viernes, 11 de septiembre de 2020

500 Años de Patagonia en 5 actos extractivistas

Juan Manuel Blanes, "Ocupación militar del Río Negro en la expedición al mando del General Julio A. Roca", 1879 Óleo sobre tela Buenos Aires, 1889.

por Demián Morassi

El paso de un área natural con humanos a un objeto de usufructo, que implica entre otras cosas ponerle un nombre (Patagonia), tiene su origen medio milenio atrás. Hoy la región depende principalmente de la extracción de hidrocarburos, que está ya en fase de declive. Mirar el pasado en esta región es muy diferente a hacerlo en zonas que previamente a la Revolución Industrial dependían de la agricultura o la ganadería. A grandes rasgos, hasta hace 150 años los pueblos que la habitaban eran principalmente nómadas, no escribían ni dejaron restos arqueológicos de gran trascendencia para el estudio de la evolución de sus costumbres. Como habitante actual de esta región, no podía dejar pasar esta efeméride, que espero sea de su interés.

Acto 1: La extracción de dos patagones

En el invierno austral de 1520 se escribe por primera vez la palabra “patagones” para nombrar a un grupo de pobladores que atravesaban la zona que Magallanes denominó Puerto de San Julián. Pigafetta era quien llevaba el diario de viaje y así quedó inmortalizado el año uno del nombre que en poco tiempo derivaría en Patagonia:

“Un día en que menos lo esperábamos se nos presentó un hombre de estatura gigantesca. Estaba en la playa casi desnudo, cantando y danzando al mismo tiempo y echándose arena sobre la cabeza. El comandante envió a tierra a uno de los marineros con orden de que hiciese las mismas demostraciones en señal de amistad y de paz: lo que fue tan bien comprendido que el gigante se dejó tranquilamente conducir a una pequeña isla a que había abordado el comandante. Le enseñamos a pronunciar el nombre de Jesús, el padrenuestro, etc., y llegó a recitarlo tan bien como nosotros, pero con voz fortísima. En fin, le bautizamos, poniéndole el nombre de Juan”.

Luego Pigafetta describe cómo Magallanes se valió de la “astucia” para retener a Juan. En realidad quiso retener a los dos más jóvenes “y mejor formados” pero se les complicaba hacerlo por la fuerza así que les dio unos cuchillos y cuentas de colores mientras les engrillaban los pies con el consenso de estos… en el medio de este relato Pigafetta escribe “Nuestro capitán llamó a este pueblo Patagones”. Y sigue: “No contento con tener a estos hombres, el capitán deseo coger a sus mujeres, para llevar a Europa esta raza de gigantes”. Sin embargo los patagones no sólo lograron fugarse con las mujeres sino que le ensartaron una flecha envenenada a un español (también llamado Juan) que moriría inmediatamente.

En el estrecho de Magallanes uno de los barcos se dio a la fuga. No la estaban pasando nada bien y se habían dado cuenta de que Magallanes no tenía la menor idea de los resultados de su expedición. Ese navío llevaba consigo a uno de los “gigantes” que moriría, según se entera luego Pigafetta, “al acercarse a la línea equinoccial por no poder soportar el calor”.

Juan, por su parte, muere en mitad del otro océano por escorbuto, como gran parte de la tripulación, que poco a poco se va quedando sin víveres. El globo era más grande que lo que esperaba el portugués.

Acto 2: La extracción de mamíferos marinos

Hay que decir que la Patagonia no fue muy perturbada durante los siguientes dos siglos y medio, hasta que algunos buques científico-navales empiezan a merodear el sur continental y traen algunas descripciones que interesarán y mucho. La abundancia de mamíferos marinos será un atractivo enorme tanto para la potencia que domina los mares, el Imperio Británico, como para los recientemente independizados Estados Unidos y algunos que otros franceses. Promediando la década de 1770 entrarían en acción -generalmente de modo secreto- diversas embarcaciones con el objetivo de llevarse la piel (de los lobos marinos preferentemente) y la grasa (de los elefantes marinos y los cetáceos).

