domingo, 13 de septiembre de 2020

Agricultores y pueblos originarios de Australia luchan contra un vertedero de residuos radiactivos

Manifestación contra el vertedero de residuos radiactivos de Kimba, Australia, febrero 2020. Foto: Jim Green.

por Renfrey Clarke

En un distrito agrícola marginal de la península de Eyre, en el sur de Australia, pronto comenzará la construcción de un depósito nacional para los desechos radiactivos de Australia, o eso es lo que espera el Gobierno Federal.

Para ello compró una extensión de 160 hectáreas de tierras de cultivo cerca del pequeño pueblo de Kimba y, como incentivo para prestar apoyo al plan, prometió a los residentes locales un “paquete de desarrollo comunitario” de 31 millones de dólares. Una votación no vinculante, realizada en noviembre pasado, entre los residentes del área del Consejo del Distrito de Kimba registró un 62 % a favor del plan.

Pero los opositores al basurero siguen activos y ruidosos. Además de los agricultores y los ciudadanos preocupados por su seguridad y por la reputación "limpia y verde" de los productos del distrito, los que se oponen al plan incluyen a las personas del pueblo originario Barngarla, que tienen el título nativo sobre el área.

Los críticos argumentan que la votación del año pasado sólo pidió la opinión de una pequeña parte de las personas afectadas. En particular, los miembros del pueblo Barngarla, que no viven en la zona, están enfadados por haber sido excluidos.

El Gobierno Federal de coalición, sin embargo, no fue disuadido. En junio, la Cámara de Representantes aprobó una serie de enmiendas a la legislación que rige el plan. Estos cambios despojarán a los opositores del basurero -incluyendo a los Barngarla- del derecho a presentar demandas judiciales.

Las enmiendas todavía tienen que pasar por el Senado. Pero en julio, confiado en la victoria, el Gobierno creó la Australian Radioactive Waste Agency (Agencia Australiana de Residuos Radiactivos), como parte del Departamento de Industria, Ciencia, Energía y Recursos. Con base en Adelaida, y una oficina satélite en Kimba, la agencia debe “liderar el proceso para entregar” el vertedero de residuos.

Residuos de nivel bajo e intermedio

En términos de volumen, la gran mayoría de los desechos radiactivos que se producen actualmente en Australia proceden de la medicina nuclear y se consideran de bajo nivel. Estos materiales no requieren protección para su manipulación o almacenamiento, pero deben mantenerse seguros hasta que la radiactividad haya decaído hasta el punto en que puedan ir a parar a un vertedero con seguridad. En la actualidad, estos desechos se almacenan en más de 100 sitios en todo el país, principalmente en hospitales o universidades.

La cantidad de residuos de bajo nivel creada cada año es de unos 40 metros cúbicos, aproximadamente tres camiones, lo que sugiere que la necesidad de colectar estos materiales en un almacén centralizado es cuestionable.

Es más que probable que los riesgos de trasladar estos residuos excedan los de mantenerlos donde están durante las décadas necesarias hasta que su radiactividad caiga a los niveles naturales de fondo.

También hay residuos de nivel intermedio. Estos se acumulan a un ritmo de unos 5 metros cúbicos al año, y están en una categoría muy diferente. Altamente peligrosos, requieren de un blindaje, y deben mantenerse seguros hasta 10.000 años. Consisten casi en su totalidad en combustible nuclear gastado del reactor de investigación de Lucas Heights, cerca de Sydney, devuelto después de ser reprocesado en Europa, y actualmente almacenado en las instalaciones del reactor.

El vertedero de desechos previsto para la propiedad agrícola de Napandee, cerca de Kimba, tiene por objeto proporcionar un hogar permanente para los desechos de bajo nivel de Australia, pero no para los materiales de nivel intermedio. Estos últimos se mantendrán en tambores sobre el terreno en la instalación hasta que se hayan tomado disposiciones para su almacenamiento permanente.

¿Este almacenamiento “provisional” se convertirá en permanente?

Kimba es tan remoto, que será grande la tentación para los Gobiernos de dejar allí indefinidamente estos materiales peligrosos y duraderos.

