Desde hace semanas, la causa de Facundo Castro está en la agenda de los medios nacionales, aunque con poca profundización de lo que realmente pasa. Los mensajes intimidatorios para impedir que el perito Marcos Herrero se sume a la investigación y la campaña mediática en Bahía Blanca para desacreditar a Leandro Aparicio, abogado de la familia.
por Nazareno Roviello y Federico Ramundo
Ni Cristina Castro, la mamá de Facundo, ni el abogado Leandro Aparicio han dudado, desde el inicio, en señalar al Estado como responsable; indicando las maniobras para que la querella no pueda acceder de manera justa a los procesos establecidos por la Constitución y los pactos internacionales con rango constitucional que determinan una obligación para el país en la búsqueda de personas y la resolución de un caso de esta magnitud de manera rápida.
Tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, como el Comité contra la desaparición forzada de la ONU, han señalado que el Estado argentino debe poner todo a disposición para encontrar a Facundo. Sin embargo, hay una campaña contra la querella que intenta instalar, una vez más, la versión de que la gente se enamora de la hipótesis de la desaparición forzada o “el curro de los Derechos Humanos”.
Marcos Herrero, con más de 20 años de experiencia, fue perito esencial en varias causas reconocidas. Gracias a su trabajo, se ganó el odio de sus compañeros que, según él, lo presionan y lo tratan de “anti policías y mercenario”. Ahora, desde “las fuentes oficiales”, es decir, la policía, lo quieren poner como un “planta pruebas” o que se vuelva más confuso a nivel mediático el éxito de sus participaciones. Así lo relata Marcos y parte de su equipo, haciendo alusión al tratamiento mediático de algunos periodistas, ya que cuando se habla de las matrículas de los perros o la dirección de cinotecnia hay una confusión generalizada que parece indicar que Marcos sería un verdadero especialista.
En eso se centra una de las estrategias para desacreditar a la querella. Pero en los hechos, Marcos, el especialista canino, tuvo una participación destacada en búsquedas como la de Santiago Maldonado, Micaela Gómez, Araceli Fulles, Marito Salto y otros. De hecho, como han contado Marcos y Cristina, él llega a la causa de Facundo porque la madre de una víctima, con la que Marcos trabajó, llamó a Cristina para recomendarlo.
Cuando él apareció en escena no le gustó a nadie, compañeros y allegados al propio ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, le mandaron mensajes por distintas vías para que no sumarlo a la causa. Sin embargo fue, y así fue recibido en uno de los primeros rastrillajes donde fue cacheado previamente y vigilado de cerca. “Me tratan como si fuese un traidor, un anti policías o que hay una posibilidad de que plante evidencia”, dice Marcos.
Desde TN a La Brújula 24, muchos medios indican supuestas mentiras de la querella o planteos para generar dudas sobre el perito. Por ejemplo, repiten una y otra vez la pregunta: ¿Por qué Marcos Herrero encuentra cosas y el resto de los peritos no? Hacer esa pregunta sin dar justamente la explicación puede dejar el camino marcado para la policía, la fiscalía y el propio Estado, representado más directamente en Berni que, acorde a la Comisión Provincial por la Memoria, no actúan de manera rápida, ni concreta. Porque los procesos que hace el perito de parte están registrados y supervisados por la propia Policía Federal que lleva adelante la investigación y todo está filmado. Los K9 de la Federal y los bomberos de Punta Alta participan de la investigación y no encuentran nada porque tienen otros métodos, como afirman personas del equipo y hasta el propio Herrero: “El ambiente de los perros es muy cerrado, se usan fondos públicos y no siempre trabajan bien”.
¿Puede alguien, en Argentina, no sospechar del trabajo de la policía o la Justicia y no querer un perito de parte? Para las personas que tienen un alto nivel adquisitivo, esa ni siquiera es una pregunta. Siempre se trabaja con un grupo de investigadores y peritos independientes porque la Justicia, la policía y todo el arco estatal tienen una historia y un presente de encubrimiento y mal manejo de las investigaciones.