La caza de los lobos consistía en darles un garrotazo en el cráneo y rápidamente desollarlos. Si bien no constan números de los animales cazados en el continente, James Weddell dejó asentado que en las Islas Georgias del Sur entre 1821 y 1822 se extrajeron 1.200.000 pieles y en las Shetland del Sur unos 320.000 lobos cazados y 940 toneladas de grasa de elefantes marinos, mientras que en la isla Alejandro Selknik (hoy Chile) entre 1792 y 1807 se habrían extraído 3,5 millones de pieles. Para 1820 los puertos de Buenos Aires y Montevideo se habían convertido en los más importantes del mundo gracias a los recursos provenientes de las masacres mamíferas. Algunas décadas más tarde se avanzaría sobre los pingüinos y se extinguiría por primera vez una especie autóctona: el lobo-zorro malvinero.

Acto 3: La extracción del desierto

La campaña para ampliar las fronteras del territorio argentino concluyó con un genocidio en tres etapas.

La primera fue la ejecutada por Rosas con financiamiento de la provincia de Buenos Aires y estancieros de la zona. El informe de Rosas en 1834 concluye que fueron muertos 3.200 indígenas y 1.200 resultaron prisioneros. En 1836 en el cuartel de Retiro de Buenos Aires se ejecutarían unos 100 mapuches más a pedido de Rosas.

La segunda escena comienza en 1878 con algunos avances sobre la Puel Mapu (50 muertos en Lihue Calel, luego 200 más con los ataques de Levalle y Freire a las tolderías y luego 400 más en múltiples embistes) y el 11 de octubre de 1878 Avellaneda crea la Gobernación de la Patagonia. Dispone 6.000 soldados al mando de Julio Argentino Roca armados con los nuevos fusiles Remington, quienes, con 1.313 mapuches muertos, y 11.700 prisioneros llegarían a la isla de Choele Choel. Para aquel entonces Julio Roca dejaría su tropa para empezar otra campaña: la de presidente.

Luego seguirían por Río Negro y Neuquén hasta llegar al valle inferior del Río Chubut. El objetivo desde el congreso fue “exterminar a los indios salvajes de Pampa y Patagonia” lo que incluyó ataques a tolderías donde sólo había mujeres y niños así como violaciones y campos de detención donde se encerraban hasta decidir qué provecho se podía sacar de sus cuerpos. La cantidad de muertos no es clara pero ronda los 20.000 para poblaciones que en su conjunto no superaban las 100.000 personas.

La tercera escena de este acto es la posterior a los combates: venta de cuerpos, separación de las familias (hombres para el trabajo rural en el sur y mujeres y niños para trabajos domésticos en Buenos Aires), cambios de nombres para borrar la historia y separación entre tribus para matar la lengua. De esas tierras conquistadas ya había 10 millones de hectáreas vendidas antes de la campaña (a 400 pesos las 2.500 hectáreas). El excedente fue rematado en lotes de 40.000 hectáreas cada uno en Londres y París en 1882.

Acto 4: la extracción de orejas y de ovejas

Todo parecía tranquilo en Tierra del Fuego hasta que una expedición en 1879 encontró oro, lo que atrajo una oleada de aventureros. El oro era escaso, y por él competían aventureros de distintas nacionalidades y soldados argentinos. Avanzando, Winchester en mano, comenzó una confrontación desigual contra los pueblos fueguinos. De una población de 10.000, luego de 20 años sólo quedaban 783. Durante esas dos décadas británicos, argentinos y chilenos se afincaron y llevaron ganado ovino que iba reemplazando el paisaje hasta ahora dominado por humanos y guanacos.

Los pobladores ya afincados tenían orden de exterminar a los selk’nam y para comprobarlo y recibir una libra, los capataces y peones ingleses, escoceses, irlandeses e italianos entregaban testículos y senos de sus víctimas; si era un niño, el intercambio era una oreja por media libra. Esta idea de traer una oreja como muestra la reutilizaría unas décadas después Menéndez Behety para acabar con los aonikén (Don Menéndez Behety fue el fundador de la empresa que hoy maneja la mayor cadena de supermercados del sur argentino: La Anónima).