Mientras tanto, si el vertedero de Napandee va a contener los residuos de nivel intermedio sólo durante unas pocas décadas, ¿Cuál es la necesidad de mover estos materiales allí a toda costa? El almacén de Lucas Heights tiene espacio para contener los residuos durante muchos años, mientras se diseñan y prueban métodos de eliminación permanente. El simple hecho de mantener los materiales en el sitio evitaría los riesgos de la manipulación múltiple y el transporte a larga distancia.

Las grietas en la comunidad

En Kimba, las grietas sociales por los desacuerdos de años sobre el vertedero siguen siendo dolorosas. Muchos habitantes de la zona recurren a la instalación para mantener un pueblo que está en constante declive a medida que los agricultores se ven obligados a "crecer o salir", y a medida que la población regional se reduce.

La granjera Heather Baldock, que apoya el vertedero, se lamentó en una audiencia del comité del Senado en agosto: “Perdemos estudiantes, jóvenes, vecinos, amigos, miembros de clubes deportivos, voluntarios de servicios de emergencia... Ganamos más casas vacías y propiedades en venta”.

El Gobierno Federal sugirió que un total de 45 puestos de trabajo serán creados por la instalación -un gran impulso para una ciudad de apenas 600 personas. Muchos de estos trabajos, sin embargo, probablemente serán a tiempo parcial, o se realizarán mediante vuelos de ida y vuelta.

El paquete comunitario de 31 millones de dólares creará excelentes servicios para la ciudad, pero no una base a largo plazo para la economía local. No resolverá el peor problema que enfrentan las regiones como el norte de la península de Eyre: el calentamiento global, que eleva las temperaturas, reduce las ya escasas precipitaciones y lleva a los agricultores a una deuda agobiante.

Los opositores al vertedero, mientras tanto, hablan con amargura de los engaños de un Gobierno decidido a imponer su plan sin tener en cuenta las objeciones locales.

El granjero Peter Woolford, que dirige el grupo “No Radioactive Waste on Agricultural Land in Kimba or SA”, dijo en la audiencia del Senado: “El camino que tomó el Gobierno Federal... ha sido un largo camino de propaganda, manipulación y promesas sin justificación”.

El flujo de información a la comunidad, señaló Woolford, fue estrictamente controlado y casi totalmente narrado por el departamento. “No se ha dado ninguna ayuda, práctica o financiera, para proporcionar asesoramiento independiente. Cada orador que ha visitado a Kimba a expensas del gobierno ha sido un partidario de la propuesta”.

Manipulación de votos

Los opositores al plan están especialmente enfadados por la forma en que se manipularon los términos de la votación del año pasado. Rechazando un llamado a que la votación estuviera abierta a todos los residentes en un radio de 50 kilómetros -una medida mucho más significativa de la gente para la cual Kimba es el centro local- el Gobierno y el Consejo del Distrito de Kimba insistieron en el área más pequeña dentro de los límites del Consejo. Si se hubiera aplicado el límite de 50 kilómetros, los críticos argumentan que la votación habría fracasado.

Particularmente impresionante ha sido el fallo contra el pueblo Barngarla que quiso presentar su opinión en la decisión del resultado. En 2018, los Barngarla lucharon exigiendo ser incluidos en la futura votación y perdieron un juicio contra el Consejo del Distrito.

Excluida de la votación oficial, la Corporación Aborigen de Determinación Barngarla organizó su propia votación independiente. En ella se registró un total de 83 miembros en contra del vertedero y cero a favor. Una reciente carta de los Barngarla al Ministro de Recursos Federales dijo: “El sistemático comportamiento racista de su gobierno es una mancha en la conciencia colectiva de este país”.

En cualquier caso, los opositores del vertedero se preguntan por qué el “apoyo de la comunidad” debe medirse sólo por las opiniones de unos pocos cientos de personas. ¿Por qué la decisión no debería serlo para toda la población de Australia Meridional, donde hay indicios de que la idea de albergar un vertedero de desechos radiactivos es muy impopular?

Como Woolford señaló, de 2789 propuestas recibidas en una consulta pública, el 94,5 % se opone a la instalación.

Renfrey Clarke es activo en la campaña "Don't Dump on SA campaign".

Fuente:
Renfrey Clarke, Farmers, Traditional Owners fight radioactive waste dump, 8 septiembre 2020, Green Left.

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