jueves, 16 de julio de 2020

Quién es Facundo Astudillo Castro: amiguero, corazón boquense y militante contra la violencia institucional

Lleva 78 días desaparecido. Sus familia y amigos dice que vivía pendiente de las redes sociales. Sus últimas comunicaciones fueron el 30 de abril.

El 23 de marzo, cuando cambió por última vez la portada de su Facebook, colocó una foto de una pared pintada con una leyenda. “En tiempos de crisis, mantener la sonrisa es un acto revolucionario” todavía se puede leer al ingresar a su perfil de la red social. A tres días de iniciarse la cuarentena​ por la pandemia de coronavirus, Facundo Astudillo Castro se esforzaba aún por rehacer su mundo, con su mejor arma, la sonrisa.

Cariñoso, divertido, un “loco lindo”, lo describe su madre. “La persona más alegre que vi en mi vida”, derrocha de orgullo Cristina sobre su hijo del medio. Ese al que le permite llamarla "Bruja" o "Brujita" en el trato cotidiano. O el que le avisa con un “mamá” cada vez que tiene que pedirle algo delicado.

Creció en Pedro Luro, en el sur de la provincia de Buenos Aires, como la mayoría de los chicos de los pueblos del interior aun lo puede hacer. En la calle, en el club y en casas siempre repletas de gente. Saltando de una a otra, para reunirse y pasar largas noches. Haciéndose amigo de todos, hasta de los que no conocía y los sumaba al grupo con un mate.

Así fue rodeándose de compañeros fieles y siendo él uno más. Y con el deporte como escuela de amistad. Facundo acompañó varias veces a Cristina en sus torneos de vóley mixto por Villarino y él mismo lo practicó mucho tiempo. Lo mismo que el fútbol, siempre con el corazón xeneize.

En una de las imágenes que más se vio de él en estos días de búsqueda desesperada, está con un buzo de Boca. Y la sonrisa… Su cuenta privada de Instagram lo presenta con tres globos azul y oro y la leyenda Pedro Luro Rap. El vínculo con su pueblo, su gente y el amor por la música también lo definen. “All we need is love” completa su identificación en la red social.

Siempre anda con su parlantito encima. Tanto para escuchar hip hop y trash como para marcar la percusión con la birome, esté donde esté. No en vano integró una batucada con ese montón de amigos que el sábado pasado, en la movilización que hubo en Pedro Luro, se volvieron a juntar para marcar el ritmo de la marcha para pedir por su aparición con vida.

Viviana Gil, su preceptora durante dos años en la escuela secundaria 1, se sumó desde una red social. “Excelente persona, colaborador, compañero. Siempre me decía: ‘¿Te ayudo Nanni a entrar a los chicos al aula? Y ahí salíamos los dos a en busca de los alumnos”, recordó de aquella época. También que Facundo se escapaba del aula para conversar un buen rato. “¿Cómo te extrañé cuando ya no te tuve de alumno”, lamentó.

Al frente de la masiva e inédita marcha para la población de unos 12.000 habitantes, además de la mamá, iban "Tata", su abuelo, y sus dos hermanos: Alejandro, el mayor, y Lautaro, dos años más joven que él. Tampoco faltó Felipe, el perro de la familia, ni Vanesa Ganduglia y Leandro Poblete, grandes amigos y testigos también de la bondad y el compromiso de Facundo.

Gracias a ellos se acercó al grupo Jóvenes con Memoria de Villarino. “Participó en la elaboración del primer libro sobre desaparecidos en el distrito y viajó a Chapadmalal a un encuentro provincial. Le interesaba mucho ese tema y la violencia institucional”, recordó su mamá el martes en Bahía Blanca cuando fue a reunirse, en vano, con el fiscal que investiga su desaparición.

Allí también evocó momentos que ahora que no lo tiene cerca se le vuelven más amargos. “Con los chicos, habían hecho una canchita a la que iban policías a hostigarlos. Paraban el patrullero y les decían: ‘ustedes son chorros, son drogones’ y les pegaban sopapos y patadas en el culo. Para ellos era un deleite que todas las mamás del semillero y la batucada vivimos en carne propia” recordó Cristina, que tiene 42 años.

Casi un millenial, el teléfono era como la extensión del brazo de Facundo. Lo demuestran sus álbumes de fotos y selfies en Facebook que resumen sus nueve años de actividad allí con imágenes junto a su familia, amigos y compañeros. Y siempre, su sonrisa.

El 30 de abril, después de las 13, Facundo hizo una última llamada con su teléfono. Fue a Cristina con quien discutió porque ella se oponía al regreso a Bahía Blanca. “Me dijo ‘mamá’ y creo que me estaba tratando de enviar un mensaje que yo no interpreté”, todavía se lamenta la mujer.

Recuerda que la comunicación se cortó en forma abrupta, como si alguien le hubiera sacado el teléfono o él lo hubiera arrojado al piso. Comenta que cuando su hijo se enoja, puede pasar un largo tiempo sin comunicarse. Pero no con sus amigos, con quienes siempre está en contacto.

Esa relación simbiótica con lo virtual contrasta con el silencio profundo que ya lleva 78 días. “Vivía pendiente de las redes”, recuerda Juan Antonio Cardona, a quien Facundo le envió un último mensaje de texto, el 30 de abril a las 20.21. “Amigo, estoy sin señal y batería en un rato te llamo”, le escribió, textual, en el chat.

Dale amigo, avisá cualquier cosa”, le respondió Cardona. El siguiente mensaje, “¿Y wachón, dónde andás?”, ya no tuvo réplica el 1° de mayo. “Muy alegre y predispuesto, espontáneo, ni malo ni conflictivo”, describe a su amigo. “Con exceso de voluntad, siempre primero para ayudar”, acota el joven con quien Facundo estuvo el 29 de abril, horas antes de emprender su regreso a Bahía Blanca.

Desde allí había vuelto en febrero, tras haberse separado de su novia, después de una relación de dos años y medio que su mamá define como “tóxica”. De vuelta en Luro, tenía trabajo en una cervecería artesanal y se lo veía muy feliz. Hasta que llegó la pandemia, el aislamiento y el cierre repentino del local que lo mandaron de nuevo para su casa.

Aquel 23 de marzo, aun creía en su propia revolución interna. El encierro y la sensación de frenar cuando estaba volviendo a arrancar, golpearon fuerte en su ánimo, admiten en su entorno. Y lo impulsaron a emprender el regreso a Bahia Blanca con una mochila y un poco de ropa. Y su sonrisa.

EMJ
Fuente:
Quién es Facundo Astudillo Castro: amiguero, corazón boquense y militante contra la violencia institucional, 16 julio 2020, Clarín.

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