El avance de la ganadería tuvo un impacto importante especialmente desde 1893 cuando los hermanos Braun crean la Sociedad explotadora de Tierra del Fuego. Tanto Mauricio Braun como su suegro José Menéndez Menéndez (padre de Menéndez Behety) admiten haber enviado “cazadores” para “proteger las inversiones”.

Al igual que en la Patagonia norte, los pobladores originarios no se dejaban someter y organizaban métodos de resistencia. Esto sólo generó mayor uso de armas y así el exterminio de varones se complementó con la venta de mujeres y niños en Punta Arenas y luego el confinamiento de los ya vencidos en la isla Dawson. Allí, disfrazada de misión, se vivió un verdadero campo de concentración. Las enfermedades fueron fatales: el uso de vestimenta occidental en lugar de pieles y grasas los desprotegía del frío, sumándose esto a la dejadez alimentaria y a la brutalidad psicológica. Al cierre de la Misión Dawson había muerto el 99% de los selk’nam y kawésqar, quedando sólo 25 personas. Los salesianos que los “educaban” y “cuidaban” no tenían ni un médico, ni modo de proteger su salud. El caso es que los salesianos una vez despojados del cuidado de “los salvajes” no dudaron en vender esas tierras para capitalizarse. La isla Dawson sería utilizada como campo de concentración nuevamente durante la dictadura de Pinochet.

Las familias Braun Menéndez lograron acumular 4 millones de hectáreas en un país que sólo permitía terrenos de 20.000 hectáreas y, según la ley, dos hermanos no podían tener dos lotes ¿Cómo sucedió esto? Los ingleses pagaron lo suficiente para que así fuese: la gran mayoría de la producción de lana iba a Inglaterra y no querían negociar con cientos de pequeños propietarios (como estaba sucediendo en el norte de la Patagonia).

La exportación lanera dio vida a las ciudades puerto, ciudades de varones, que sumadas a la violencia incrustada en la región, normalizó la radicación de burdeles que fomentaron la trata de mujeres. Lo que vino después no cambió la normalización de ese extractivismo de cuerpas. [N. del E.: terminología de ciertas activistas feministas para el cuerpo femenino.]

Acto 5: la extracción de petróleo

En 1907 se descubre un importante yacimiento de “aceite de piedra” en Comodoro Rivadavia y en 1914 se pone en funcionamiento la destilería. Se sumarían posteriormente a este pueblito: Plaza Huincul en Neuquén, y Caleta Olivia, Las Heras y Cañadón Seco en Santa Cruz. En 1922 Yrigoyen crea YPF que generará toda una maquinaria estatal inimaginable en ese entonces. La Patagonia pasará década a década, desde la finalización de la primer guerra mundial a ir dependiendo cada vez más del petróleo (y luego también del gas) que de las ovejas. Distintas leyes y subsidios fomentaron la radicación en la Patagonia tanto de personas como de empresas. La reducción del costo de combustible con respecto al resto del territorio fue un factor determinante como también el reintegro a las empresas por exportación a través de los puertos patagónicos.

La Patagonia se distinguiría del resto del país por ir dejando de lado el modelo agro-ganadero para convertirse en una región industrial. Sin embargo, nada de lo que se hacía acá tuvo gran valor agregado, ni los lingotes de aluminio, ni los productos de la pesca ni tampoco los destilados de Comodoro. Aun así, a medida que aumentaba la población nacional y se globalizaba el comercio estos productos lograron expandir exponencialmente aquellas pequeñas localidades del sur de la Patagonia y transformarlas en grandes conglomerados urbanos.

El neoliberalismo de los 90 cambiaría las reglas de juego y los productos del subsuelo pasarían a las provincias. Lo que podría parecer en principio algo positivo, resultaba ser una jugarreta para que las empresas petroleras (ahora en manos privadas) tuviesen un aliado para enfrentar al gobierno nacional en la pulseada de precios. Pero, a la vez, las regalías del petróleo serían la variable principal para el aumento o el descenso del gasto público.

