Foto: Sebastián Salguero / Greenpeace. |
Detrás de cada fuego hay descuidos humanos o intenciones de desmontar para cambiar el uso del suelo, dicen expertos. Reclaman que la Justicia investigue a fondo el origen de los focos.
por Lucas Viano
Detrás de todo incendio, como los que han padecido en los últimos días las sierras de Córdoba, hay una chispa inicial.
Biólogos y ecólogos aseguran que es difícil determinar el origen de un fuego, pero en casi todos los casos son provocados por personas de manera intencional o por una negligencia.
Los expertos reclaman una Justicia más activa para encontrar a los culpables, y que estos reciban sanciones efectivas. Pero también entienden que el Ejecutivo debería actuar no sólo durante la contingencia, cuando las llamas ya están ardiendo.
El culpable siempre es el clima. El tiempo seco ayuda a tener un combustible (pastizales y arbustales) más inflamable y el viento insufla oxígeno y dispersa los tizones por las Sierras. Pero alguien debe generar la primera chispa.
“El problema es que no se investiga cómo ocurren. Los incendios se producen porque hay sequía, pero alguien debe de prenderlos. No son naturales, porque en esta época no hay tormentas con rayos”, asegura Ana María Cingolani, investigadora del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv) del Conicet y de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
En tanto, Pedro Jaureguiberry, también del Imbiv, agrega: “Si no se investigan las causas, da para todo tipo de especulaciones y conspiraciones. Es difícil pensar que detrás de un incendio pueda haber especulación inmobiliaria”.
Nicolás Mari, técnico del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria en Cruz del Eje, asegura que las causas varían de una zona a otra. “En el norte de Córdoba, la práctica de prender el pasto para el rebrote no se usa desde hace años”.
Pero advierte que puede haber casos aislados de fuegos provocados para realizar un cambio de uso de suelo y ganar superficie para pasturas o avanzar con un loteo inmobiliario. “Los mapas satelitales muestran que en algunas zonas que se quemaron ahora hay casas”, detalla Mari, que se dedica al mapeo satelital.
Juan Pablo Argañaraz, investigador del Conicet en el Instituto Mario Gulich, de la UNC y de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), apunta al incremento de la presencia humana en las Sierras. En un relevamiento, el investigador detectó 144 mil edificaciones en zonas vulnerables al fuego en el cordón de las Sierras Chicas. Equivalen a la mitad de las existentes en esta región.
“Si partimos de la base de que los incendios en Córdoba son antrópicos, la presencia de urbanizaciones en la zona aumenta el riesgo, porque hay más posibilidades de que se produzca un descuido; por ejemplo, durante el fuego para un asado o para la quema de hojas y malezas cercanas a la vivienda. También el tendido eléctrico puede provocar chispas.”, comenta.
Mari apunta que hay casos de fuego provocados para ampliar zonas de pastoreo. “El fuego es un elemento barato y rápido para provocar un cambio en el uso de la tierra”, comenta.
Pero las leyes nacional y provincial de bosque nativo dicen expresamente que si un bosque de categoría roja (mayor conservación) es afectado por un incendio u otra forma de desmonte, la superficie no debe cambiar de categoría y el Gobierno provincial debe realizar la recuperación del sitio. “En todos los casos de incendios se mantendrá la categoría de conservación del bosque que se hubiere definido” en el ordenamiento provincial de bosques nativos, dice el artículo 30º de la ley provincial 9.814.
Planificación
“El problema es la falta de planificación. El plan de manejo del fuego está enfocado en controlar la contingencia, pero no se destinan recursos al ordenamiento territorial y para cuidar las zonas de mayor conservación”, comenta Jaureguiberry.
En tanto, Cingolani agrega: “Los mensajes de prevención son contradictorios. Cuando está el rally, se hace la vista gorda. El mensaje debe ser claro y debe haber controles”. Y menciona el caso de Cuesta Blanca, donde el municipio no renovó el contrato del guardaambiente que, entre otras tareas, controlaba que no se prendiera fuego.
Para los expertos, es difícil pensar en una política de “fuego cero”. “No necesariamente hay que evitar todos los incendios, porque eso puede ser contraproducente y, a la larga, provocar un incendio más severo”, dice Jaureguiberry, experto en ecología del fuego. Y explica que el impacto ecológico de algunos incendios no es tan alto a pesar de lo impactante de las imágenes. “Un fuego de intensidad media sólo quema pastizales, arbustales o bosques muy abiertos y se frena en el borde del bosque más maduro. Y los pastizales se recuperan rápidamente”, asegura.
En tanto, Cingolani señala: “Uno de los mejores cortafuegos es el bosque sustentable, con árboles de más de cinco metros. El pasto no crece allí, por lo que el fuego no avanza”.
La investigadora explica que proteger los bosques podría significar tener menos incendios. “No es un problema de falta de especies. Los árboles están, pero no se los deja crecer y el bosque serrano necesita décadas para ser sustentable”, detalla.
Argañaraz agrega que a nivel mundial ya se sabe que no se deben controlar todos los incendios. “En lugar de un manejo del fuego, hay que prepararse para realizar un manejo de combustibles; por ejemplo, con una cortina de bosques para frenarlo o con ganado para que consuma el pasto, el principal combustible”, dice.
Jaureguiberry cree que es importante proteger las zonas donde están en riesgo la población y bienes materiales y también las áreas con bosques bien conservados, que tardarán décadas en recuperarse si se queman. “Ahí se pueden hacer cortafuegos y raleos de vegetación”, explica.
Cingolani reconoce que el clima es un factor clave, pero todos los años Córdoba tiene un período seco. “No se le puede echar la culpa al clima. No es un año atípico, sino un año promedio en incendios”, asegura.
Según datos relevados por Argañaraz, las 45 mil hectáreas quemadas en 2020 son el valor histórico promedio. Pero advierte que, si no llueve, todavía resta todo septiembre, cuando el viento y las temperaturas altas están presentes.
“Es una superficie grande para esta época, pero no es un año atípico”, agrega Mari.
Fuente:
Lucas Viano, Incendios: las causas del fuego, más allá de la sequía y del viento, 30 agosto 2020, La Voz del Interior.
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