estatales serían los encargados de invitar a empresarios de todo el rubro porcino. ¿Ninguna obligación hacia quiénes?
El Gobierno del Frente de Todos dilató la fecha de firma para ganar tiempo y distender los ánimos. La convocatoria diversa e independiente que se opone a estas medidas, un salto grotesco en la profundización de prácticas devastadoras y contaminantes, ya prepara nuevas acciones de protesta a nivel nacional. Contra el secretismo oficial, abiertamente ponen el cuerpo en las calles para decir: #NiEnNoviembreNiNunca.
- Memorándum de entendimiento sobre cooperación para la promoción del comercio y la inversión en el sector porcino entre el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la República Argentina y el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de la República Popular de China
Valeria Foglia @valeriafgl | Staff Ecología y medioambiente
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Fuente:
Valeria Foglia @valeriafgl, Megaplan porcino: qué dice el borrador de memorándum de entendimiento con China, 4 septiembre 2020, La Izquierda Diario. Onsultado 9 septiembre 2020.
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