Pero el petróleo es un recurso finito. El 13 de diciembre de 2007 el gobierno de Chubut dictamina un feriado por “el día del petróleo” (en homenaje el centésimo aniversario) y las casualidades hacen que desde ese año empiece una meseta de producción en la provincia hasta que en 2012 se produce finalmente el comienzo del declive. Algo similar le sucedería a la provincia de Santa Cruz, mientras que en Neuquén el pico de petróleo de 1998 marcó el cenit de producción nacional que, en los conflictos por los despidos, generará un sujeto social denominado “piquetero”. El gas patagónico llegaría a su cenit en 2006 y ni los modos de extracción no convencionales ni el intento de recuperar YPF podrán contra la geología. Los altos precios del barril de petróleo y del gas natural mantuvieron el espejismo de prosperidad infinita hasta la caída del valor en 2014. Desde ese año las provincias desunidas del sur dependen cada vez más de la coparticipación federal (el reparto nacional de la recaudación impositiva) al mismo tiempo que se van endeudando, esperando tiempos mejores que nunca llegarán.

Epílogo

La población patagónica de dos millones de personas tiene que encontrar ahora un nuevo rumbo. Algunas cosas han cambiado. No está bien visto llevarse humanos como suvenir. Hemos logrado que se recuperen poblaciones de mamíferos marinos y que ya nadie ose cazarlos. Las diversas poblaciones originarias se han vuelto a unir, a recuperar su cultura, sus territorios y a contarnos su visión de la historia. También tenemos nuevos marcos conceptuales como los Derechos Humanos, derechos laborales, igualdad de género e incluso para pensar en Estados plurinacionales (los miles de inmigrantes bolivianos-quechuas pueden explicarnos de qué se trata). Sin embargo, el Estado Argentino aún no ha pedido perdón por el genocidio y sigue sin haber un marco general para defender la vida animal más allá de ciertas especies protegidas. La extranjerización de los recursos de la tierra (y los mares y el subsuelo) aún no se ha evaporado: nadie posee tantas tierras como Benetton, los minerales salen de manos de multinacionales y van al mercado global, también hacia afuera salen los productos de las empresas pesqueras, de piedras y de aluminio. En cuanto a las petroleras y eólicas, tienen en su mayoría capitales extranjeros que pueden fugar divisas sin demasiados problemas.

No obstante, algo sí cambió desde que las poblaciones frenaron algunos proyectos que ponían en riesgo su territorio: un basurero nuclear en la meseta que comparten Chubut y Río Negro, la explotación por medio de la megaminería en la cordillera y luego en todo Chubut, la instalación de una central nuclear en Río Negro… Sólo falta que se venga abajo el espejismo petrolero de Vaca Muerta para darnos cuenta de que el futuro se va a tener que conjugar con el pasado. Al caer el precio de la lana cien años atrás, el malestar y las huelgas fueron frenadas por el poder económico con los fusilamientos de la “Patagonia trágica”. Los malestares y huelgas también están a la orden del día en el inicio de esta década del 20. Esto no cambiará el decrecimiento económico pero parece estar encontrando formas de generar mayores niveles de democracia capaces de remover las lógicas de este verticalismo económico tan asentado en el territorio. Las consultas e iniciativas populares llevadas al cabo por las asambleas ambientales podrían ser un faro, pero si queremos pensarnos para los próximos 500 años no podemos dejar de entrar en sintonía con las cosmovisiones ancestrales del cuidado de la Mapu/Pacha. O, siendo más simples, reconociendo lo limitado y frágil de las condiciones que mantienen la vida en los continentes y en los mares, vidas que hace medio milenio dominaban sobre el humano y que seguramente cinco siglos adelante también dominarán.
Demián Morassi, educador, realizador audiovisual y colaborador de la sección Ecología de La izquierda diario y del blog The Oil Crash.
Fuente:
Demián Morassi, 500 Años de Patagonia en 5 actos extractivistas, 9 septiembre 2020, 15-15-15.

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