Uno de los ejemplos más concretos fue el caso de M.G, donde Marcos junto al perro “Duke” encontraron el cuerpo de la menor asesinada. Da la casualidad que en la misma investigación trabajaron estos mismos bomberos de Punta Alta.
Como dice la propia conclusión del Tribunal en lo criminal N°2 de Bahía Blanca: los otros perros hicieron el mismo camino, pero jamás encontraron el cuerpo. ¿Se atreverían a decir que Marcos Herrero también plantó el cuerpo de la menor? O simplemente, como corresponde señalar a los hechos, una técnica es mejor que la otra y simplemente es otra prueba de la deficiencia del Estado. Por algo el propio Estado lo contrata a Marcos para ser parte de la policía de Río Negro y se convirtió, en estos años, en el perito de rastreo más famoso. En cada causa en la que participó, aportó pruebas contundentes, aún en el caso Maldonado, donde el Estado no quiso tomarlo en cuenta, el perito encontró el collar perteneciente a Santiago y explosivos.
El viernes 7 de agosto de 2020, en ambos rastrillajes no se hizo presente ningún auxiliar de la fiscalía (como viene sucediendo) para ser parte del proceso ni tampoco agentes de la policía científica. Según indica el perito y las imágenes del canal TN, Marcos indicaba lugar y objetos que debían ser resguardados pero la policía no respondía a su trabajo y no resguardaron el lugar donde encontraron restos óseos adjudicando que lo harían luego en caso de que de positivo. Lo que muestra un relajo de la causa y poca intención por parte del Estado.
A esto se suma que en las últimas horas que el jefe policial de Marcos Herrero lo llamó para que vuelva a sus funciones y, según la propia madre de Facundo, fue amenazado con que se le iniciaría una causa en su contra en caso de que no cumpla. Cristina tuvo que llamar al presidente Alberto Fernández para alertar de esta situación. Por todos lados se ven los mecanismos más espurios.
La campaña mediática
Dentro de la campaña pública, coordinada o no, el que parece llevar la voz campante es Germán Sasso, principal cara de La Brújula 24, medio que perteneció a Federico Massot, heredado de la dictadura de Aramburu y vendida al empresario Gustavo Elias en 2015. Desde este medio, Sasso viene insistiendo con que la querella miente y que es él, prácticamente, el único que tiene interés en la verdad. Por otro lado, la querella lo señala como parte de la campaña mediática que opera para instalar todo el tiempo la versión policial.
El director de la radio La Brújula 24 encabeza desde hace unas semanas una batalla contra “el show y las mentiras” que informan quienes expresan “confabulaciones de una historia tan armada”. En realidad, Sasso, quien lleva “20 años pateando tribunales”, está poniendo el cuerpo como ningún otro para sostener las tácticas de defensa de los policías y la falta de voluntad por llegar a la verdad, o al menos de encontrar a Facundo, de la jueza federal Gabriela Marrón y el fiscal Santiago Ulpiano Martínez.
Desde su cuenta de Twitter y su micrófono en la conducción de uno de los principales programas de la primera mañana radial bahiense, Sasso enfrenta “el tsunami de fakes news” y clama que “quienes repiten como loros van a tener que hacerse cargo de las mentiras que difunden”. Es significativo que dicha defensa de acusados y la Justicia, la haga sosteniendo hipótesis que se manejan en torno a qué pasó con Facundo y exhibiendo el expediente completo sobre la mesa del estudio de radio, cuando se encuentra en secreto de sumario la causa.
