sábado, 4 de julio de 2020

Científicos advierten posibles nuevas pandemias si se siguen destruyendo ecosistemas

Un nuevo estudio científico realizado por la Universidad del Oeste de Inglaterra y los Laboratorios de Investigación Greenpeace de la Universidad de Exeter, presentó la hipótesis de que los riesgos de enfermedades estén interconectados con la degradación de la biodiversidad y procesos naturales como el ciclo del agua (1).

El documento, publicado en la revista Environmental Science and Policy, se titula: “El papel de los ecosistemas en la mitigación y gestión de COVID-19 y otras zoonosis”. La investigación utilizó un marco diseñado para analizar las relaciones complejas entre la sociedad y el medio ambiente, y concluye que mantener los ecosistemas en buen estado de conservación , así como sus beneficios ambientales y de salud asociados es clave para prevenir la aparición de nuevas pandemias.

El informe advierte: “Una combinación de crecimiento de la población y reducción de los ecosistemas y biodiversidad ha culminado en oportunidades sin precedentes para la transmisión de patógenos de los animales a las personas. Simultáneamente, la capacidad de la naturaleza para proveer elementos imprescindibles para el bienestar de las poblaciones (aire limpio, agua, etc) está en declive, y compromete la satisfacción de diversas necesidades humanas. Esta “tormenta perfecta”, de mayor propensión a la generación de enfermedades zoonóticas y la disminución de las capacidades del ecosistema para proporcionar servicios esenciales como agua dulce para el lavado y saneamiento, exacerba los riesgos generales para la humanidad”.

La pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas, por la deforestación, el cambio del uso de la tierra y la agricultura intensiva, agrava aún más el problema al disminuir la disponibilidad de agua y otros recursos esenciales para reducir la transmisión de enfermedades y mitigar el impacto de las infecciones.

En nuestro país, la situación contradice estas recomendaciones científicas en relación al ambiente, en tanto la destrucción de bosques continúa aún durante el período de aislamiento social preventivo y obligatorio, con más de 17.000 hectáreas deforestadas.

Estamos ante una evidente crisis climática, sanitaria y de biodiversidad. Resulta de una enorme irresponsabilidad que Argentina siga perdiendo bosques nativos y agravando el problema”, señaló Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace.

El autor principal de la investigación, Mark Everard, de la Universidad del Oeste de Inglaterra, explicó: “Los ecosistemas restringen naturalmente la transferencia de enfermedades de los animales a los humanos, pero esta capacidad disminuye si los ecosistemas se degradan. Al mismo tiempo, el deterioro del ambiente afecta la disponibilidad de agua adecuada para la higiene y el tratamiento de enfermedades. El riesgo de enfermedad no se puede disociar de la conservación del ambiente y los recursos naturales”.

David Santillo, de los Laboratorios de Investigación de Greenpeace en Exeter, agregó: “La velocidad y la dimensión con la que se han tomado acciones radicales para limitar los riesgos de salud y los impactos financieros del COVID-19 en distintos países, demuestran que el cambio sistémico para hacer frente a otras amenazas existenciales globales, como la emergencia climática y el colapso de la biodiversidad, también son posibles; sólo es necesaria voluntad política”.

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