No es la primera vez que Germán Sasso dispone de material clave de una causa y su camino se cruza con el de Santiago Ulpiano Martínez. Más allá de la natural vinculación geográfica entre un periodista y un funcionario judicial, la relación previa estrecha entre Sasso y Martínez es concreta y las filtraciones para torcer el rumbo de investigaciones denunciadas por parte del propio Poder Judicial. En 2014 Sasso difundió desde La Brújula una serie de escuchas de un caso narco que sirvieron para que Ulpiano Martínez direccione la investigación por violación de secretos judiciales contra el juez Álvaro Coleffi, quien avanzaba en la investigación por la actuación del dueño de medios bahiense Vicente Massot durante la dictadura. Según los fiscales Miguel Palazzani y José Nebbia esta fue “una burda maniobra”, encabezada en las sombras por Ulpiano para correr de la investigación al juez Coleffi y evitar la condena a Massot.
En junio de este año Coleffi fue absuelto por la Cámara Federal y el fiscal Gabriel González Da Silva, si bien desistió de acusar por falta de pruebas, demostró en su alegato que Martínez no investigó a jefes locales de Drogas Ilícitas de la Policía Bonaerense para direccionar la causa contra Coleffi y permitir la recusación de la defensa de Massot. Ahora nos preguntamos: ¿Cómo consiguió Sasso el expediente del caso Facundo Castro? ¿Por qué el periodista, en la lucha por el esclarecimiento, ataca la difusión de teorías vertidas por la querella? ¿Con todos estos antecedentes puede Ulpiano Martínez continuar como el fiscal de la causa?
El periodista sostiene que la investigación debe poner la lupa sobre la cuestión narco desligando a los policías que fueron los últimos que efectivamente tuvieron contacto con Facundo. En momentos en que se especulaba con la orden de detención de los policías, luego de hallazgos en distintos allanamientos, principalmente por datos obtenidos por la querella y la labor de los perros de Marcos Herrero, Germán Sasso hacía hincapié en la declaración de un peón y su esposa que vieron, según su relato de memoria difusa, a un chico sentado al costado de la Ruta 3 a la altura de Ombucta en el kilómetro 755 a las 14 horas del 30 de abril. Esas denuncias forman parte del secreto del expediente y Sasso las expone públicamente, considerando que demuestran la decisión correcta de la magistrada de no conceder el pedido de los abogados de Cristina Castro de indagar y detener a los policías de Villarino.
Por si fuera poco, la semana pasada, Sasso entrevistó al intendente de Villarino, Carlos Bevilacqua, en su programa radial, también de La Brújula 24. El tono de la entrevista, más que periodística pareció la conformación de un frente público contra la querella, ya que el intendente señalaba todo el tiempo cómo Leandro Aparicio, abogado de la querella, habla mal de Sasso o lo quería ensuciar; insistiendo en que “hablar es gratis y ensucian a cualquiera”. Bevilacqua, como un funcionario público, no puede referirse a la querella o a familiares de personas desaparecidas de esa manera. Si la Justicia llegara a probar que efectivamente un funcionario tuyo tuvo algo que ver en el encubrimiento, el costo político podría ser alto.
Tanto Sasso como el Intendente se preguntan qué intereses personales tiene Leandro Aparicio y juzgan explícitamente diciendo que el abogado no tiene ninguna intención de encontrar a Facundo, sino que su verdadera motivación es robar cámara por una ambición personal. Pero Germán Sasso se postula como el único que tiene la verdad y el único al cual, la fiscalía o la policía le ha entregado todo el expediente, que se supone que nadie debería tener acceso. Maneja el caso con exclusividad y desafió públicamente a cualquier colega a debatir sobre el caso y, sin embargo, todavía no accedió a debatir con el abogado Aparicio. Porque, quizás, quien está jugando para la tribuna y tiene un interés propio, que está íntimamente ligado a la historia de Bahía Blanca y sus medios, no es la querella, sino, en definitiva, los mismos de siempre a quien claramente, Sasso, parece estar representando.
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Fuente:
Nazareno Roviello, Federico Ramundo, Los medios bahienses contra la querella de Facundo Castro, 10 agosto 2020, Revista Cítrica. Consultado 18 agosto 2020.
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